"Ambas gárgolas estaban colgadas en los extremos opuestos de una torre alta de la catedral. Una era un monstruo de cabeza felina que gruñía amenazadoramente, con labios separados que mostraban formidables colmillos; bajo las cejas, sus ojos despedían un abismal odio. Tenía las garras y las alas de un grifo, y daba la impresión de estar a punto de saltar sobre Vyones como una arpía sobre su presa. Su compañera era un sátiro astado con el aspecto de un enorme murciélago como los que yerran por las cavernas subterráneas, con fuertes y afilados talones, y una mirada rebosante de satánica lujuria, como si se regodeara ante las indefensas víctimas de su pernicioso deseo. Ambas piezas estaban completas, incluso sus cuartos traseros; parecían no estar unidas al tejado a la manera habitual. Podría esperarse a que, en cualquier momento, se liberaran de la piedra que inmovilizaba sus formas.
Ambrosius, amante del arte, las contemplaba con manifiesto placer; las consideraba obras maestras por la técnica y la verosimilitud con que Reynard les había dado forma. Pero otros, entre los que había dignatarios eclesiásticos de rango inferior, se escandalizaron en mayor o menor medida. Aseveraron que el tallador había reflejado en aquellas figuras todos sus vicios a mayor gloria de Belial y no de Dios, y que de este modo había perpetrado una blasfemia. Por supuesto, reconocieron, las gárgolas siempre precisan de cierto carácter deforme y siniestro; sin embargo, afirmaron que en aquel caso se habían sobrepasado los límites de lo tolerable.
Con todo, al finalizarse la catedral, y pese la oposición, la gente fue asumiendo las gárgolas de
Blaise Reynard, como el resto de detalles del edificio, como parte del conjunto, de modo que prácticamente se olvidaron del asunto. El escándalo se fue atenuando y el autor de las figuras, sin perder la mala fama entre sus conciudadanos, recibió otros encargos. Se quedó en Vyones; al poco, aunque sin éxito, reparó en la hija de un tabernero, Nicolette Villom, de quien se decía que llevaba mucho tiempo enamorado a su manera hosca y retraída. Sin embargo, para nada se había olvidado de sus gárgolas A menudo, al pasar ante la soberbia mole de la catedral, alzaba la mirada para observarlas con una secreta delectación cuya causa difícilmente podía explicar o definir. Parecían atraer su atención de un modo extraño y místico, para indicar un triunfo oscuro pero placentero.
Si le hubieran preguntado, habría dicho que el motivo de su satisfacción era enorgullecerse de la obra que había producido. No habría revelado, quizá él mismo lo ignorase, que en una de ellas había vertido todo su rencor, su amargura, su odio por los habitantes de Vyones, que siempre lo habían aborrecido; y había plasmado la imagen de su resentimiento para que contemplase toda la ciudad para siempre desde un lugar elevado. Y acaso jamás hubiera imaginado que en la segunda gárgola había expresado su pasión adusta y de sátiro por Nicolette, una pasión que lo había hecho retornar a la infame ciudad de su juventud tras años de vagabundeo; una pasión singularmente obsesionada por un motivo y en ese sentido diferente de la lujuria habitual de una naturaleza tan atroz como la de Reynard.
Para el tallador de piedra, incluso más que para sus acérrimos detractores, las gárgolas eran criaturas vivas que manifestaban una vitalidad y sensibilidad singulares. Y semejaron más vívidas que nunca al término del estío, cuando las lluvias otoñales comenzaron a precipitarse sobre Vyones. Así, cuando los canalones de la catedral vertían el agua sobre las calles, cualquiera podría haber creído que las babas de una presencia maléfica, el auténtico siervo de la lujuria, se mezclaban con el agua que vomitaban las bocas de las gárgolas.
En aquella época, concretamente en el año de Nuestro Señor de 1138, Vyones constituía el núcleo principal de la provincia de Averoigne. El enorme bosque, con fama de encantado, lugar de leyendas terroríficas, fantasmas y hombres lobo, llegaba hasta los mismos muros de la ciudad por dos puntos y proyectaba sus sombras sobre ellos antes del mediodía y al anochecer. Los otros puntos estaban circundados por huertas y campos cultivados, tranquilas corrientes cuyas aguas descendían plácidamente por los meandros, entre álamos y sauces, y carreteras que cruzaban una llanura despejada hasta llegar al elevado castillo de los nobles señores y conducir a regiones allende Averoigne. "

Clark Ashton Smith
El escultor de gárgolas


¿Dónde Duermes, Eldorado?

