"Alta, flaca, vestida de terciopelo negro, con un largo, blanquísimo cuello de cisne. Los ojos azules. Los cabellos de oro. Infinitamente dulce, aérea, alegre. ¡Ah, si encontrase una criatura semejante…! Cada noche la acompañaría a su cuarto, la desnudaría, y la metería en el lecho cubriéndolo de rosas. Y correría al burdel en busca de una puta gorda, desinhibida y vulgar."

Indro Montanelli


"Antes de obedecerlo, de la Rovere se lavó la cara, volvió a peinarse el ralo pelo, se puso la sahariana, que se abrochó despacio, limpió el monóculo con el pañuelo, se lo caló en el ojo derecho y, seguido por el brigada, atravesó toda la galería con la cabeza alta, devolviendo con el saludo militar los que le hacían con una inclinación los detenidos destinados a la limpieza de la galería.
La vigilancia especial a la que todavía estaba sometido no le permitía salir a pasear con los demás. Franz lo condujo solo, no al patio en forma de estrella, sino al jardín, en el fondo del cual tres prisioneros ingleses jugaban con una pelota de goma. Eran tres oficiales liberados el 8 de septiembre de un campo de concentración, sorprendidos por los alemanes en Milán vestidos de paisano y retenidos allí, tal vez en espera de alguna orden de traslado atascada en el engranaje burocrático. Dormían también en una celda de la quinta galería, pero no tenían casi relación alguna con los demás detenidos, un poco porque gozaban del privilegio de estar todo el día al aire libre, y otro poco porque ellos mismos tenían interés en permanecer apartados. Fueron los únicos que no saludaron al general, quien parecía no haber advertido su presencia. El general caminaba de un lado a otro, parándose de vez en cuando para llenarse los pulmones de aire, o bien para contemplar las flores que crecían en los arriates bastante bien cuidados. En un momento dado, arrancó una pensée y se la puso en el ojal sin que Franz protestase. Habitualmente, éste castigaba con diez azotes cada atentado a flores o animales. Era su manera de concebir el «civismo».
En aquel momento, una pelota de goma, chutada torpemente por uno de los jugadores, sobrevoló la cabeza del general y fue a toparse con la del brigada. Furioso, el alemán la recogió del suelo, y sacando una navaja del bolsillo, la desgarró, tirándosela desinflada a los tres ingleses."

Indro Montanelli
El General de la Rovere



"Cada poco sufro ataques de humildad. Me digo que solo soy un hábil taraceador de frases y que más que convencer al lector, intento sorprenderle con medios a veces poco lícitos; que soy más pícaro que valiente, etcétera. Pero luego, al final, invariablemente, concluyo que solo aquellos que tienen mucho talento dudan de su propio talento. Y así, a las muchas virtudes que en los momentos de orgullo me atribuía, acabo añadiendo, por humildad, la modestia."

Indro Montanelli



"¡En el fondo, qué aburrimiento tener que fingir maldad sólo porque la bondad esté de moda!"

Indro Montanelli



“La izquierda ama tanto a los pobres que multiplica su número en cuanto llega al poder.”

Indro Montanelli


"Lo que hace grande la historia de Roma no es que haya sido hecha por hombres diferentes a nosotros, sino que haya sido hecha por hombres como nosotros. Ellos no tenían nada de sobrenatural, pues si lo hubiesen tenido nos faltarían razones para admirarles. Entre Cicerón y Carnelutti hay muchos puntos en común. César fue de joven un gran canalla, mujeriego toda su vida y peinaba bisoñé porque se avergonzaba de su calvicie. Esto no contradice su grandeza de general y de hombre de Estado. Augusto no pasó todo su tiempo, como una máquina, organizando el Imperio, sino también combatiendo la colitis y los reumatismos, y por poco no perdió su primera batalla, contra Casio y Bruto, a causa de un ataque de diarrea."

Indro Montanelli
Historia de Roma


"Para dirigir una discusión entre italianos se necesita una metralleta."

Indro Montanelli












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