"Abandonamos el Lugar Caliente tan de prisa como pudimos, evitando atravesar el pueblo y prosiguiendo hacia el norte hasta llegar a un camino que reconocí como el de Volos. Si Bortán había hallado al sátiro y de alguna manera le había convencido para que viniese a rescatamos, o si el propio sátiro nos había descubierto por sí mismo y me recordaba, es algo que nunca supe con certeza. Al no haber regresado Bortán, me inclinaba más bien por la segunda hipótesis.
La ciudad amiga más próxima era Volos, a unos veinticinco kilómetros al este. Tal vez Bortán se había dirigido allí, donde podían reconocerlo muchos de mis parientes. En tal caso, tardaría bastante en regresar. Mi decisión de enviarlo a buscar ayuda fue un recurso extremo. Si en lugar de tirar hacia Volos había ido a alguna otra parte, entonces sí que era imposible saber cuándo volvería. Pero eso no me preocupaba. Encontraría mi rastro de nuevo y lo seguiría hasta dar conmigo.
Continuamos pues hacia adelante, alejándonos a toda prisa de aquel peligroso territorio.
Al cabo de unos diez kilómetros, andábamos ya haciendo eses. Se imponía un descanso, por lo que ambos empezamos a mirar a nuestro alrededor en busca de un sitio que nos ofreciera suficiente seguridad para echar una cabezada.
Finalmente reconocí a cierta distancia una colina empinada y rocosa, donde a menudo había acudido de muchacho con el rebaño de ovejas. La covacha que servía de refugio a los pastores, a unos tres cuartos del camino hacia la cumbre, estaba seca y vacía. Su antigua puerta de madera aparecía ya muy deteriorada y medio podrida, pero aún funcionaba.
Improvisamos en el suelo un lecho de hierbas, aseguramos la puerta como pudimos, y nos extendimos allí. Un momento después, Hasán roncaba. Mi mente divagó unos segundos antes de rendirse al cansancio, y en ese brevísimo tiempo me convencí de que entre todos los placeres del mundo -un vaso de agua fresca cuando se tiene sed, el alcohol, el sexo, un cigarrillo tras muchos días de abstinencia- no hay ninguno que pueda compararse al sueño.
Nada mejor que el sueño...
Podría decir que, si nuestro grupo hubiera escogido el camino más largo para ir de Lamia a Volos, el de la costa, tal vez nada de todo esto habría sucedido y Phil estaría ahora vivo. Pero en realidad no me es posible juzgar los hechos objetivamente. Aun en el momento actual, mirando hacia atrás, no me atrevo a decir cómo volvería a disponer las cosas de tener que comenzarlo todo otra vez. Las fuerzas de la destrucción definitiva avanzaban ya a paso de ganso entre las ruinas, con los brazos en alto...
Llegamos a Volos a la tarde del día siguiente, y de allí nos dirigimos a Portaria cruzando el monte Pelion. Al otro lado de un profundo barranco se extendía Makrynitsa.
Lo atravesamos y encontramos a los demás.
Phil los había guiado hasta mi aldea. Una vez allí, pidió una botella de vino y su ejemplar de Prometeo liberado. Todos le vieron sentado y enfrascado en la lectura del libro hasta muy entrada la noche.
A la mañana, Diane lo encontró sonriente... y frío.
Construí una pira entre los cedros que crecían junto a los ruinosos Episcopí, porque nunca quiso que lo enterraran. La cubrí de incienso y hierbas aromáticas hasta que alcanzó dos veces la altura de un hombre. Aquella noche ardería todo con el cadáver y yo diría adiós a otro amigo. Mi vida, cada vez que me detengo a contemplar el pasado, parece no haber sido más que una serie de llegadas y partidas. Un continuo decir «hola» y «adiós». Sólo la Tierra resiste."