"Vida mía, en tu alteza
Nunca olvides nuestro amor;
En tu dulce gentileza
No rechaces mi dolor.
Por siempre desterrado
De las playas del placer
Y de la magia del ayer.
¿Dónde duermes, Eldorado?
Nunca olvides este amor
En las tardes más triunfales...
Y recuerda el gran calor
Y los altos robledales;
Y recuerda nuestro mar
Soñoliento en la lejana
Dicha de una edad pagana...
No rechaces mi pesar."

Clark Ashton Smith



Dos Mitos Y Una Fábula

"¿Dónde vais, guerreros orgullosos,
con cotas fulgentes como la luna?
- Salimos a matar al Basilisco,
en simas que sólo sus ojos alumbran.
¿A dónde vais, valientes marineros,
en un bajel tintado con los colores del otoño?
- Navegamos en busca de la verdina ribera,
postrer asilo de los Unicornios.
¿A dónde vais, innominados brujos,
con mantos más bermejos que el ocaso?
- Vamos a hallar de Salomón las Clavículas,
y a liberar a los genios encerrados."

Clark Ashton Smith



El Canto Del Los Seres Libres

"Gato montés, hermano del alma,
indómito seas, sin cadenas;
no sigas senda alguna de los hombres,
y hazte fuerte en vistillas y malezas.
Halcón del cielo, compañero alado,
salvo para cazar, nunca desciendas;
y como en una atalaya, anídate en riscos
que circunden anchas torrenteras.
Gran cárabo, noctámbulo conmigo,
en claustro cavernoso de cipreses,
vela los secretos escondidos
a quien no ve la luz en las tinieblas."

Clark Ashton Smith



H. P. L.

"Fuera de la dimensión temporal,
fuera de las esferas y espacios cambiantes
—aunque el planeta loco y sus razas beligerantes
deban destruir ese instante—
él habrá de realizar misiones inmortales
y recados en críptico servicio a los reyes de Pnath,
heraldo o espía, en el camino de muchos senderos,
con golfos abajo, con dioses apagados como guía.

Un eco de su voz, una palabra desaparecida,
sigue la luz con la misma velocidad,
y se extiende por los límites del universo,
regresando una y otra vez, para ser escuchado
cuando todos los mundos y esferas se dispersen
en otros Spicas, otros Aldebaranes."

Clark Ashton Smith
poema dedicado a Lovecraft


La Isla Del Naufrago

"Huérfano de naufragio
estoy en una tierra sin jardín,
sin campos cultivados,
una isla que el volcán ha desolado
en parte, y los salvajes han invadido,
dominando ahora su mitad mayor,
las frutas y el pescado son su botín.
Ellos me sitian y me retienen
lejos de los bananos y del mar:
En este lugar
no tengo más que la desnuda roca,
en donde crecerán
un día los líquenes, cuyas hojas
mañana tras mañana no pueden
marchitar...
Ninguna vela
blanquea los verdinegros mares...
¿En tal islote,
puedo sobrevivir con los otros insulares?"

Clark Ashton Smith


Memoria Roja

"Este recuerdo vuelve todavía
de un jardín de amaranto más retinto:
los lagos del ocaso, coloreando
mi desvarío como un vino tinto;
y los rubíes, hundidos talismanes,
en tus profundos ojos de jacinto.
Un esplendor de bermellón bañaba
las hiedras y las flores fúnebres;
y de tus labios yo bebí la sangre
que de un dios manaba fuera del ciprés;
y de mi corazón llovía la vida,
la esencia de sanguinos árboles...
Pero la noche vino a apagar
los mágicos rubíes y el fuego rojo
con el licor del dios... En vano busco
aquella claridad en cielo y ojos...
hallando ya en símbolos y palabras
la orilla del río Leteo y flojo."

Clark Ashton Smith


Lo Ignoto

"Las bóvedas del tiempo y del abismo
no conocen otro ejemplar de tu beldad;
y ningún escultor es capaz de cincelar
la esencia de tu forma y de tu faz.
Atraídos por un engañoso magnetismo,
buscamos y no hallamos tu fugaz
palacio... y el farol del ocultismo
no te ha revelado en tu magnitud.
¿Te escondes en la noche estrellada?
¿o moras en el átomo profundo?
¿Descubierta, serás pira humeante?,
¿o llama nueva de un mundo inaudito?...
¿o luz del cielo en faros terrenales?...
¿o fuego fatuo de los tremedales?"

Clark Ashton Smith


Los Poetas

"Somos los dueños
De todos los sueños
De la noche o del día.
Y siempre entonamos
Esta melodía:
El mundo es el suyo,
El sol es el tuyo,
La luna es la mía."

Clark Ashton Smith











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