“A medida que se van haciendo hombres, los niños cambian de juguetes, pero no renuncian a jugar.”

Julio Camba
El Mundo, 23/12/1907



¡Adiós!

Malancólicas márgenes del Umia,
Si supiera cantar os cantaría,
Mas la pena que embarga mis sentidos
o puede traducirse en harmonías.
Sentado en una roca, veo el agua
rrastrando hacia el mar su hermosa linfa
Y mis ojos derraman en la arena
Un torrente de lágrimas dulcísimas...
¿Cómo puede brindarnos el talento
Más sublime y más dulce despedida?
En el lenguaje del dolor profundo
Hace el llanto las veces de la tinta.

Julio Camba Andreu


"Algunas veces yo había acariciado el propósito de ser un grande hombre, como tantos otros; pero ahora he resuelto renunciar definitivamente a semejante idea. Mientras la inmortalidad sea una cosa tan parecida a la vida corriente, y mientras en ella deba uno preocuparse también del almidonado de la tirilla, no creo que valga la pena ser inmortal."

Julio Camba Andreu
La rana viajera


"Cada tres o cuatro siglos vienen unos hombres; se ponen a barrer, a fregar, a empapelar y a repintar el mundo. ¿Lo dejan mejor? Probablemente, no; pero esto no importa. Le quitan el polvo, lo refrescan, lo varían y le dan un interés nuevo. Si los revolucionarios pudieran cambiar de planeta de vez en cuando, e irse a pasar una temporada con los marcianos o con los selenitas, el mundo, seguramente, no sufriría tantas transformaciones. Por desgracia, las comunicaciones interplanetarias no han pasado aún de la categoría de proyecto, y cuando la humanidad se aburre en su viejo domicilio, comienza a coger trastos y a echarlos patas arriba."

Julio Camba Andreu
La rana viajera



“Carnes, carnes excelentes, preparadas del modo más sencillo. Carnes y pescados: tal es la base principal de lo que llamaremos cocina inglesa. Luego viene una serie de papillas, cremas, sopas de leche, confituras y mermeladas, alimentación puramente infantil que nos revela al pueblo inglés como un pueblo que no ha alcanzado aún la mayoría de edad.” 

Julio Camba Andreu


“El español es poco amigo de pensar, pero si piensa no hay otro pensamiento más que el suyo.” 

Julio Camba Andreu



El hambre
(disertación humorística sobre un tema fúnebre )

No conozco un oficio más repugnante que el de consolar al hambriento, sobre todo si el consuelo se le da en filosofía o en literatura. Ambas materias tienen, con la ventaja de entretener, el inconveniente de no nutrir, y nada me parece más innoble que usurpar, mediante una amena disertación, el tiempo que un hombre necesita para procurarse el sustento. 

El hambre de los trabajadores demuestra una cosa: que es preferible ser rico a ser pobre, aun a falta de esos cronistas sentimentales que idealizan la miseria, diciendo que es en ella donde está la virtud. La virtud es un lujo demasiado caro y sus resplandores, sobre el rostro de una hermosa muchacha que no haya comido, no serán menos absurdos que lo serían sobre su cuello los de un collar de diamantes ¡tan fácil de desprender y de empeñar! 

Los pobres poseen esa triste sabiduría que entre un lirio de Florencia y una hortaliza murciana les lleva a escoger la hortaliza murciana, y que entre una rosa de Alejandría y unos garbanzos castellanos, les hace optar por los garbanzos castellanos. Saben apreciar lo útil a costa de lo agradable y obran lógicamente ya que la naturaleza no ha puesto en las patatas el perfume de los nardos ni dispuso que las mariposas fuesen tan alimenticias como los corderos. Y no seré yo quien reproche a los pobres por esta falta de idealidad. Creo que para amar la hermosura de la nieve es necesario estar bien abrigado, y que, para apreciar la belleza del rocío, de las auroras y de los crepúsculos -cosas vaporosas y etéreas- se necesita llevar en el vientre la mitad, por lo menos, de la grasa que pueda contener en el suyo un comerciante de ultramarinos. Una mujer fea, pero casta, un escritor malo, pero modesto y un hombre pobre, pero honrado: he aquí tres sustantivos que para nada necesitan de sus adjetivos. Sobre todo en el último caso, donde el adjetivo, a más de sobrar, molesta. 

