"Cuando alguien viene a verme y me concentro, me resulta fácil ponerme en su lugar. Me identifico con él, me integro a su persona. Usurpo su personalidad. No pienso en ninguna otra cosa, solo pienso en la persona que tengo frente a mí. Concentro en ella toda mi atención. Es un vacío mental."

Elisabeth Laborde-Nottale


"(en las aldeas wolofs de África) el niño es el principal vidente; cuando empieza a hablar se escuchan sus primeras palabras con mucha atención, porque se cree que en cierto modo pertenece aún al mundo ancestral de donde se presume que viene, lo que significa que se lo considera un embajador del mundo de los muertos...
Con frecuencia estos momentos de videncia se relacionan con la angustia de ser rechazado o desinvestido y con el sentimiento de pérdida...
Y más adelante añade que "he observado frecuentemente que las videncias pueden tener lugar durante o después de las depresiones." 

Elisabeth Laborde-Nottale



"En el pasado de los videntes hay una circunstancia que me ha llamado la atención a menudo: la de la separación precoz y prolongada de su madre" . Y añade: "Una consecuencia posible de estos traumatismos es una especie de regresión del niño a una fase anterior a la separación, que se caracterizaba por la relación fusional que vivía con su madre en los primeros tiempos. Algunos de ellos dan luego la impresión de conservar la posibilidad de entablar con mucha facilidad relaciones fusionales con cualquiera."

Elisabeth Laborde-Nottale




 "Las separaciones precoces pueden provocar una tendencia a vivir relaciones fusionales en una dinámica psíquica puesta en movimiento en la lucha contra la depresión (...) Suele ocurrir entonces que con motivo de una depresión se produzca una regresión espontánea a la fase relacional que se caracteriza por la fusión... simbólicamente es también una manera de tener su espacio en el otro y no correr el riesgo de ser separada de él."

Elisabeth Laborde-Nottale



"Un día recibí una (tarjeta postal) (...) El texto que leí en la tarjeta me desconcertó: estaba escrito con una letra tosca y firmado con el nombre de pila de una de mis parientas cercanas, fallecida algunos años antes, que había dejado dos niños pequeños. Mi paciente, en los cinco años de terapia jamás había evocado ese nombre y tampoco existía posibilidad alguna de que hubiese sido informada verbalmente de esta muerte trágica que fue un drama en mi vida. Se expresaba como si me hablara desde el mundo de los muertos, dándome noticias de la persona fallecida en los mismos términos, muy específicos, que ella hubiera empleado si se hubiese podido expresar y, en especial, pidiéndome que le diera un beso al bebé que había dejado, tuteándome, llamándome por mi nombre de pila y dándome seguridades de su amor."

Elisabeth Laborde-Nottale





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