"El primero de los tres estados de los que vamos a hablar se desarrolló en tiempos de la Ley, cuando el pueblo del Señor era aún pequeño y permanecía sometido a las servidumbres de este mundo, sin poder atender a la libertad del Espíritu, ya que no había tenido aquel del que se dice: «Cuando el hijo os haga libres, seréis verdaderamente libres» (Juan 8:16).
El segundo estado nació bajo el régimen del Evangelio y permanece hasta hoy. Hay más libertad que en el pasado pero no tanta como en el futuro. El apóstol Pablo lo dice de la siguiente forma: «Ahora nuestro conocimiento es imperfecto e imperfecta la profecía. Cuando llegue lo perfecto desaparecerá lo imperfecto» (1 Corintios 13:9-10). Y en otra parte dice: «El Señor es el Espíritu y allí donde está el Espíritu del Señor ahí está la libertad» (2 Corintios 3:17).
El tercer estado vendrá al fin del mundo, no oculto bajo el velo de la letra sino en la plena libertad del Espíritu. Entonces será destruido el falso evangelio de los hijos de la perdición y de sus profetas. Quienes se formaron en la justicia serán «semejantes al estallido del firmamento y numerosos como las estrellas en la inmortalidad perpetua» (Daniel 12:3).
El primer estado, que vivió bajo el régimen de la Ley y la circuncisicín, comenzó con Adán. El segundo, que vio la luz bajo el régimen del Evangelio, empezó con Ozías. El tercero, en tanto pueda comprenderse el cómputo de las generaciones, se inició en tiempo de san Benito, cuya cautivadora gloría podrá ser contemplada en su momento, en la época en que se revelará Elías y en la que el incrédulo pueblo judío volverá al Señor de tal forma que el Espíritu clamará por su propia voz siguiendo la Escritura: «Hasta ahora el Padre y el Hijo han actuado conjuntamente; ahora me toca actuar a mí» (Juan 5:17).
Puesto que el contenido del Antiguo Testamento se aplica al Padre por propiedad tipológica, y que el contenido del Nuevo Testamento se aplica al Hijo, la inteligencia espiritual que procede de uno y de otro se aplica al Espíritu Santo. Y más aún, como el orden conyugal que prevaleció en la primera época se aplica al Padre por una propiedad tipológica, y el orden de los clérigos de la segunda época se aplica al Hijo, así el orden de los monjes, a quien pertenecen los últimos grandes tiempos, se aplica al Espíritu Santo. Y, siguiendo esto, el primer estado se atribuye al Padre, el segundo al Hijo y el tercero al Espíritu Santo, aunque de una u otra manera, el estado del mundo se reputa único, y único el pueblo de los elegidos, y todas las cosas en conjunto son muestra del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo."

Joaquín da Fiore
Expositio apocalypsis



"Es necesario que venga la tercera edad, en la cual será promulgado para todos el Evangelio Eterno, que es el Evangelio del Espíritu; no un libro nuevo, sino la inteligencia espiritual de los libros del Antiguo y del Nuevo Testamento."

Joaquín da Fiore


"... La primera fue el conocimiento,
la segunda de autoridad por la sabiduría,
y la tercera de perfección en el entendimiento.
La primera en las cadenas del esclavo,
la segunda en el servicio de un Hijo,
la tercera en la libertad.
La primera es Temor,
la segunda es Fe
y la tercera Amor.
La primera en servidumbre de esclavo,
la segunda en libertad
y la tercera en amistad."

Joaquín de Fiore
Expositio apocalypsis




"Las disposiciones de la Santa escritura nos muestran tres status del mundo. El primero en el cual estuvimos bajo la Ley; el segundo en el cual estamos bajo la Gracia; el tercero, que esperamos pronto, bajo una Gracia más amplia". "El primer estado fue el del Conocimiento -scientia-; el segundo el del poder de la Sabiduría; el tercero el de la plenitud de la Inteligencia. El primero el de la esclavitud servil, el segundo el de la servidumbre filial; el tercero el de la libertad". "El primero estuvo puesto bajo la luz de las estrellas; el segundo bajo la de la aurora; el tercero en pleno día". "El primer status pertenece pues al Padre, el segundo al Hijo, y el tercero al Espíritu Santo."

Joaquín o Joachim de Fiore o de Floris (en Italiano: Gioacchino da Fiore)
Liber Concordiae, V, cap. 84, f 112 y 112 v.


"Puesto que el contenido del Antiguo Testamento se aplica al Padre por propiedad tipológica, y que el contenido del Nuevo Testamento se aplica al Hijo, la inteligencia espiritual que procede de uno y de otro se aplica al Espíritu Santo. Y más aún, como el orden conyugal que prevaleció en la primera época se aplica al Padre por una propiedad tipológica, y el orden de los clérigos de la segunda época se aplica al Hijo, así, el orden de los monjes, a quien pertenecen los últimos grandes tiempos, se aplica al Espíritu Santo. Y siguiendo esto, el primer estado se atribuye al Padre, el segundo al Hijo y el tercero al Espíritu Santo, aunque, de una u otra manera, el estado del mundo se reputa único, y único el pueblo de los elegidos, y todas las cosas en conjunto son muestra del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo."

Joaquín de Fiore
Comentario al Apocalipsis