De todo lo cual se deduce que el pobre no tiene consuelo ni en verso ni en prosa. Los poetas podrán, si quieren, darle hemistiquios; pero ha de ser después de las chuletas y a manera de postre. Antes aún había para los pobres una esperanza: la del cielo. Esta esperanza ha sido ya destruida, y hoy, como los pobres no se labren un paraíso en la tierra, pueden tener por seguro que su honestidad y su virtud, muy útiles para los ricos, habrán de ser para ellos perfectamente estériles. 

Para consolar al pobre será menester engañarlo y este engaño se realizará en cuanto se pretenda apaciguar su hambre con un vaso de lágrimas. En su famoso artículo "Las palabras" ha escrito Larra unas líneas que vienen muy bien aquí: "Preséntele usted a un león devorado del hambre (cualidad única en que puede comparase el hombre al león) preséntele usted un carnero y verá usted precipitarse a la fiera sobre la inocente presa con aquella oportunidad, aquella fuerza, aquella seguridad que requiere una necesidad positiva que está por satisfacer. Preséntele usted al lado un artículo de un periódico, el más lindamente escrito y redactado, háblele usted de felicidad, de orden, de bienestar; y apártese usted algún tanto, no sea que, si lo entiende, le demuestre su garra que su única felicidad consiste en comérselo a usted".

¡Consolar al pobre! Tengo para mí que sería mucho más útil destruirlo. El pobre no tiene razón de ser. Su pobreza está en pugna con todas las leyes naturales y con todos los preceptos de la ciencia. Un buen gobierno sería aquel que eliminase a los pobres de la sociedad, para lo cual bastaría con prescindir de los ricos. El pobre no tiene razón alguna que le consuele de su pobreza. Los ricos se empeñan en dársela, porque a los ricos les conviene la resignación de los pobres; pero los que no son ricos ¿para qué van a esforzarse en revestir con apariencias de hermosura, de bondad o de virtud una cosa tan fea, tan sucia, tan triste como la miseria? Esa literatura sentimental aplicada a un problema esencialmente económico -el problema del hambre- ejerce sobre los pobres una función reaccionaria y vil. Mejor sería escribir elogios de la riqueza y dedicárselos a los pobres. Al hambriento que estuviese ante el escaparate de un restaurant de lujo, se explicaría que el dueño lo expulsara de allí; pero no que lo cogiese de la mano y con igual objeto un transeúnte que no tuviera en la tienda interés alguno. A los pobres, como a los enfermos y a los maridos ultrajados, hay que decirles la verdad para que luego se echen sus cuentas. La verdad de los pobres es que su condición les hace sucios, incultos, inútiles y desgraciados; que caminan por el mundo fatigados bajo el peso de la felicidad ajena, y que el día en que se irguiesen, echarían al suelo esta felicidad. He aquí la verdad de los pobres. Después de haberla dicho, es posible que me encuentre a un pobre en la calle y me enternezca hasta el punto de darle una pequeña limosna, que al fin y al cabo, uno es también un sentimental. Pero ya en mi casa, no me acostaré creyendo que hice una buena acción, porque sé demasiado que la tranquilidad de la conciencia no se puede comprar por una moneda de calderilla. 

En mi casa diré como Anatole France: "Hoy he realizado una mala obra: le he dado una limosna a un pobre…".

5 de abril de 1906 

Julio Camba Andreu
 ¡Oh, justo, sutil y poderoso veneno! Los escritos de la anarquía



“El primer francés que se comió un caracol no era, ciertamente, un epicúreo, sino un hambriento.” 

Julio Camba Andreu



“El principio de la industria americana, que consiste, según he dicho tantas veces, en estandardizar a los hombres para poder estandardizar las mercancías.”

Julio Camba Andreu


“El que sea capaz de quedarse con ganas ante un buen plato por temor a engordar, se quedará también con ganas ante todas las otras cosas agradables que hay en la vida.” 

Julio Camba Andreu



“En Francia, en España, en todas partes, uno es una persona cuando tiene personalidad. Aquí [en Inglaterra] no se es persona mientras no se pierde la personalidad por entero.”

Julio Camba Andreu



"Hay dos morales: una urbana y otra playera; una veraniega y otra invernal; dos morales que corresponden a dos distintas maneras de vestir. (…) Con un traje recio y complicado, la virtud no supone esfuerzo ninguno. Con un traje de baño, en cambio, hace falta que una mujer sea verdaderamente virtuosa para que no se deje seducir por la línea de menor resistencia que le ofrecen las tentaciones."

