"—¿Dices que “no eres” el diablo?
—Soy sólo un pobre demonio que lucha. Un diablo. No el diablo. Una diferencia sutil; pero no he perdido enteramente mi influencia sobre nuestro padre que está en el infierno. A propósito, cuando lo veas no le digas que me he ido de la lengua.
—¿Cuando lo vea? ¿Acaso está aquí? -preguntó el sacerdote.
—¿En esta puerca? De ninguna manera. Somos sólo una pobre familia de almas en pena, amigo mío. No nos culpes por estar aquí. Pero es que no tenemos adónde ir. No tenemos hogar.
—¿Y cuánto tiempo pensáis quedaros?
La cabeza pegó un salto en la almohada, contraída con furia mientras rugía:
—¡Hasta que la cerda se “muera”! -Inmediatamente, Regan volvió a adoptar su sonrisa tonta en una boca amplia-. A propósito, hace un día magnífico para un exorcismo, ¿no te parece, Karras?
“¡El libro! ¡Tiene que haberlo leído en el libro!”
Lo taladró una mirada de expresión sardónica.
—Comiénzalo pronto. En seguida. Incongruente. Allí había algo extraño.
—¿Te gustaría?
—Muchísimo.
—¿Pero no te echaría eso fuera de Regan?
El demonio apoyó la cabeza, riendo como maníaco; luego se interrumpió en seco.
—Nos uniría."

William Peter Blatty
El exorcista


"Cuando oí hablar por primera vez en 1949 de un caso real de posesión demoníaca y de un exorcismo cerca, mientras estudiaba en la Universidad de Georgetown, recuerdo que pensé: alguien, algún día, tiene que escribir sobre esto, porque si una investigación demostrase que la posesión es real, ¡qué ayuda sería para la fe titubeante de, quizá, millones!, porque si hay demonios, ¿por qué no ángeles? ¿Por qué no Dios?"

William Peter Blatty


"Cuando volvió a Jerusalén, se acercó a Fuad’s, su cafetería predilecta, en el barrio cristiano; si hacía buen tiempo, se sentaba fuera, enfrente de la única e impresionante puerta de la iglesia del Santo Sepulcro. Era un monumento de piedra del siglo IV, levantado sobre el lugar de la crucifixión y entierro de Jesucristo. Todas las madrugadas, a las cuatro y media en punto, y de nuevo a la puesta del sol, dos miembros de diferentes familias musulmanas, los Yude y los Nuseibe, llevaban a cabo el ritual de abrir el santuario. Saladino había nombrado «guardianes de la llave» a los Yude y, más tarde, «ayudantes» a los Nuseibe. A una hora determinada de la mañana y de la tarde, un Nuseibe llevaba a un Yude la llave de veinticinco centímetros; este subía entonces por una escala de mano y abría o cerraba la puerta.
A veces Meral presenciaba la ceremonia del cierre y a menudo el Nuseibe, el Yude o ambos se acercaban después a su mesa y tomaban café con él. Disfrutaban de su compañía. Meral el bueno, el protector. No podía decirles que lo interrumpían con su compañía, que él no iba a allí por el café, sino para contemplar el lugar de reposo de Jesús mientras repasaba hechos de la resurrección como si de la investigación policial más metódica se tratase. Poco importaba que nunca alumbrase nuevas perspectivas, desarrollara una teoría distinta o desenterrase hechos desconocidos. Lo único que buscaba era el consuelo de los antiguos: la verosímil contención de los relatos evangélicos, narrados en pocas palabras, tan absolutamente desprovistos de exageración y fanfarria que parecían suponer que no sólo eran los hechos conocidos a ciencia cierta, sino que todo el mundo los creía y no se precisaban esfuerzos de vendedor para narrarlos: que las apariciones nunca sucedieron de noche, sino a plena luz del día, y que la idea de la resurrección del Mesías —mucho más poderosa que la del Mesías fracasado— era una novedad, si no un acontecimiento sin precedentes en la tradición judía de la época."

William Peter Blatty
Dimiter


"La clave está en la gente que pasa inadvertida, esos que manejan los pequeños detalles, y que, si no los manejaran bien, serían detalles mayores."

William Peter Blatty
El exorcista


"La verdad es que mientras trabajaba en El Exorcista, lo que pensé que estaba escribiendo era una novela de fe en el ropaje popular de una historia de detectives, lleno de suspense; en otras palabras, un sermón en el que nadie se durmiese. Sigo sin admitir la más mínima intención de asustar al lector."

William Peter Blatty


"Y la triste verdad es que nadie quiere que escriba comedia. El exorcista no sólo terminó esa carrera, borrando todo recuerdo de su existencia."

William Peter Blatty


"- Y, sin embargo, incluso de esto, del mal, vendrá el bien. De algún modo. De algún modo que nunca podremos entender, ni siquiera ver. -Merrin hizo una pausa-. Quizás el mal sea el crisol de la bondad. -manifestó-. Y tal vez el propio Satán, a pesar de sí mismo, sirva de alguna manera para cumplir la voluntad de Dios."

William Peter Blatty
El exorcista

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