Roger Zelazny
Tú, el inmortal



"Aquella noche, Sam estaba en el balcón más alto del palacio de Ratri. La lluvia caía a su alrededor, como frías uñas arrastradas por el viento. En su mano izquierda, un anillo de hierro resplandecía con una radiación esmeralda.
Los rayos caían y caían, y se quedaban.
Alzó la mano, y los truenos rugieron y rugieron, como los gritos de muerte de todos los dragones que tal vez hubieran vivido, en algún tiempo, en algún lugar...
La noche retrocedió mientras los elementales de fuego se erguían ante el Palacio de Kama.
Sam alzó ambas manos, juntas, y treparon por el aire como uno solo, y flotaron muy altos en la noche.
Hizo un gesto y sobrevolaron Jaipur, yendo de un extremo a otro de la ciudad.
Luego trazaron círculos.
Después se separaron y danzaron con la tormenta.
Bajó las manos.
Regresaron y se detuvieron de nuevo ante él.
No se movió. Aguardó.
Al cabo de cien latidos del corazón, uno avanzó y habló en medio de la noche.
—¿Quién eres tú para mandar a los esclavos de los rakasha?
—Tráeme a Taraka —dijo Sam.
—No acepto órdenes de un mortal.
—Entonces mira a las llamas de mi auténtico yo, antes de que te ate a este mástil de metal durante tanto tiempo como aguante en pie.
—¡Atador! ¡Vives!
—Tráeme a Taraka —repitió.
—Sí, Siddharta. Inmediatamente.
Sam juntó las manos, y los elementales partieron hacia el cielo, y la noche volvió a ser oscura a su alrededor.
El Señor del Pozo del Infierno adoptó una forma humana y entró en la estancia donde estaba Sam, sentado a solas.
—La última vez que te vi fue el día de la Gran Batalla —afirmó—. Luego oí que habían hallado un medio de destruirte.
—Como puedes ver, no lo consiguieron.
—¿Cómo has vuelto de nuevo al mundo?
—El Señor Yama me hizo regresar..., el Hombre de Rojo.
—Su poder es realmente grande.
—Demostró ser suficiente. ¿Cómo van las cosas con los rakasha en estos días?
—Bien. Proseguimos tu lucha.
—¿De veras? ¿De qué forma?
—Ayudamos a tu antiguo aliado, el Hombre de Negro, el Señor Nirriti,.., en su campaña contra los dioses.
—Lo sospechaba. Ésa es la razón por la que te he contactado.
—¿Quieres cabalgar con él?
—Lo he pensado cuidadosamente, y pese a las objeciones de mis camaradas quiero cabalgar con él.., siempre que él llegue a un acuerdo con nosotros. Quiero que le lleves mi mensaje.
—¿Cuál es el mensaje, Siddhartha?
—El mensaje es que los lokapalas, que somos Yama, Krishna, Kubera y yo, irán con él a la batalla contra los dioses, trayendo consigo a todos sus partidarios, poderes y maquinaria para vencerles, si él acepta no guerrear contra los seguidores del budismo o del hinduismo que existen en el mundo para convertirlos a su propio culto..., y además no pretender reprimir el aceleracionismo, como han hecho los dioses, si resulta victorioso. Observa sus llamas mientras te transmite su respuesta, y dime si dice la verdad."

Roger Zelazny
El señor de la luz


"Aunque el tiempo haya podido curar tus ojos, dudo que pueda alterar los sentimientos que nos profesamos mutuamente."

Roger Zelazny


"Casi fue una experiencia mística. No sé de qué otro modo describirlo. Mi mente corría más que el tiempo, mientras él se aproximaba, y fue como si tuviera una eternidad para meditar en el acercamiento de este hombre que era mi hermano. Sus ropas estaban sucias, su rostro ennegrecido, el muñón del brazo derecho levantado, gesticulando a cualquier lado. La gran bestia que cabalgaba era estriada, negra y roja, con largas crines y cola bermeja. Pero era todo un caballo, y sus ojos estaban desorbitados y había espuma en su boca y era doloroso oír su respiración. Entonces vi que llevaba la espada cruzada a la espalda, ya que la empuñadura sobresalía bastante de su hombro derecho. Reduciendo más la marcha, con los ojos fijos en mí, salió del camino, yendo ligeramente hacia la izquierda; tiró de las riendas sólo una vez y las soltó, manteniendo el control del caballo con las rodillas. Su mano izquierda se alzó como en un saludo, pasó por encima de la cabeza y cogió la empuñadura del arma. Esta salió sin producir ningún sonido, describiendo un hermoso arco sobre él y deteniéndose a descansar en una posición letal: su hombro izquierdo, la inclinada espalda y el arma, formaban una única ala de liso acero con una minúscula línea afilada que brillaba como el fragmento de un espejo. La posición que presentaba quedó grabada a fuego en mi mente, con una magnificencia y un esplendor extrañamente conmovedores. La hoja era larga, parecida a una guadaña. Le había visto usarla anteriormente. Sólo que entonces éramos aliados en contra de un enemigo mutuo que yo había llegado a creer invencible. Benedict había probado lo contrario aquella noche. Ahora que la veía alzada contra mí, me sentí abrumado por la sensación de mi propia mortalidad que nunca antes había experimentado de esta manera. Era como si le hubieran quitado una corteza al mundo y yo tuviera una súbita y completa comprensión de la muerte misma."

