"El motivo principal de escribir un diario, sin duda, es el deseo de detener el tiempo."

Andrés Sánchez Robayna



"El vaso no es una medida. El vaso en pleno mediodía. el vaso es de un cristal ligero, muy delgado, delicadeza medida, estancia bajo el sol. El vaso de agua es un ensayo de quietud.

El sol bebe con un sorbo invisible. El sol sin uñas, quieto y rasgado.

El vaso está en reposo bajo el sol. y bajo la mirada, erguido y soleado. El vaso es la mirada. El vaso quieto bajo el sol rasgado.

Todo sucede en una ausencia. El vaso de agua estaba. Pero puedo dejar de pensar en lo que miro o escucho. Puedo dejar de decir lo que me miro o escucho. Sólo existe la verja de hierro recorrida por flores perezosas, al aire quieto, la terraza a esta hora crecida y plena.

El sol confluye aquí y allá, y presencia y ausencia son formas giratorias. En la terraza del sol quieto y vacío una hoja dibuja su sombra y ésta le devuelve su presencia, y la luz entra y sale del vaso de agua abatido por sombras dispersas, y el sol busca pulsar cada cosa, y todo le devuelve
su ser -y cuando se detiene sobre el vaso, luz recta y presencia obediente, el vaso no echa sombra alguna sobre la mesa de la terraza de quietud."

Andrés Sánchez Robayna
El vaso de agua



"En la poesía española de los últimos decenios ha habido un gregarismo empobrecedor."

Andrés Sánchez Robayna



Fluye, fluye sin fin...

Fluye, fluye sin fin, oh tejido invasor, oh red que ciernes.
Fluye secamente de toda ausencia oscura. Fluid, rayos extensos, sobre los arenales. Salid densamente de la ausencia, sed, ahí, llamas en el trono del ojo. Oigo como un murmullo en las dunas del fondo y aún no hay hojas ni pasos
ni pensamientos en los pasajes del espacio sediento. Que
venga rumor de fibras y de lacas en la hora altiva sobre los
médanos. Ahí están los maderos, los corchos y las planchas
de cobre bajo el cielo segmentado y rodante, y las olas, y
el polvo; también ellos te aguardan. Da, luz, tu paso entero.
Llégate hasta la lengua que jadea. Se el agua de esta nada.

Andrés Sánchez Robayna



La estrella

                                Non dormía e cuydava
                                             Pedr'Eanes Solaz

Cruzó, fugaz, la estrella, y en la hierba
dejó un rastro de luz. La casa blanca
en medio de la noche supo sólo
el latido, el fulgor entre los árboles.

Tú dormías. La grava silenciosa
se llenaba de noche, la bebía
en las negras aristas, en sus poros
de oscuridad de piedra absorta, amada.

Grava fulmínea, ahora en silencio yerto
junto a la casa a oscuras. Los aleros
daban sombra de luna, fría, fresca
sombra en las losas grises que miraba

desde el salón al mar, que se extendía
como otra losa gris, iluminada.
Salí a esa sombra, hasta las jardineras
tocadas por el soplo de la noche,

el aliento invisible, aire desnudo
de sí, de mí, sobre el geranio a punto
de arder. -No vi el geranio en llamas
fijo en la oscuridad, vi la inminencia

de una cerrada combustión, la acacia
y su ceniza más allá del tiempo,
el ramaje y el cuerpo, tu sonrisa
entre la luz de enero y el reposo

del mar abajo, también él desnudo.
La luna sobre el muro blanco teje
sombras de ramas, y el helecho umbrío
se ofrece grácil, habla con la sombra. 

Fui por la hierba hasta las agitadas
acacias, hasta el muro, y una calma
llenaba el aire aun en la agitación
y en la inquietud de los ramajes, clara

calma en la hierba, y contra el muro puse
la mano en su quietud. Tocaba el mundo.
Tocaba un orden, una calma, el aire
entre el mar y la acacia, y recordaba

tal vez la luz y su destino oscuro.
Entré. Volví a mirar la hierba, el cielo,
la casa silenciosa. Allí tu cuerpo
brilló en la oscuridad. y vi la estrella.

Andrés Sánchez Robayna
De "Palmas sobre la losa fría" 1989




La luz

La luz (un paso
                              maduro)

                                    sobre la arena y su himno oído

cae

en las líneas del mar la puntuación de pájaros entre pirámides
de arena los ojos leen los márgenes heridos ya no hay pájaros
página pirámides que el sol levanta hacia la nada

                                     sobre la luz leída

Andrés Sánchez Robayna
De "Tinta" 1981




Las  nubes

Pasan las nubes blancas. En la tierra
indescifrable, el matorral oscuro,
la fijeza del tojo. Arriba, el cuerpo errante
del cúmulo en el nudo de la luz.

Pasar, como las nubes,
los cielos arrasados del verano tardío,
atravesar la claridad, herido,
en los ojos dolor, un cardo entre las manos.

Andrés Sánchez Robayna
De "Sobre una piedra extrema" 1995




"Se podría enseñar a hacer lo que Eliot recomendaba en relación con la literatura: no creer demasiado en “artistas” de cuya muerte no hayan transcurrido cien años."

Andrés Sánchez Robayna
El Cultural, 15-2-2013






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