"En el culto occidental a las reliquias se extiende irresistiblemente el fervor a las pertenencias del dios o personaje mítico. Se produce una transferencia psicológica instantánea. Pero no parece suceder lo mismo entre los primitivos. La participación entre el individuo y las pertenencias no resulta de una transferencia bajo la influencia de la emoción, sino que es original, inmediata.

Comparada con la de ellos, la individualidad del hombre occidental parece haber sufrido una reducción, una suerte de encogimiento. Las pertenencias son para el primitivo partes integrantes del individuo, mientras que para nosotros no son más que dependencias. 

Para el primitivo, la imagen propia reflejada en el agua no es una reproducción del original distinta de éste. Es este mismo original. (…) Quizá se diga que hasta el primitivo más primitivo sabe muy bien que su imagen o su sombra es una cosa y que él mismo es otra. Este hecho no contradice que en la mentalidad primitiva lo que predomina no son los elementos objetivos controlados por la experiencia, sino los elementos místicos.

La mentalidad primitiva practica poco la abstracción. Muchas lenguas primitivas no se preocupan de distinguir ordinariamente el plural del singular. (…) Se representa en números propiamente dichos con dificultad; [el hombre primitivo] recurre más bien, cuando lo necesita, a números concretos, conjuntos-números (una docena, los dedos una mano…) Para el primitivo, la imagen de un ser es un ser, el original es otro ser: son dos seres, y sin embargo es el mismo ser. Dos en uno o uno en dos, para él no es nada extraordinario.

En los dibujos y esculturas del primitivo no se muestran demasiado cuidadosos por copiar exactamente la forma y las proporciones de los modelos. (…) No entienden la semejanza de la misma manera que nosotros la entendemos."

Lucien Lévy-Bruhl 



"La adversidad recuerda a los hombres la religión."

Lucien Lévy-Bruhl 


La muerte produce en los otros una sensación muy profunda. (…) La muerte es contagiosa. (…) El lugar donde alguien ha muerto ha debido de ser visitado necesariamente por espíritus antes del acontecimiento. (…) La muerte es contagiosa por razones místicas y materiales, inseparables. (…) Quienes han tomado parte en las ceremonias fúnebres deben pasar por un proceso de purificación. (…) Los ritos funerarios tienen por objeto impedir que el muerto, a pesar de su resistencia, permanezca en contacto con los vivos.

El ser vivo verdadero es el grupo, y los individuos solo existen por y para él. Es, pues, el grupo el que se siente directamente afectado. Esta muerte le acarrea la pérdida de una parte de su sustancia. 

El primitivo, por lo general, cree en la supervivencia de los muertos. El muerto cesa de formar parte del mundo de los vivos, pero no deja de existir. Pasa a otro mundo donde continúa viviendo más o menos tiempo en nuevas condiciones. Los muertos se hayan abocados a llevar una vida bastante semejante a la de aquí abajo. (…) La otra vida es una continuación de ésta, sólo que se haya uno despojado de su cuerpo.

Al ver que el cuerpo se destruye, el primitivo es refractario a la idea de resurrección. 

El muerto permanece en los alrededores durante los primeros días, invisible o tomando la forma de un animal. Matar un muerto no es algo por completo absurdo para estos indígenas que creen que la vida del otro mundo continúa la de éste: en ella se come, se bebe, se duerme, y también se muere. 

No debe confundirse la superviviencia, universalmente admitida por los primitivos, con la inmortalidad, de la cual no tienen ni un amago de sospecha. El africano dirá, casi de un tirón, que los muertos se han ido a una gran ciudad subterránea donde todo es puro, o que han partido hacia algún rincón lejano del este o del oeste. (…) La mayoría de los bantús, no todos, creen que los muertos vuelven a nacer. Los muertos viven, y de su buena voluntad depende la infelicidad o el infortunio de los que todavía están en la tierra. (…) Los escépticos son raros en estas sociedades. Los incrédulos lo son todavía más. 