Roger Zelazny


"Contemplé las girantes estrellas, agradecido, triste y orgulloso, como tan solo puede estarlo un hombre que ha sobrevivido a su destino y se da cuenta de que todavía puede forjarse otro."

Roger Zelazny


"De todas las cosas que un hombre puede hacer, el dormir es probablemente lo que salvaguarda más su salud mental. Permite poner paréntesis a cada día. Si uno ha hecho algo ridículo o doloroso hoy, se siente irritado si alguien se lo menciona el mismo día. Pero si ocurrió el día anterior, entonces uno se limita a agitar la cabeza o se echa a reír, según las circunstancias. Ya que uno ha cruzado la nada o el sueño hasta otra isla en el Tiempo."

Roger Zelazny





"Deseos, deseos. Desea algo con una mano y haz lo contrario con la otra, únelas y fíjate cuál prevalece."

Roger Zelazny


"En los espejos de muchos juicios mis manos tienen color de sangre. Yo soy una parte del mal que existe en el mundo y en la Sombra. A veces me engaño creyendo que soy un mal que existe para enfrentarse a otros males. Destruyo a los Melkies cuando los encuentro, y en el Gran Día del que los profetas hablan pero en el cual no creen, ese día en que el mundo sea completamente depurado del mal, entonces yo, también, desapareceré en la oscuridad, tragándome maldiciones. Quizá incluso antes de que llegue ese día, pienso ahora. Pero sea lo que... Hasta entonces no lavaré mis manos ni dejaré que cuelguen inútiles."

Roger Zelazny





"Gran parte del mundo es ilusión, pero las formas de esa ilusión siguen un esquema que es parte de la divina realidad."

Roger Zelazny


"La divinidad es más que un nombre. Es una condición del ser. Uno no la consigue simplemente siendo inmortal, porque incluso el más humilde trabajador del campo puede conseguir la continuidad de la existencia. ¿Se trata, pues, del condicionamiento a un Aspecto? No. Cualquier hipnotista competente puede jugar con la imagen de sí mismo. ¿Es la elaboración de un Atributo? Por supuesto que no. Puedo diseñar máquinas más poderosas y más precisas que cualquier facultad que pueda cultivar un hombre. Ser un dios es la cualidad de ser capaz de ser tú mismo en tal medida que tus pasiones se correspondan con las fuerzas del universo, de tal modo que aquellos que te vean sepan quién eres sin oír pronunciar tu nombre. Algún antiguo poeta dijo que el mundo está lleno de ecos y correspondencias. Otro escribió un largo poema sobre un infierno, en el que cada hombre sufría una tortura que se correspondía en su naturaleza con las fuerzas que habían gobernado su vida. Ser un dios es ser capaz de reconocer dentro de uno mismo las cosas que son importantes, y luego pulsar la nota única que las alinea con todo lo demás que ya existe. Entonces, más allá de la moral o la lógica o la estética, uno es viento o fuego, el mar, las montañas, la lluvia, el sol o las estrellas, la trayectoria de una flecha, el final de un día, el éxtasis del amor. Uno gobierna las pasiones que lo gobiernan a uno. Así, aquellos que miran a los dioses dicen, sin siquiera saber sus nombres "Éste es el Fuego. Ésta es la Danza. Éste es la Destrucción. Ésta es el Amor". Así, para responder a tu afirmación: ellos no se llaman a sí mismos dioses. Son los demás quienes los llaman así, todos los que los ven."

Roger Zelazny



"La esencia lo sueña como un sueño de formas. Las formas pasan, pero la esencia permanece, soñando nuevos sueños. El hombre pone nombres a esos sueños y cree haber capturado la esencia, sin saber que invoca lo irreal."