Julio Camba Andreu


 “Hay un argumento muy sencillo para desacreditar al mar y al campo como elementos terapéuticos: el de que en el campo y a orillas del mar existen las mismas enfermedades que en Madrid. Parece que los médicos de Madrid se han puesto de acuerdo con los de provincias para enviarse unos a otros los enfermos incurables. Estos enfermos se van a Madrid atraídos por el prestigio científico de los médicos madrileños, los cuales los devuelven al poco tiempo a provincias, diciéndoles  que les hace falta paz, oxígeno y yodo. Por mi parte, yo nunca he creído en más yodo que el de la tintura de yodo. Si efectivamente sirvieran para algo el yodo marino y el oxígeno serrano, aquí no habría tisis ni neurastenia; pero llega uno aquí y se encuentra inmediatamente con veinte escritores regionales, que le dicen a uno:

—Este medio me ahoga. Tengo una neurastenia horrible…

¿Qué pensar de la terapéutica del mar y del campo?  Los madrileños se vienen a provincias a aspirar las emanaciones de los pinos y el yodo del mar, mientras los provincianos se van a Madrid a tomar el yodo en gotas de tintura y la savia de los pinos y de las hayas en un jarabe. Hay un doctor en Madrid  que ha establecido un consultorio de enfernedades pulmonares, a las que trata haciéndole respirar al enfermo aires marinos que el doctor dice que son frescos porque los fabrica a diario. Me parece un poco ridículo eso de que se ponga a soplarle a los tuberculosos con un fuelle lleno de sales y de algas. Si lo hace por distraerlos, muy bien; pero, en este caso, mejor sería que los mandase al estanque del Retiro.

El procedimiento de los medicamentos me parece bastante razonable. Yo gozo mucho con los medicamentos, sobre todo por la lectura de los prospectos. No conozco filosofía más consoladora que la de los prospectos de los medicamentos. Son siempre optimistas , y, si no curan, entretienen. Le recomiendo especialmente al lector los anuncios a base de creosota, en los que hay poéticas descripciones de los bosques septentrionales.”

Julio Camba Andreu



“La alegría es siempre ruidosa, y el pueblo, que estaba alegre, utilizaba todos los medios de que disponía para hacer ruido.”

Julio Camba
El Mundo, 25/6/1908




"La cocina española está llena de ajo y preocupaciones religiosas."

Julio Camba Andreu
Tomada del libro He visto cosas que no creerías de Jesús Callejo, página 38



"La comida popular, buena o mala, debe constituir para el viajero un dato de tanto valor como el paisaje, con el que guarda siempre una íntima afinidad. Lo uno explica lo otro, y el automovilista que se ponga a comer caviar en la paramera de Ávila no comprenderá la solemnidad de la paramera ni apreciará tampoco la exquisitez del caviar, y será al mismo tiempo un pésimo viajero y un gastrónomo abominable."

Julio Camba Andreu


La duquesa de Nájera y su perro Doré

"No podría sobrellevar mi vida -ha dicho Schopenhauer- sin el amor de un perro". Por cierto que uno de sus enemigos le replicó: "¡Cuánto mejor que en labios de un filósofo, estarían esas palabras en boca de una perra!...". Pero no se trata de una perra ni de un filósofo, sino de una muy grande y noble dama española, la excelentísima señora duquesa de Nájera.

El lector conocerá a la duquesa de Nájera por la deslumbradora leyenda de su Fausto, por el rancio abolengo de sus apellidos y por toda esta novelería que circunda los nombres ilustres. La duquesa de Nájera es un corazón capaz de todas las ternuras y de todos los caprichos: una de estas aristócratas, voluptuosas y perversas, que leen a Paul Bourget para indignación del Sr. Queralt, hombre de mundo, de muy poco mundo... Cuando su esposo llevó a San Petersburgo, con motivo de la coronación del zar, la representación de España, nuestra ilustre duquesa hizo conducir sus propias carrozas, con todo el personal de las caballerizas, a aquella esplendorosa corte de los grandes duques. Y entre todos los príncipes que acudieron allí, ella fue quien dio mayores pruebas de grandeza y de suntuosidad.

