"El diámetro de la Tierra, por ejemplo, es de una millonésima del diámetro del sistema solar; pero el diámetro del sistema solar es quizás únicamente de una cuarentamillonésima del de la Vía Láctea. Cuando encontramos estas mismas proporciones en nuestro propio sistema, no es entre el Sol y los planetas, sino entre el Sol y los satélites de los planetas… Por analogía de escala y masa, cabría esperar que el sistema solar girara alrededor de alguna gran entidad, que, a su vez, girara en torno al centro de la Vía Láctea, del mismo modo que la Luna gira alrededor de la Tierra, que, a su vez, gira en torno al Sol. ¿Qué es y dónde está este «sol» de nuestro Sol? Se han hecho varios intentos de distinguir un sistema «local» dentro de la Vía Láctea, especialmente por parte de Charlier, quien en 1916 pareció haber establecido un grupo de 2.000 años luz de envergadura, cuyo centro se situaba a varios cientos de años luz en la dirección de Argos. Si estudiamos nuestro entorno inmediato en la galaxia, hallamos una interesante gradación de estrellas, dos de las cuales resultan sugerentes desde este punto de vista. Dentro del límite de 10 años luz encontramos una estrella de magnitud parecida a la de nuestro Sol, y Sirio, que es más de 20 veces más brillante. A una distancia de entre 40 y 70 años luz encontramos cinco estrellas mucho mayores, de 100 a 250 veces más brillantes; entre 70 y 200 años luz, otras siete aún más grandes…, y entre 300 y 700 años luz, seis inmensas gigantes decenas de miles de veces más brillantes. La mayor de ellas, Canope, que se encuentra a 625 años luz, exactamente en la estela del sistema solar, y que es 100.000 veces más brillante que nuestro Sol, podría ser, de hecho, el «sol» del sistema local de Charlier… El objeto más brillante del firmamento, después de los del propio sistema solar, es, por supuesto, la estrella doble de Sirio… Por su distancia física, así como por su brillo y su masa, parece que un sistema siriano llenaría de algún modo la excesiva brecha que separa a los dos cosmos del sistema solar y la Vía Láctea. De hecho, la distancia del Sol a Sirio —un millón de veces la distancia de la Tierra al Sol— encaja naturalmente en la escala de proporciones cósmicas mencionada, y proporcionó a los astrónomos del siglo XIX una excelente unidad de medida celeste, el «siriómetro», hoy por desgracia abandonada."

Rodney Collin
The Theory of Celestial Influence, Stuart, 1954, pp. 14-15.
Tomada del libro La serpiente celeste de John Anthony West, página 191









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