" A primera vista, los habitantes de la Galia, en los siglos que precedieron al año 600, parecían, sobre todo, trabajadores de la piedra. En efecto, fue ésta la materia escogida para las principales obras que han sobrevivido de aquel tiempo: puntas de flechas o de venablos en sílex tallado, modelos inmemoriales de armas a las que el hombre no sabía renunciar; las construcciones megalíticas en bloques o losas de piedra mal desbastada y, en fin, las hachas de piedra pulida. Estos últimos productos eran los que la industria suministraba como mejor acabados, lo cual denotaba gran cuidado y paciencia. Para llegar a elaborar aquellos formidables instrumentos, capaces de cortar, sin mellarse, recios troncos de árboles…, moles de cuerpo liso como una hoja de cristal, con el filo aguzado como una hoja metálica, había que escoger con cuidado las piedras más finas y duras, más resistentes y más compactas, que pudieran deslizarse y cortar a la vez… Los obreros de entonces tenían, pues, nociones exactas y claras sobre los grados de resistencia de las distintas rocas del país…"

Camille Julian
Tomada del libro Los gigantes y el misterio de los orígenes de Louis Charpentier, página 42

"Cuanto más se estudia el mundo ligur, más se ve en él el papel preponderante desempeñado por el mar. Me pregunto si su unidad, su lengua y algunas de sus costumbres no serían instauradas por una nación marinera; y pienso cada día más en los hombres del Mar del Norte y en una población de Europa, en tiempos prehistóricos, análoga a las migraciones de la época de los normandos."


Camille Julian
Tomada del libro Los gigantes y el misterio de los orígenes de Louis Charpentier, página 41


"La fatiga no agotaba nunca al ligur… Se dice que eran equiparables, en fuerza, a los grandes animales salvajes. Se los consideraba como caminantes invencibles; y tanto en la marcha como en la carrera, en lo que a resistencia y velocidad se refiere, los ligures no tuvieron rivales en los países mediterráneos. Fueron —prosigue Jullian— los más hábiles cazadores en la clase de tiro más difícil y que exige en el más alto grado ambas cualidades físicas: el tiro con honda. Sea cual fuere el número de pájaros que pasara ante un grupo de honderos ligures, cada honda elegía su víctima, y ningún disparo fallaba. (Según Timeo, citado por Eustaquio.)"


Camille Julian
Tomada del libro Los gigantes y el misterio de los orígenes de Louis Charpentier, página 40



"Los antiguos exploradores, procedentes del Sur o del Este, de Cádiz o de Fócida, nunca utilizaron más que la palabra Liguria para designar a todos los habitantes de la comarca gala. La aplicaron también a las tribus del litoral de la Provenza, a los indígenas de la cuenca del Ródano y a los pueblos de la llanura de Narbona. También eran ligures —se decía—, los que vivían a lo largo del gran golfo del Atlántico. Y aplicóse asimismo este nombre a las tribus más alejadas aún, que andaban errantes por las riberas y los bosques del mar del Norte. Incluso en tiempo de César, se acordaban en él mundo grecorromano de los tiempos remotos en que el nombre de Liguria se había extendido por toda la Galia."

Camille Julian
Histoire de la Gavie (Ed. Hachette)
Tomada del libro Los gigantes y el misterio de los orígenes de Louis Charpentier, página 38


"No obstante, junto a los canteros ligures hemos de pensar en los carpinteros. Aquellas pesadas hachas de piedra estaban destinadas, sobre todo, a cortar y escuadrar enormes piezas. Las moradas de los vivos, “estructuradas” y bien “ajustadas”, abundaban tanto como las cámaras de piedra de los muertos… Aquellos hombres trataban la madera con el mismo interés que la piedra; calculaban la resistencia de una viga, así como la fuerza y duración de su materia. Fueron ellos quienes construyeron los recios pilares de los palafitos de Suiza y de Saboya…"

Camille Julian
Tomada del libro Los gigantes y el misterio de los orígenes de Louis Charpentier, página 43


"También los enormes menhires y dólmenes revelan prodigios de mecánica. Si la mayor parte de aquellos bloques fueron arrancados del suelo propio del país, hubo, además, que arrastrarlos, levantarlos, erigirlos, colocarlos en su sitio y fijarlos; algunos pesaban doscientos cincuenta mil kilos, otros, quizá más, y algunas piedras, y de las más pesadas, fueron transportadas a siete u ocho leguas."

Camille Julian
Tomada del libro Los gigantes y el misterio de los orígenes de Louis Charpentier, página 43

















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