Pero habíamos invocado la exclamación de un filósofo: el querido maestro Schopenhauer que odiaba a los hombres y amaba a los perros. La marquesa de Nájera también ama a los perros. El lector conoce, sin duda, a muchas mujeres semejantes. Habrá visto sobre su regazo y a sus plantas los falderos de hociquito nervioso, pequeños y juguetones. Acaso estemos punzando en una herida sentimental, puesto que, a veces, miramos con un poco de rabia y de despecho, como el hocico de la bestezuela hurta de labios de mujeres los besos que nosotros hemos anhelado. Ello es, dejando aparte tristes pensamientos, que la duquesa de Nájera tenía un perro que era uno de sus mayores amores. Llamábase Doré y durante dieciséis años no se apartó de la duquesa ni aun en sus viajes. Debemos advertir que este favorito de la gran dama no se distinguía por ningún rasgo de belleza. Doré era un perro mezquino y de fea catadura, según aparece en una fotografía de Los Sucesos, el popular periódico informativo y sensacional. 

Hace poco, Doré se ha muerto. Estos perros amados de las damas son como unos enemigos nuestros, a los que no podemos vencer ni con el talento, ni con el valor, ni con la fortuna. Es así, pues, que nosotros, cuando sabemos que uno de ellos se muere, nos regocijamos en lo más íntimo de nuestro corazón. Las damas, al contrario, lo sienten mucho, y, en este caso, la duquesa de Nájera ha querido perpetuar su sentimiento en una forma digna de ella. La duquesa de Nájera -y este es el motivo de nuestra crónica- ha comenzado por hacer embalsamar el cadáver de su amigo Doré; luego mandó construir una lujosa caja de roble, forrada de raso blanco y en cuya tapa un hábil tallista esculpió el busto del perro. En esta caja fue depositado el cadáver. Después, un notable marmolista se encargó de edificar un soberbio panteón, y este panteón será colocado en el mejor sitio del jardín de la duquesa para guardar los restos mortales del que, en vida, fue su más fiel camarada.

Creemos que es en el Fenelón donde se dice que amará mucho a los hombres quien sepa amar a los perros. Si la máxima es cierta no habrá muchos corazones femeninos tan sensibles como el de la duquesa de Nájera. El recuerdo que dedica a la memoria de su Doré le cuesta dos mil duros, de los cuales, la sola caja de roble ha importado tres mil pesetas. Además la duquesa hará rodear el monumento por un artístico enrejado y cuidará de que allí haya siempre frescas rosas que den su perfume al "triste recuerdo del amor perdido". 

Suponemos que el lector no será uno de esos sociólogos que todo lo encuentran mal. Si lo es, nosotros no podremos complacerle. Sería ingrata la tarea de calcular cuántos desgraciados podrían alimentarse con lo que se gastó la duquesa en homenaje de su perro. "No seáis farsantes -decía Emerson a los filántropos que trataban de remediar la trata de negros- no seáis farsantes, que ya imaginamos lo que se os puede importar por la suerte de unos cuantos salvajes negritos". Más explicable parece perpetuar con grandeza la memoria de un animal familiar, que dar una limosna para socorrer a un pobre hombre, al cual no se conoce, cuyos lamentos no llegan al oído y el que no puede inspirar ni piedad ni simpatía. La injusticia social y la fórmula para resolverla están fuera de este breve y efímero episodio. "La señora duquesa -dice el periódico Los Sucesos- lloró la muerte de su amado perro". Esta es una razón de orden sentimental que lo explica todo. Un dolor que suscita lágrimas merece más respeto que el que solo produce frases, y aún que aquel que se traduce en buenas acciones. Por mucho que el lector haya sentido la muerte de los soldados rusos y japoneses, sentirá más la de un buen amigo suyo. La duquesa de Nájera ha sentido hondamente la de su perro, porque este era uno de sus mayores cariños. Y observad que la ley del cariño carece de articulado y que estamos ante el misterio, siempre impenetrable, de un corazón. Dejemos, pues, que ese pecho afligido, pomposo y ducal, se incline sobre la tumba de su fiel amigo, reservando nuestra indignación para las farsas caritativas y para las hipocresías filantrópicas.

El amor lo comprende todo: los hombres y las mujeres, las flores, las joyas, los versos, los vinos, los dioses, los héroes y los perros. qepd el pobre Doré y que se mitigue pronto el dolor de su amiga y dueña…

9 de octubre de 1905

Julio Camba Andreu
 ¡Oh, justo, sutil y poderoso veneno! Los escritos de la anarquía



“La mendicidad consiste en pedir, y yo no sé cómo hay gentes incapaces de comprender este razonamiento.”

