"A lo mejor es que tuve miedo de ese rechazo, algo que no me atrevo a confesarme a mí misma aún hoy día."

Sergio Ramírez Mercado
La fugitiva



"A ratos pienso si a mí Proust me ha hecho mucho daño. Con él he aprendido a sufrir. He aprendido, así como quien aprende una lección. He aprendido a degustar la intensidad de la pena hasta sus más recónditos pliegues y a dudar de la intensidad de mis goces. Cualquier alegría me desbarata, me desintegra, y cualquier pena me amarra, me hace fuerte, me consolida. Eso no está bien. Porque si esa consolidación significara serenidad, disminución del dolor, pase, pero al contrario, significa profundidad, intensidad, amplitud. Está siempre en aquello que constituye la médula proustiana: "No tiene lo vivido la realidad de lo soñado"."

Sergio Ramírez Mercado
La fugitiva


"Ahora, en semejante facha, el Emperador Maximiliano vendía de puerta en puerta el páramo azul del mar, desde la reventazón de las olas hasta la última lontananza que alcanzara la vista; pero los desatinos que empezaron a descalabrar su cabeza habían aparecido de una manera que no podía saberse entonces si eran avisos de locura o apenas galantería cerril. Montado en un animalito mostrenco sin estampa ni alzada, que arrendaba con garbo y altanería como si se tratara de uno de aquellos corceles de belfos ansiosos y crin flamígera del carrousel, entraba a la sala donde las hijas de tu abuelo Teófilo, entonces solteras, pasaban en reclusión sus vacaciones, y a cada una le entregaba una gladiola del manojo empapado que llevaba apuñado contra el pecho, en tanto la humilde bestia cómplice, sofrenada con gracioso ardid, se contenía de causar destrozos, y muebles, adornos y floreros quedaban intactos en su sitio cuando el caballero, tras cumplir de aquella manera sus lisonjas, saludaba airoso con el sombrero, bajaba por las gradas de la acera y se iba al trote abierto, el caballito dejando su rastro fresco de cagajones y levantando tras de sí un gran polvasal."

Sergio Ramírez
Un baile de máscaras



"Al inicio de la revolución hubo grandes estrategas, que eran jóvenes de 20 o 22 años, que en muchos casos nunca habían ido a la escuela y que, tras el triunfo de la revolución, ya no servían para nada y terminaron en el alcoholismo o el suicidio... fueron los primeros derrotados de la revolución."

Sergio Ramírez Mercado



"Cuando la puerta forrada de vinilo negro se cerró tras de mí, los ruidos del Gun and Roses quedaron atrapados dentro y me encontré con los de la calle bulliciosa, los parlantes de los vehículos atronando en la noche sin estrellas y el eco profundo de los instrumentos de percusión como latigazos sobre el rumor de conversaciones dispersas, gritos y risas, y el humo de los cigarrillos como una niebla que subía del río ya seco. Lo busqué al Pibe Cabriola entre tantos rostros despreocupados hasta donde alcanzó mi vista, pero de alguna manera sabía que la Beato Prudencio Larraín no había sido su rumbo, sino los callejones perdidos del Santo Nombre donde habíamos pateado por primera vez una pelota de trapo. Giré hacia la oscuridad de un callejón de bodegas cerradas con cadenas, en lo alto la silueta de un tanque de agua sobre una torre de fierro, las láminas de calamina que sonaban desclavadas en los techos como un batir de alas de animales viejos, los almacenes enrejados crujían, y el tufo a basura de los tachos volcados que revolvían los perros y venía de lo profundo como de un túnel que se bifurcaba y se repartía en otros callejones que eran como otros túneles. Oí entonces pasos que se alejaban a la carrera en distintas direcciones, y lo descubrí tirado en la acera bajo las luces de neón mortecino de una farmacia cerrada, y corrí, hubiera querido creer que se había desplomado borracho, me arrodillé a su lado y palpé la sangre en su rostro y en su camisa, la cabellera azabache se la habían quitado a tijeretazos, o con navaja, abriéndole surcos y heridas, un corte en una oreja y un tajo profundo en el estómago donde la sangre se aposentaba y se hacía más negra, los ojos de vidrio y la boca abierta en una sonrisa para siempre inocente."