Roger Zelazny


"Los bastardos se dedican a aplastar a sus semejantes, y los avergonzados se aplastan a sí mismos. ¡Habitualmente así es como sucede, por culpa de esa condenada belleza! ¿Y qué hay con los objetos hermosos? Hacen que la gente robe, o se sienta enferma cuando no los puede poseer."

Roger Zelazny



"Los cuatro puntos cardinales son la lógica, el conocimiento, la sabiduría y lo desconocido. Algunos se inclinan en esa última dirección. Otros avanzan por encima de ella. Inclinarse ante una es perder de vista las otras tres. Puedo someterme a lo desconocido, pero nunca a lo incognoscible. El hombre que se inclina en esa última dirección o es un santo o es un estúpido. Yo no sirvo para ninguna de las dos cosas."

Roger Zelazny




"Madre Tierra, que lloré interiormente por ti en aquel momento de la inmensa parada que llamamos Tiempo."

Roger Zelazny


"Me gustan las bibliotecas. Me hace sentir cómodo y seguro tener muros de palabras, hermosas y sabias, a mi alrededor. Siempre me siento mejor cuando puedo ver que hay algo que mantiene a raya a las sombras."

Roger Zelazny



"Muchas son las veces en las que me he despertado, a menudo temblando, siempre con miedo, del sueño en el que ocupaba mi vieja celda, ciego otra vez, en las mazmorras que hay bajo el palacio de Ámbar. No es que no esté familiarizado con la situación de estar encarcelado. He sido encerrado en varias ocasiones, durante varios períodos de tiempo. Pero estar solo y ciego, creyendo que era definitivo, incrementó el precio en la caja registradora de la privación sensorial en el almacén de la mente. Todo esto dejó sus marcas. Generalmente mantengo estos recuerdos bien guardados cuando estoy despierto, pero a veces, por la noche, se liberan y bajan bailando por los pasillos, jugando con la caja registradora de ideas, uno, dos, tres. Ver a Brand allí, en su celda, hizo que salieran a plena luz junto con un escalofrío. Ahora bien, al estar con mi familia en la sala de los escudos, no podía evitar el pensamiento de que uno o más de ellos le había hecho a Brand lo mismo que Eric me había hecho a mí. Mientras que esto era en sí mismo un descubrimiento poco sorprendente, la noción de estar ocupando la misma habitación que el culpable, y no tener idea de su identidad, era algo bastante más que inquietante. Cada uno de mis hermanos, de acuerdo con sus fines, también debía sentirse inquieto. Incluyendo al culpable, ahora que el teorema de la existencia había dado positivo. Y esto me consolaba.
Me di cuenta de que todo ese tiempo había estado esperando que se pudiera culpar por completo a alguien ajeno a mi familia. Pero después de aquello... Por un lado me hizo más cauto de lo normal con respecto a lo que pudiera decir; por el otro, era un buen momento para presionar en busca de información, ya que todos se encontraban en un estado extraño y deseaban cooperar para ver si se acababa con la amenaza, y esto podía ser útil. E incluso el grupo culpable querría comportarse de la misma manera que otros. ¿Quién sabe si no cometería un desliz en el intento?"

Roger Zelazny
El signo del unicornio



"Nadie roba libros excepto los amigos."

Roger Joseph Zelazny


"Ni siquiera un espejo te mostrará a ti mismo, si no quieres ver."

Roger Zelazny


"(...) Porque la mejor forma de destruir la fe o la esperanza es dejar que se haga realidad."

Roger Zelazny



"Saltas demasiado rápidamente en su defensa. Lo que revela su verdadera actitud, de la que sin duda te ha hecho partícipe."

Roger Zelazny



"Sería magnífico que existiera algo constante e inmutable en el universo. Si existiera algo así, sería algo más fuerte que el amor, y realmente no lo conozco."

Roger Zelazny



"También he visto a la gente vivir, y he contemplado los colores de la alegría, de la pena, del amor, del odio, de la saciedad, de la paz."

Roger Zelazny


"Un hombre puede ser en algunos aspectos superior a sus compañeros y pese a todo servirles, si juntos sirven a una causa común que es mayor que la de cualquier hombre. Creo servir a esa causa, o de otro modo no estaría haciendo esto."

Roger Zelazny













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