Julio Camba
El Mundo, 27/2/1908




“La paz es, casi siempre, la inacción y la estupidez. Allí donde mucha agente reunida es donde habrá menos paz.”

Julio Camba
El Mundo, 24/6/1908



“La tradición no admite restauraciones, por muy bien hechas que estén.”

Julio Camba
España Nueva, 16/11/1907




"Llevo ya unos cuantos días en Roma. He visto el Foro, he visto el Panteón, he visto las termas de Diocleciano y de Caracalla, he visto la columna de Marco Aurelio, y, sin embargo, no me doy importancia ninguna. Si todos estos restos de la Roma antigua fuesen de cartón pintado, no me producirían una impresión más teatral de la que me producían siendo verdaderos. La Roma antigua, en resumidas cuentas, venía a ser una cosa así como lo que ha pretendido ser Berlín. Edificios enormes, columnas gigantescas, estatuas formidables, emperadores artistas que se creían hijos de Dios y que tocaban la lira o la guitarra. Por todas partes el deseo de asustarle a uno echándole encima bloques y más bloques de mármol. La obsesión constante de la fuerza. La cantidad. El colosalismo... Y si el recuerdo de la Roma antigua persiste a lo largo de tantos siglos, cuando en sólo unos cuantos años ya se está borrando la memoria del Berlín imperial, ello se debe, entre otras cosas que todos saben, al hecho de que Roma no conoció el cemento armado. Si hubiese conocido el cemento armado y hubiese construido con él, ¿qué quedaría hoy de su grandeza clásica?
Antes los romanos eran altos, fuertes y llevaban la cara afeitada. Hoy son pequeños y bigotudos, con esos bigotes echados hacia arriba que todos hemos visto en los retratos de Umberto Primo. Y no creo que al pasearse entre las ruinas de la Roma antigua, los romanos actuales se sientan mucho más identificados con ella de lo que puede sentirse un corista circulando entre bastidores durante una representación de Julio César. Por lo que respecta al espectador, es posible que un Julio César bien representado le dé una mayor impresión de la Roma antigua que la que pueda recibir yendo a la Roma moderna. En el teatro, las columnas de cartón parecen de mármol. En Roma, las columnas de mármol parecen de cartón. La Roma teatral puede parecerle a uno verdadera; pero la Roma verdadera le parece a uno una cosa puramente teatral.
Y he aquí cómo, a pesar de haber visto el Foro y el Panteón y las termas de Diocleciano y de Caracalla y la columna de Marco Aurelio, yo no me doy importancia ninguna."

Julio Camba
Aventuras de una peseta


"Lo único que digo es que el ajo es un arma de dos filos con la que se puede hacer potable un alimento mediocre, y con la que se puede destruir un manjar de primera clase."

Julio Camba Andreu



"Los escritores solemos dirigirnos a «el lector», poco más o menos, así como los criados se dirigen a «el señor». Desgraciadamente, este concepto de «el lector» es demasiado vago. Por lo general, el lector tiene una personalidad multiforme y a veces carece de existencia. Si el lector —este lector de quien hablamos tanto los escritores— fuese una realidad concreta y tangible, entonces yo me dirigiría a él y le diría: — ¿Qué artículo de San Sebastián quiere usted que yo le haga? ¿El de la lluvia? ¿El del jugador? ¿El de las pulgas? ¿El de la Concha? ¿El del objeto perdido? ¿El de la misteriosa extranjera…? Porque en San Sebastián no hay arriba de doce temas para artículos. Los corresponsales madrileños que vienen aquí hacen las mismas crónicas cada temporada. Yo conozco a un compañero que lleva ya quince sobre la lluvia. Es un especialista. ¿Cómo se explica el que esta municipalidad, tan adelantada en otras cosas, no se haya cuidado nunca de darle temas a los escritores? Tal abandono es verdaderamente lamentable. Una ciudad de placer que no varía sus temas literarios, una playa que no renueva sus crónicas, está condenada a muerte."

Julio Camba Andreu
La rana viajera




 “Morir por la democracia es como morir por el sistema métrico decimal.” 