Sergio Ramírez
El pipe Cabriola



"Desde la finca Las Brisas, donde vivía Coronel Urtecho, se podía llegar al Gran Lago por el río Frío, o salir por el río San Juan después de navegar su afluente el río Medio Queso, que se divisaba desde la casa, y al que se accedía por un caño artificial para botes y pangas de poco calado. Ahora no recuerdo cuál de las dos vías usamos, pero en ambos casos era necesario acercarse hasta el puerto de San Carlos, donde las aguas del lago entran en el San Juan, y hacer un giro con la embarcación, el santo y seña acordado entre la familia Coronel y los guardias del puesto nicaragüense, y así seguir hacia el interior sin necesidad de bajar en el muelle para los trámites de migración y aduana. Por eso es que podemos decirle a la posteridad que Julio Cortázar entró a Nicaragua sin que la dictadura de Somoza se enterara. Clandestino.
Con alguna frecuencia yo iba de visita los fines de semana a Las Brisas, en vuelos más azarosos que el que describe Julio, pues tomaba, a veces en compañía del poeta Carlos Martínez Rivas, un viejo bimotor DC-3 de tiempos de la segunda guerra mundial, de esos que mientras están en tierra parecen insectos gordos sentados en sus patas traseras, los asientos remozados forrados de vinil como las sillas de barbería, un ruidaje de las latas del fuselaje al despegar, y cuando iba a aterrizar en la pista de barro rojizo de Los Chiles, que era como una herida abierta en medio de la vegetación, charcos de lluvia en el medio que se evaporaban al sol, el piloto debía pasar rasante y volver a elevarse en señal de que las vacas vagabundas que triscaban las islas de zacate debían ser
ahuyentadas por el único empleado que se guarecía del sol en una caseta de tablas, qué torre de control ni qué ocho cuartos, regresaba a San José los lunes por la mañana, y a veces el piloto informaba a los estimados y amables pasajeros que la batería del avión estaba muerta, con lo que era necesario ir a pedir prestada la que alimentaba el transmisor de la Compañía Radiográfica Costarricense, la cargábamos en el jeep descapotado de la finca, el mismo en el que Luis, uno de los hijos del poeta, nos recogió esa vez que llegamos con Julio, y cuando las hélices, debidamente estimuladas por la transfusión de energía comenzaban a girar, subíamos en fila india al insecto.
En ese mismo avión antediluviano viajaba una vez a San José un técnico del Instituto Clorito Picado con dos jaulas portátiles donde dormían unas serpientes barba amarilla, la más mortífera de aquellos llanos, destinadas a ser ordeñadas de sus glándulas en el laboratorio del instituto para sacarles el veneno y obtener suero antiofídico, y en pleno vuelo una de ellas despertó y logró salir de la jaula para aparecer en el respaldo del asiento de una marchanta que iba a traer mercancía para su pulpería, y ella que dormitaba entreabrió los ojos y vio de pronto aquella cabecita curiosa mirándola, se levantó dando un grito, corrió hacia la cabina del piloto, los demás pasajeros corrieron con ella también
gritando en desconcierto, la culebra los siguió, asustada, el avión inclinándose hacia la proa, los tripulantes retrocedían desbarajustados y se apiñaban a estribor, y entonces el avión escoraba hacia ese lado, y en tanto el técnico tratando de
cazar a la culebra con una vara telescópica de aluminio provista de un gancho hasta que logró paralizarla por la cabeza, esto lo contaba Luis Coronel que nos recogió esa vez de la visita de Julio en el aeropuerto y luego condujo la panga que nos llevó esa misma tarde a Solentiname."

Sergio Ramírez
Juan de Juanes




"Detrás de cada cuerpo mutilado hay una historia que contar."

Sergio Ramírez Mercado



"El poder y la literatura en sí son incompatibles, el estilo en que se ejercen no. Stalin era un dictador como editor, como jefe de Estado y como lo que fuera. Ojalá Stalin se hubiera quedado en una mesa, suprimiendo páginas o palabras y no matando a millones de personas. El oficio no nos refleja, sino cómo se hace."

