"Deben creerse todas las cosas, porque todas las cosas son fáciles para Dios. Nada le es imposible, y en consecuencia nada es increíble."

Agrippa de Nettesheim


"El alma del mundo es una determinada vida única, que llena todo, que nutre todo, que liga y une todas las cosas, de manera que convierte a todo el mundo en una máquina; es como un monocordio que resuena a través de los tres géneros de criaturas, a saber, el intelectual, el celeste y el corruptible, por medio de un solo soplo y una sola vida."

Heinrich Cornelius Agrippa von Nettesheim, Enrique Cornelio Agripa de Nettesheim, o Agrippa de Nettesheim



"El alma humana posee, por el mero hecho de formar parte de la esencia universal, un poder maravilloso. Quien de él se adueña puede remontarse en conocimientos hasta una altura tan grande como pueda imaginar, a condición sólo de permanecer íntimamente unido a dicha fuerza… La Verdad y el porvenir pueden mostrarse continuamente a los ojos del alma; su poder ya no conoce límites; el tiempo y el espacio desaparecen ante la mirada de águila del alma inmortal…"

Heinrich Cornelius Agrippa von Nettesheim
Cornelio Agripa
Tomado del libro Narraciones Ocultistas y Cuentos Macabros de H.P.Blavatsky comentado por Mario Roso de Luna



"El Septenario es el número del poder variado y múltiple; está compuesto por uno y seis, o dos y cinco, o tres y cuatro; tiene la unidad que lo vincula con un doble trinario; por ello, si se consideran todos sus miembros y lo que lo compone se reconocerá sin duda que, tanto por sus partes conjuntas como por
sí mismo en particular, está lleno de toda suerte de majestad.
Los pitagóricos le llaman el vehículo de la vida humana, pues no cambia en función de sus partes sino que se perfecciona por propio derecho de su totalidad, ya que abarca el cuerpo y el alma; porque el cuerpo está compuesto por cuatro elementos en cuatro cualidades, el número trinario considera al alma por su triple fuerza, a saber, la razonable, la irascible y la concupiscible.
El septenario está compuesto, pues, por tres y cuatro junto al alma en el cuerpo.
La virtud de este número sirve también para la regeneración del ser humano para componerle, hacerle concebir, formar, parir, nutrir y vivir. Tan pronto el vientre recibe la semilla genital, si permanece siete horas sin efusión, vive seguramente; y los primeros siete días se prende o coa-gula, y se adecua para adoptar la figura humana; luego produce niños que se llaman sietemesinos, es decir, nacidos en siete meses. Después del nacimiento, en la séptima hora decide la vida del niño, pues pasado este número, quien puede sufrir el aire es considerado ser nacido para la vida.
Después de siete días, expulsa el resto de su ombligo; después de dos veces siete días su vista empieza a volverse hacia la luz; al tercer septenario, vuelve libremente sus ojos y todo su rostro; después de siete meses comienzan a formarse los dientes; después del segundo número septenario de meses, se sienta sin temor a caer; después del tercer septenario empieza a hablar; después del cuarto septenario se mantiene firme de pie y camina; después del quinto septenario de meses, comienza a rehusar la leche de su nodriza.
A los siete años, se le caen los primeros dientes, y le salen otros más apropiados para el alimento sólido, y llega a hablar por completo. Después del segundo septenario de años, los niños entran en la pubertad, y para ese entonces comienzan a engendrar.
En el tercer septenario de años, el hombre se torna grande. Crece, su cuerpo se extiende en largo, y la forma de su talla se completa hasta el cuarto septenario. En el quinto, acaba de crecer y fortalecerse. En el sexto, conserva las fuerzas adquiridas. En el séptimo septenario de sus años, se torna prudente y su edad se perfecciona. Y cuando llega a los séptimos decenios, alcanza el término común de su vida, como dice el Profeta: Los días de nuestros años son setenta años.
Asimismo, la talla más alta del hombre es de siete pies. También hay siete grados en el cuerpo, que completan su dimensión, del interior hasta la superficie, a saber, el tuétano, el hueso, el nervio, la vena, la arteria, la carne y la piel. Hay siete miembros que los griegos llaman negros: la lengua, el corazón, el hígado, el pulmón, el bazo y los riñones.
Dios creó, asimismo, el alma de seis partes, como lo testimonia el divino Platón en su Timeo; el alma recibe también su cuerpo a través del número septenario. La diferencia de las voces llega hasta el séptimo grado después del cual reinicia la misma progresión. Hay siete modulaciones de la voz: el diton, el semiditon, el diatessaron, el diapente con un tono, el diapente con un semitono y el diapasón.
La Luna, séptimo planeta, observa este número por encima de todos los demás; y este número gobierna su movimiento y su luz; pues en veintiocho días gira totalmente en torno del Zodíaco, y el número septenario completa este número de días por sus términos desde uno a siete, agregando a los números que preceden tanto cuando ellos expresan, y concreta cuatro septenarios de días durante los cuales la luna va y vuelve en toda la extensión del Zodíaco, en largo y en ancho; y por medio de septenarios semejantes de días comunica su luz, cambiando de orden; pues en el primer septenario crece como hasta la mitad de su redondez, o de su globo partido en dos; en el tercero, mengua de nuevo y se encierra en su globo; y después del cuarto septenario está por fin en su último menguante; por los mismos septenarios crea las altas y bajas mareas; pues al comenzar el creciente, o en en el primer septenario de la luna, mengua poco a poco; en el segundo, crece por grados; en el tercer septenario se parece al primero, y en el cuarto realiza lo mismo que el segundo.
También se adecua a Saturno, que es el séptimo planeta, a partir de los inferiores, y significa reposo, se le atribuye el séptimo día.
Hay todavía grandes señales de su veneración en la religión, porque se le llama el número del juramento. Por esa razón los hebreos dicen que jurar es "septenar", como si se tratase del juramento por siete.
El séptimo día el creador dejó de trabajar y descansó; por ello Moisés llama Sabbath a este día, es decir, el día de descanso; por ello el CRISTO descansó el séptimo día en el sepulcro.
En el Apocalipsis había siete lámparas ardientes ante el trono de Dios, y siete candelabros de oro en medio de los cuales había una imagen semejante al Hijo del Hombre, que tenía en su mano derecha siete estrellas.
Asimismo, había siete espíritus Ante el trono de Dios, y siete ángeles ubicados ante Dios, y tenían siete trompetas; Juan vio también un cordero con siete cuernos y siete ojos; un libro sellado con siete sellos, y al abrirse el séptimo, el cielo quedó en silencio.
Este número es, sobre todo, muy considerado en las Sagradas Escrituras, con sus grandes y diferentes misterios, de los que hemos mencionado muchos, de donde surge fácilmente que el número septenario significa la plenitud de los misterios divinos.
Hay siete candelabros, siete estrellas, siete coronas, siete iglesias, siete espíritus ante el trono, siete ríos de Egipto, siete sellos, siete cuernos, siete ojos, siete espíritus de Dios, siete ángeles con siete trompetas, siete cuernos de un dragón, siete cabezas de dragón con siete diademas, siete plagas, siete redomas sostenidas por siete ángeles; siete cabezas de la bestia roja, siete montañas y siete reyes encima, y se hacen oír siete truenos.
Es menester mencionar aquí los siete días, los siete planetas, las siete Pléyades, los siete ángeles del mundo, lo siete cambios del hombre, las siete artes liberales, las siete mecánicas, las siete vedadas, y los siete colores, los siete metales, los siete orificios de la cabeza humana, los siete pares de nervios, las siete colinas de Roma, los siete sabios de la época del profeta Jeremías, y los siete sabios de Grecia; asimismo, Roma ardió durante siete días en la época de Nerón.
Para coronar a un Emperador tienen lugar siete actos solemnes; son necesarios siete testigos para un testamento; hay siete penas civiles y siete canónicas, y siete horas canónicas; el sacerdote saluda siete veces durante la misa; Adán y Eva estuvieron siete días en el Paraíso; hay siete hombres cuyo nacimiento predijeron los ángeles, a saber, Ismael, Isaac, Sansón, Jeremías, Juan Bautista, Santiago, hermano de nuestro Señor, y Jesucristo.
En fin, este número tiene grandísima virtud tanto para el bien como para el mal".
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Cornelius Agrippa
Filosofía Oculta, 1531.
"EL NUMERO SEPTENARIO Y SU ESCALA", Capítulo X.




