1) El testimonio documental más antiguo de la existencia de una astrología propiamente dicha data aproximadamente del año 1800 a. C. En esa época la astrología no parece haber estado tan desarrollada como otras técnicas adivinatorias.
2) Los nombres de los dioses no parecen haberse aplicado a los planetas, al menos en la época histórica. La estrella Venus no era Ishtar, sino «la estrella de Ishtar» (su dominio, su símbolo o «imagen»), sin transferencia de prerrogativas divinas al astro. Es posible que los babilonios enseñaran a los griegos a relacionar los planetas con los dioses, pero no les transmitieron su astrología.
3) El «Ninib» de Cumont y de sus garantes se lee hoy «Ninurta». Este dios es mejor conocido y preside la agricultura, y sobre todo la guerra (contra los montañeses del este y el noreste); es joven y vigoroso, y por lo tanto no se parece a Kronos.
4) Saturno, o más exactamente su planeta, era conocido en Mesopotamia con el nombre de SAG.US, correspondiente al acadio kayamânu, que quiere decir «el fijo», «el sólido», «el constante». También se escribía, en sumerio, UDU.IDIM.SAG.UŠ: ese UDU.IDIM (en sumerio UDU, «cordero», e IDIM, «poderoso», «de talla») es el nombre genérico de los planetas; corresponde en acadio a bibbu, «muflón», por la movilidad, la vida errante e independiente del muflón, frente a la placidez del cordero doméstico. El nombre kayaman ha pasado a otras lenguas: kijjûn en hebreo (Amos, 5, 26), kaiwân en árabe. Si al astro en cuestión se le calificaba de «constante» es, al parecer, porque mostraba menos anomalías y cambios de aspecto que los otros; de ahí que se le equiparase con el Sol, e incluso se le diera el nombre de éste, llamándole a la vez «estrella de la justicia y del derecho»: el dios del Sol era el de la justicia. Saturno era la estrella del dios Ninurta, el dios guerrero arcaico que hemos citado más arriba.
5) No se sabe que en Mesopotamia hubiera planetas «buenos» ni «malos» (cf. pág. 150). La clasificación de los días en «favorables» y «desfavorables» se basa en criterios que no tienen nada que ver con la astrología, hemerológicos o menológicos (de una técnica particular de adivinación), o en creencias que en general desconocemos].

Jean Bottéro
Tomada del libro de Erwin Panofsky, Fritz Saxl y Raymond Klibansky Saturno y la melancolía, página 584







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