Sergio Ramírez Mercado



"La Historia y la Filosofía se diferencian en que la Historia cuenta cosas que no conoce nadie con palabras que sabe todo el mundo; en tanto que la Filosofía cuenta cosas que sabe todo el mundo con palabras que no conoce nadie."

Sergio Ramírez Mercado


"La imaginación empieza con el acto de ver sin ser dado tocar. Alguien imaginó primero el origen de las estrellas y pasaron milenios antes de que otro alguien pudiera medir sus distancias. La expansión de la mente hacia un estado gaseoso es la imaginación, el primer estado del pensamiento racional. Razón y representación son entonces uno mismo. Ese acto no tiene ni antecedentes, ni sustitutos. Y aquel que piensa imaginando, necesita representar en el lenguaje no sólo lo que imagina, también la propia realidad que lo circunda; una representación, esta última, que desde entonces e inevitablemente estará teñida con los mismos colores de la imaginación."

Sergio Ramírez
Mentiras verdaderas



“La mayor revolución es ver el mundo como lo ve el otro.”

Sergio Ramírez Mercado



"Madame de Mezzerville nos despertó la afición por la filosofía de los misterios recónditos, con una propuesta final de concordia entre los seres humanos, y de paz universal. Cuando tuvo un número de cinco iniciadas, que era la cifra cabalística, realizó la ceremonia de iniciación en el aula magna, donde se celebraban los actos públicos del colegio, esta vez fuera de las horas escolares y a puerta cerrada. Y la parte principal del rito fue la rasgadura del velo, dos metros de tul que nosotras mismas habíamos comprado por su encargo en el almacén de telas de Bejos Yamuni en la Avenida Central. Rasgó el cendal por la mitad, con la fuerza de sus manos, y eso significaba que se despejaba el obstáculo para que pudiéramos contemplar el rostro de la sabiduría, antes oculto a nuestros ojos.
Edith siguió avanzando en los conocimientos esotéricos hasta alcanzar el Segundo Grado Superior del Templo, al contrario de Amanda, que llegó a olvidarlos. Cuando aún sosteníamos correspondencia me contó Edith de ciertas experiencias que le ocurrieron en México, provocadas gracias a su entendimiento con lo trascendente: cometas diminutos que destellaban en vuelo frente a sus ojos cual joyas aéreas diamantinas, y filamentos luminosos que brotaban de su propio cuerpo como las hebras de una gran cabellera. A la vez trabó conocimiento en Oaxaca con la chamana María Sabino, que le enseñó el secreto para que las legumbres y frutas conservaran su frescura del primer día, como recién llevadas del mercado, y para que las hierbas aromáticas retoñaran dentro del refrigerador. Déjeme considerar todo eso con una sonrisa de desdén racional."

Sergio Ramírez
La fugitiva



"No es mi culpa si debajo de esas piedras lo que encuentro son monstruos que quedan al descubierto. El escritor no es otra cosa que un cazador de monstruo."

Sergio Ramírez Mercado




"Odio la palabra disidente."

Sergio Ramírez Mercado



"Para la inquina solapada y para la falsa piedad somos maestros."

Sergio Ramírez Mercado


"Pero es tiempo ya de recordar, Capitán, que bajo este mismo domo de alambre entreverado de madreselvas, y ahora carcomido en su tinglado, hace tiempo hubo otro almuerzo. Y si las aspas de los abanicos que giran remorosas en el techo del Teatro González, al otro lado de la plaza, no son capaces de aliviar el calor que desespera a los convencionales como si acabaran de bañarlos en almidón recién hervido, ni la sofocación de quien aún continúa leyendo su plataforma electoral, metido, para colmo de sus males, dentro del chaleco antibalas, que a esta hora le parece tejido de espinas, dejen que vuelva yo a utilizarlas, para hacer volar ante ustedes las hojas del calendario."

Sergio Ramírez
Margarita, está linda la mar




"Puede ocurrir  que sigas con el aguijón clavado en el alma aunque tú ni te percates."

Sergio Ramírez Mercado












No hay comentarios: