"El éxito no da ni quita la razón a las cosas".

Antonio Cánovas del Castillo


“Hace mucho tiempo que yo hubiera dejado de intervenir en el gobierno de este país, si esperase como recompensa de mis actos la gratitud.”

Antonio Cánovas del Castillo


Hasta el último hombre y hasta la última peseta.”

Antonio Cánovas del Castillo



"La libertad sin una autoridad fuerte e incólume, no es libertad al cabo de poco tiempo, sino anarquía."

Antonio Cánovas del Castillo



"La política es el arte de aplicar en cada época aquella parte del ideal que las circunstancias hacen posible."

Antonio Cánovas del Castillo



"Los Ministros que entendían en las cosas de Portugal, Miguel de Vasconcellos y Diego Suárez, eran á semejanza de aquel funesto protonotario de la Corona de Aragón, D. Gerónimo de Villanueva, hechuras y aduladores del Conde-Duque, vendidos á sus intereses y caprichos, y, por tanto, universalmente aborrecidos de los naturales: en todas partes los mismos yerros. Se necesitó dinero y gente, no se quiso acudir á las Cortes portuguesas, tan parcas en conceder uno y otro, como todas las de España, y sin tal requisito se mandó á los pueblos que aprontasen una contribución crecida y que enviasen á Castilla mucho número de soldados. Se alborotó Portugal con esta nueva. Llegó á tal extremo la oposición y el odio á los castellanos, que hasta los curas y predicadores, después de los sermones y misas, prescribían públicamente á sus agentes rezos y plegarias para que Dios los librase de tal Gobierno. Se alzaron en poco en encubierta rebelión, corriendo aún el año de 1636 muchos lugares de los Algarbes, dando por causa el no pagar una nueva contribución de cinco por ciento, impuesta sobre las rentas y mercaderías, y en Evora principalmente llegaron los desórdenes á ofrecer cuidado. Sosegóse, sin embargo, el tumulto, quedando satisfechos el Rey y los cortesanos, de manera que el Consejo de Castilla primero, y luego los procuradores de las Cortes de Castilla, tan vendidos por aquel tiempo al Poder, propusieron al Rey en 1639 que atendiendo á los méritos de Olivares por haber librado á Portugal de un levantamiento, conservándolo unido á Castilla, al propio tiempo que por la disposición del socorro de Fuenterrabía, se le hiciesen ciertas mercedes muy grandes. Accedió el Rey á la súplica y se las hizo: ¡ridícula farsa urdida por el favorito, y tan deshonrosa para el Consejo como para las Cortes! Pero Suárez y Vasconcellos no tardaron en comunicar á Madrid que aquellas chispas no eran hijas del acaso, sino un incendio oculto, que antes de mucho, sin grandes y oportunos remedios, habría de abrasar todo Portugal: lo único que faltó fue que acertasen con tales remedios."

Antonio Cánovas del Castillo
Historia de la decadencia de España


"No hay más alianzas que las que trazan los intereses, ni las habrá jamás."

Antonio Cánovas del Castillo



"Nunca me enfado por lo que la gente me pide sino por lo que me niega."

Antonio Cánovas del Castillo


"Para acabar con la insurrección en Cuba sólo hacen falta tres balas, una para Martí, otra para Maceo y otra para Gómez."

Antonio Cánovas del Castillo


"Pasaron seis meses tranquilamente, ó, al menos, sin alteración alguna en las cosas del reino.
El rumor de la renuncia del rey, que, como suele suceder en estas cosas, había ya comenzado á correr entre la muchedumbre, fuese lentamente apagando.
Los ricos hombres y prelados, alarmados en los principios con los recelos de Lizana y la revelación de Roldán, llegaron á creer que no se realizarían ya ninguno de los intentos del rey, y que todo seguiría como hasta entonces. Dábales mayor motivo á esta creencia el ver que D. Ramiro no replicaba á ninguna de sus pretensiones, antes bien dejaba en sus manos cuantos castillos y haciendas le pedían, y no disponía nada sin su consejo. Aun parecía que se afanase más que al principio por hacerse amar de ellos y tenerlos contentos y satisfechos.
Únicamente la reina doña Inés, en soledad de continuo, y de continuo llorosa, era sabedora del secreto y vivía con zozobra; y sentía que el pesar se le aumentaba á medida que más cerca llegaban los sucesos.
La bella hija de los condes de Poitiers había salvado los derechos de su hijo; pero no había sido sino á costa de los suyos propios.
En adelante sólo la ternura filial podía ocupar sus horas, porque, de esposa, no le quedaba más que el nombre, y, de reina, sólo le quedaba escaso tiempo y azarosa vida.
Y en tanto pesar la desventurada doña Inés no contaba siquiera con el consuelo de depositar sus confianzas en un pecho amigo. Porque ni á su esposo le veía sino en público, ni en su corte había otra persona que le inspirase cariño sino aquella Castana su doncella, en la cual era mayor el buen deseo que no la cordura; de suerte que no parecía prudente poner en sus manos secreto de tanta monta.
Sin embargo, con esta Castana era sólo con quien hallaba algún alivio la reina, recordando á su lado cosas pasadas, como las fiestas del día de su boda, y las aclamaciones con que fue recibida por la corte de Aragón al llegar á la frontera, y el llanto de sus padres, al dejar tal hija en tierra extraña. Hablaron también en diversas ocasiones del azar del día de la coronación, del peligro del rey, de la destreza del almogávar, y, tan pequeño, como debía serlo á los ojos de una reina cuanto se refiriese al hijo de las montañas, ello era que nunca dejaba de detener en él las pláticas, poniendo más de una vez colorada á Castana.
La sencillez de esta en el responder, y el poco arte con que ocultaba sus sentimientos, hubieran hecho que adivinase la reina antes de mucho, que ella adoraba en el almogávar. Pero con el diálogo que acertó á oír la noche infeliz del baile, no tenía ya que adivinarlo, sabiendo que, no era otro que este, el amante con quien la había sorprendido.
Pero imaginó que parte del cariño que Castana le profesaba, era debido al favor que había hecho al rey; y amando más que nunca á Castana, y estimando tanto como estimaba al almogávar, se propuso hacerlos felices, siendo ella misma su protectora y madrina en el matrimonio."

Antonio Cánovas del Castillo
La campana de Huesca


"Quien espera gratitud inmediata por sus servicios reales y posibles no merece llamarse hombre de Estado."

Antonio Cánovas del Castillo










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