No te tardes que me muero

No te tardes que me muero,
carcelero,
no te tardes que me muero.

Apresura tu venida
porque no pierda la vida,
que la fe no está perdida,
carcelero,
no te tardes que me muero.

Bien sabes que la tardança
trae gran desconfiança;
ven y cumple mi esperança,
carcelero,
no te tardes que me muero.

Sácame desta cadena,
que recibo muy gran pena,
pues tu tardar me condena.
Carcelero,
no te tardes que me muero.

La primer vez que me viste
sin te vencer me venciste;
suéltame, pues me prendiste.
Carcelero,
no te tardes que me muero.

La llave para soltarme
ha de ser galardonarme,
proponiendo no olvidarme.
Carcelero,
no te tardes que me muero.

Fin

Y siempre cuanto vivieres
haré lo que tú quisieres
si merced hacerme quieres.
Carcelero,
no te tardes que me muero.

Juan del Encina



"Oy comamos y bebamos y cantemos y holguemos que mañana ayunaremos."

Juan de Fermoselle, más conocido como Juan del Encina —en la grafía actual de su nombre— o Juan del Enzina


Pues que mi triste penar

Pues que mi triste penar 
siempre crece y es más fuerte, 
más me valdría la muerte. 

Que la gloria que recibo 
en ver vuestra hermosura, 
me tiene siempre cativo 
con dolores y tristura, 
y me haze dessear, 
viendo mi passión tan fuerte, 
mil vezes, triste, la muerte. 

Y con este tal desseo 
bivo sin vida penando, 
que jamás nunca posseo 
el galardón que demando; 
y querría ya trocar 
esta desastrada suerte 
por bivir vida sin muerte. 


Fin 

Es dulce penosa vida 
viniendo de vuestra mano, 
mas no siendo vos servida 
el morir es lo más sano; 
y en morir la vida gano, 
siendo tan triste mi suerte. 
¡Más me valdría la muerte!

Juan del Encina


  Romance

Yo me estava reposando, 
durmiendo como solía. 
Recordé, triste, llorando 
con gran pena que sentía. 
Levantéme muy sin tiento 
de la cama en que dormía, 
cercado de pensamiento, 
que valer no me podía. 
Mi passión era tan fuerte 
que de mí yo no sabía. 
Conmigo estava la Muerte 
por tenerme compañía. 
Lo que más me fatigava 
no era porque muría, 
mas era porque dexava 
de servir a quien servía. 
Servía yo una señora 
que más que a mí la quería, 
y ella fue la causadora 
de mi mal sin mejoría. 
La media noche passada, 
ya que era cerca el día, 
salíme de mi posada 
por ver si descansaría. 
Fui para donde morava 
aquella que más quería, 
por quien yo triste penava, 
mas ella no parecía. 
Andando todo turbado 
con las ansias que tenía, 
vi venir a mi Cuidado 
dando bozes, y dezía: 
«Si dormís, linda señora, 
recordad por cortesía, 
pues que fuestes causadora 
de la desventura mía. 
Remediad mi gran tristura, 
satisfazed mi porfía, 
porque si falta ventura 
del todo me perdería.» 
Y con mis ojos llorosos, 
un triste llanto hazía 
con sospiros congoxosos, 
y nadie lo parecía. 
En estas cuitas estando, 
como vi que esclarecía, 
a mi casa sospirando 
me bolví sin alegría.

Juan del Encina