"El Sol da luz a todas las cosas con sus propias reservas, y efectúa una copiosa distribución no sólo en el cielo y en el aire sino también sobre la tierra, y en lo más profundo del abismo."

Agrippa de Nettesheim



"En cuanto a la Esperanza, firme en lo que pide, sin dudas, inquebrantable, nutrirá al espíritu y lo perfeccionará, estableciendo particularmente todas las cosas en el bien."

Agrippa de Nettesheim


"En cuanto a la Fe, no fundada sobre palabras humanas sino sobre la revelación, ilumina todas las cosas del universo, pues, al descender de lo alto, proceder de la primera Luz y ser más cercana, es mucho más noble y digna que las ciencias."

Agrippa de Nettesheim



"Los rayos de los astros, animados, vivos, sensibles, portadores de dones y cualidades maravillosas, y de un fortísimo poder, al instante y al menor contacto imprimen sobre las imágenes fuerzas milagrosas en una materia que dista de estar bien preparada."

Agrippa de Nettesheim




"Y no por esto ocurre que dichas artes carezcan de valor, porque,
si ciertamente no lo tuvieran y no pudiera hacerse, mediante su
auxilio, muchas cosas prodigiosas y perjudiciales, las leyes divinas y humanas, no hubiesen desplegado tanto rigor para perseguirlas y exterminarlas."

Agrippa de Nettesheim









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