Julio Camba Andreu


"Parece que hay escritores a quienes el público anima dirigiéndoles, con más o menos frecuencia, cartas de aprobación. Conmigo, sin embargo, este caso se da muy raramente, y si yo me hago la ilusión de ser leído por alguien, es, tan sólo, gracias a ciertas almas piadosas que de vez en cuando me envían misivas insultantes a propósito de mis artículos. Yo enseño estas misivas y consolido con ellas, ante las Empresas, mi posición y mi prestigio. — No dirán ustedes —exclamo— que mis trabajos pasan inadvertidos o que no hacen mella. Aquí hay un señor que me llama animal, y otro que me anuncia un garrotazo en la cabeza. Creo que el éxito no admite dudas… Pero, recientemente, me ha salido un admirador, un verdadero admirador, en la provincia de Guadalajara. «Soy —me viene a decir este hombre magnífico —uno de sus lectores más asiduos y más inteligentes, y me he suscrito a El Sol con el único objeto de ver los artículos de usted…» Y desde entonces, yo no puedo escribir, porque la imagen de mi admirador me obsesiona por completo. Se me ocurre un asunto bonito, cojo la pluma e inmediatamente me digo: — ¿Le gustará este tema al señor de Guadalajara? Yo tengo la sensación de que escribo únicamente para este señor, y no quisiera defraudarle. Este señor vive en un pequeño pueblo de la provincia, donde, por desgracia, yo no he estado nunca. Ignoro en absoluto la ideología local, y esto pone en mi trabajo dificultades enormes. De buena gana me pasaría varias noches en claro leyendo, con unas gafas muy gordas, unos volúmenes muy grandes, si a esta costa pudiera llegar a conocer las opiniones políticas, estéticas y religiosas que predominan en el distrito. Por desdicha, la cosa es imposible, y yo temo siempre desilusionar a mi admirador. Tal párrafo que acabo de escribir creo que le parecerá vulgar, y lo borro. Pongo en tensión todos mis nervios hasta que se me ocurre una cosa más fina, y entonces me asalta un pensamiento terrible. — ¿Entenderá esto mi admirador? —me pregunto—. ¿No resultarán estas consideraciones demasiado sutiles para un pueblo de pocos vecinos? Verdaderamente, el señor de la provincia de Guadalajara ha tenido una idea bien peregrina cuando se ha decidido a admirarme. Ahora comprendo por qué tantos escritores malos tienen tantos y tan buenos admiradores. Con dos admiradores más, yo me volveré completamente idiota."

Julio Camba Andreu
La rana viajera



“… pertenecía a esa raza de románticos en los cuales la esperanza no se agota nunca.”

Julio Camba
El Mundo, 20/12/1907



"Poco dinero y malo. Hombres furiosos. Señoras gruesas, siempre sofocadas, o por el calor o por los berrinches, que se abanican constantemente. Muchos curas. Muchos militares… Grandes partidas de dominó y de billar. Cuestiones de honor. Toros. Juergas. Broncas. Nubes de limpiabotas, de vendedoras de décimos de la Lotería, de gitanas que dicen la buenaventura, de músicos ambulantes, de ciegos, de cojos, de paralíticos… Indudablemente, España no ha cambiado. Y es posible que nosotros mismos no hayamos cambiado tampoco."

Julio Camba Andreu
La rana viajera


"¿Por qué hemos de ser tan pudorosos de nuestras lágrimas si lo somos tan poco de nuestra risa?"

Julio Camba Andreu


"Ser ministro no es, en realidad, ser nada. Un ministro está a merced del poder moderador, a merced de la Prensa, a merced de las oposiciones parlamentarias, a merced de todo el mundo. En cambió, un ex ministro no está a merced de nadie. Las carteras pasan y las cesantías quedan. Y por esto, lejos de morirse una vez que han jurado el cargo, es entonces cuando la mayoría de los ministros comienzan a vivir."

Julio Camba Andreu
La rana viajera


“Toda civilización no es más que una lucha desesperada por no tener que trabajar.” 

Julio Camba Andreu


“Todas las pompas son fúnebres.”

Julio Camba Andreu



“Un idioma que estuviese obligado a ajustarse a la gramática sería algo así como una naturaleza que estuviese obligada a ajustarse a la Historia natural.” 

Julio Camba Andreu


"Yo creo que la importancia de los idiomas es muy pequeña, hasta en la misma literatura. Si lo más importante en literatura fuese el idioma, los iberoamericanos leerían libros españoles con preferencia a los libros de otros países. El idioma une los iberoamericanos a nosotros; pero otras cosas, positivamente más fuertes, los atraen hacia países de hablas muy distintas."

Julio Camba Andreu
La rana viajera


"Yo soy un pequeño anarquista que tiene un pequeño hermano tonto."

Julio Camba Andreu



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