"El amor que profeso al género de pintura que con tan ardiente afición cultivo, no me ciega ni extravía. Yo, que por instinto y por convicción detesto la mentira en lodo, y muy particularmente en un arte que no merece tal nombre, cuando deja de. rendir tributo a la verdad, me guardaría muy bien de apelar a ensueños e invenciones fantásticas para dar al paisaje actual abolengo más antiguo del que realmente haya tenido. Digna es de respeto la nobleza que a su condición de tal añade los timbres de una dilatada genealogía; pero no ha menester de ella el arle para valer por sí, cuando logra ostentar prendas de verdadera belleza. Sin embargo, porque el arte no necesite, para que se le tenga por noble, recordar lo remoto de su origen ni haber tenido familia ilustre, ¿habremos de renegar de sus primeras manifestaciones? Cierto es que en la antigüedad, por excelencia llamada clásica, en pintura, lo mismo que en poesía, el paisaje no era sino un accesorio destinado a hacer resaltar más y más las figuras del cuadro..."

Carlos de Haes
Del discurso De la pintura de paisaje antigua y moderna, febrero de 1800

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