Los primitivos se plantean preguntas acerca de los muertos. Pero no son de ese tipo de preguntas que, para nosotros, tendrían importancia primordial. Para nosotros el problema del destino individual predomina sobre los demás. (…) Para el primitivo no hay apenas destino individual ni tampoco eternidad. (…) No tiene por qué preguntarse acerca de lo que será de él en el otro mundo. Ya lo sabe de antemano. El clan existe allá abajo igual que existe aquí. Ocupará allí su lugar según su rango. (…) La idea de un castigo o una recompensa por la conducta que se ha llevado en la vida terrestre no les pasa por la cabeza. 

La mayor desgracia sería carecer de hijos porque los miembros del clan muertos no pueden prescindir del culto ni de las ofrendas a cargo de sus descendientes. (…) En las islas Fidji los hombres que tenían la mala fortuna de no haber tenido hijos eran muy desgraciados. Temían encontrarse en la ultratumba con sus ancestros, furiosos contra el miserable que no había dejado descendencia para continuar el culto familiar. 

Los muertos no son espíritus ni almas, sino más bien seres semejantes a los vivos, solo que decaídos y disminuidos, aunque aún poderosos y temibles. Cuando se aparecen tienen el aspecto de fantasmas. Tienen un cuerpo similar al nuestro, solo que sin consistencia ni espesor.

¿Qué es de los muertos a la larga? , ¿se conserva su individualidad? (…) Si se tratara de almas puramente espirituales serían inmortales de una vez por siempre. Pero en ninguna parte se imagina esa otra vida carente de fin. (…) Algunos dicen que tienen que morir tres veces, otros dicen que siete. (…) Pero todos están de acuerdo en que, después de haber degenerado por causa de las muertes sucesivas, terminan por quedar aniquilados de hecho. (…) Se admite en casi todas partes que los muertos acaban por desaparecer definitivamente ..."

Lucien Lévy-Bruhl 



"Para la mentalidad primitiva, bajo la diversidad de las formas que revisten los seres y los objetos en la tierra, circula una misma realidad esencial. (…) Esta realidad misteriosa no puede, como es el caso de la sustancia universal de nuestros metafísicos, presentarse bajo la forma de un concepto. (…) Se la dio a conocer por vez primera [en las ciencias sociales] bajo el nombre de “mana”...
El mana está unido a todas las cosas, puede ser bueno o maléfico. Siendo intangible, puede manifestar su presencia. (…) Es una de estas categorías vastas e indistintas cuyo contenido emocional es más patente que el intelectual.
El primitivo ve perfectamente, al igual que nosotros, la distancia que separa en general una piedra de un árbol y este árbol de un pez o de un pájaro, pero no lo siente como nosotros. La forma de los seres no le interesa más que cuando le permite adivinar lo que estos poseen de mana. (…) Los seres son todos receptáculos de estas fuerzas místicas."

Lucien Lévy-Bruhl 



"Para la mentalidad primitiva, una desgracia es siempre signo de que vienen otras tras ella.
Su derecho consuetudinario muestra que su conocimiento del bien y del mal es, en sustancia, el mismo que el nuestro. Con todo, sostienen ese principio paradójico según el cual la parte lesionada se hallará al albur de la dominación de las potencias malignas, quedando, en cambio, inmune a ella el culpable. La parte lesionada queda bajo la influencia de la mala suerte, así como también la comunidad entera."

Lucien Lévy-Bruhl 


"Todos los objetos y todos los seres están implicados en una red de participaciones y de exclusiones místicas; son las que hacen su contextura y su orden. Son por consiguiente las que se impondrán primero a su atención y las únicas que retendrá. Si está interesado por un fenómeno, si no se reduce a percibirlo, digamos pasivamente y sin reaccionar, lo atribuirá al momento, como por una especie de reflejo mental, a una presencia oculta e invisible, cuya manifestación es este fenómeno. (...) Para designar al ser, o más bien a los seres invisibles que constituyen, con su cuerpo, la personalidad del primitivo, casi todos los observadores han empleado la palabra ‘alma’. Conocemos las confusiones y los errores engendrados por la utilización de un concepto que los primitivos no poseen. Toda una teoría otrora muy apreciada, y que aun hoy tiene un cierto número de partidarios, reposa sobre el postulado implícito de que un concepto ‘alma’ o ‘espíritu’, semejante al nuestro existe entre los primitivos."

Lucien Lévy-Bruhl
La mentalidad primitiva








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