"Un solo rasgo podía evocar múltiples formas, mitos o fuerzas espirituales… así, [el templo] se convertía en un microcosmos de Egipto y del cosmos entero donde realmente tenía lugar ese encuentro del dios con el hombre… Cada rasgo de un templo estaba condicionado y se explicaba por toda una red de símbolos… Para los egipcios, la esencia de un ser residía en su nombre; lo que para nosotros no es más que un juego de palabras más bien malo, para ellos era una explicación teológica. Del templo antiguo, el nuevo heredaba parte del ritual del ciclo mitológico en el que se había de basar el programa simbólico… Si tratamos de convertir los templos en idealizaciones de la forma humana… iremos por un camino completamente equivocado."

J. L. Decenival
Living Architecture, Egyptian, Oldbourne, 1964, passim.
Tomada del libro La serpiente celeste de John Anthony West, página 300


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