"El almuerzo fue íntimo. Se instalaron los cuatro comensales en un kiosco rústico, construido con troncos de árboles en el centro de una de las plazoletas del establecimiento y oculto por el sinnúmero de enredaderas y trepadoras en flor que circundaban los costados, disimulaban las ventanas y obstruían la puerta. Sentados alrededor de la mesa, veía cada cual una parte del jardín, según la ventana que le quedaba en frente. Uno de los árboles corpulentos que abundan en el tívoli, los sombreaba con sus ramas; los camareros, entraban y salían de acuerdo con las exigencias del servicio, y los primeros platos se despacharon en silencio, con la mirada ociosa y el pensamiento distraído, dada la multiplicidad de intereses representada por los miembros del grupo. Doña Dolores, sufría un dolor mortal por lo que las madres califican de "pérdida de la hija", y un conato de animadversión hacia el hombre que en cierto modo se las arrebata, lo que forma la futura falta de inteligencia entre las suegras y los yernos. Elena, temblorosa y ruborizada, por un miedo profundo de lo que le pasaría dentro de poco, en el orden físico, y un miedo vago de lo que podría pasarle con el andar de los tiempos, en el orden moral; todavía la víspera, aquel hombre que tenía a su lado, no hubiera podido acariciarla sin ofenderla, y, ahora, su madre misma tomaría a mal el que ella rechazara o se opusiera a esas caricias que le flotaban por los manteles y el aire, que adivinaba en los ademanes y en las miradas de don Luis, que la perseguían como fieras implacables, sin dejarla reposarse ni solicitar una tregua, un período preparatorio que las justifique y las haga deseables."

Federico Gamboa
Apariencias


"Esa dulce pasta que llaman carne los teólogos."

Federico Gamboa Iglesias


"Santa y su parroquiano despertaron ... Hablábanse poco, sólo lo indispensable para zaherirse con pullas o embozadas injurias, como si después de una noche de compradas caricias hubiesen recordado de súbito que, exceptuando la lujuria apaciguada de él, no existía entre ellos más que el eterno odio, que, en el fondo separa a los sexos. (...) ¡La gresca que se armó en la vivienda! Ahora todas pedían ser de la alegre partida, y se bromeó, se ajustaron onerosos contratos, se aumentó la caravana y se hizo venir otra calandria que resultó desvencijada, mugrienta, gemidora, y con un par de sardinas que ni para el redondel servían -según autorizado dictamen de El Jarameño.
Partieron los carruajes en línea recta y uno tras otro, cuando la iluminación de la ciudad comenzaba, al tiempo que los enormes focos municipales que se mecen en las esquinas y a la mitad de las calles -mezclados a las innúmeras luces incandescentes que cubrían caprichosamente las fachadas del comercio rico, y a los humildes farolillos de vidrio o papel con que adornaban las suyas los mercaderes pobres y los particulares ídem- prestaban a la metrópoli mágico aspecto de apoteosis teatral. Desde que desembocaron en la ancha avenida Juárez, divisaron las calles de San Francisco y Plateros rebosantes de luz, sin transitar de vehículos, insuficientes para encauzar entre sus dos aceras aquel encrespado y movedizo mar de gente que se encaminaba a la Plaza de Armas. Por sobre las cabezas, se veían, aquí y allí, chiquillos del pueblo encaramados en las espaldas del papá; guitarras que parecían caminar sin dueño, caídas de lo alto, y flotar a la ventura encima de esas ondas revueltas, policromas, incesantes. Avanzaban los coches paso a paso, y al llegar a la esquina del Puente de San Francisco, la impenetrabilidad de la masa y la prohibición de los gendarmes de a caballo de seguir adelante, los forzó a detenerse y consultarse respecto de la ruta que habrían de adoptar. Santa -del pueblo al fin- opinó por una caminata a pie, confundidos con la turba que casi rebosaba de las aceras y del arroyo; pero sus compañeras, españolas, atemorizadas frente al monstruo -cuyos coloquios, silbidos, exclamaciones, gritos y risas eran la perfecta imagen de un huracán-, se opusieron decididamente, mejor renunciaban al paseo. Los hombres tampoco aprobaron la idea, pues no les halagaba ir desde luego a la Plaza, y empaquetados dentro de los incómodos simones aguantar el concierto de todas las bandas militares de la guarnición reunidas, y toca que toca de las nueve a las once. Mejor cenar, aprisita, y después de la cena, al Grito."

Federico Gamboa
Santa


"Tan atinadas razones, pusieron de bulto la situación que aguardaba a los cónyuges; Eulalio, clausurado en el Colegio y en la ordenanza, que no entienden de subterfugios ni locuras; Pilar, forzada durante lapso indefinido, y a efecto de no perjudicar el porvenir de su esposo, a ocultar la boda, a no mostrarse en público, a ni siquiera vivir con él los primeros tiempos, cuando hasta los infelices disfrutan del matrimonio. Por lo que la despedida vino a ser desgarradora y triste, como la ceremonia del templo.
Vuelta sobre el respaldo del sofá, entonces sí que Pilar rompió a llorar, que se reveló en su aspecto de mujer enamorada. Sin eufemismos ni rodeos, angustiada de que se le escapara Eulalio, porque tal mandaban la ordenanza y el Colegio, el porvenir de él y la reputación de ella, lo sujetó por un brazo, y empinándose hasta su cara, hasta su hombro en el que hincó la cabeza, ora en voz baja, ora en alta, lo mismo que si a solas se encontraran, arguyó e imploró:
­-¡Me he dado a ti, fíjate, me he dado a ti y ya soy tu esposa!... ¡a mí nada más me perteneces y no puedes dejarme, porque te idolatro! ... ¡deja cuanto hay, el porvenir y el Colegio, pero a mí, no! ... ¿Qué nos importa lo demás? ...
Doña Remedios abogó por su hija, Rosario y Ró­mulo corearon a la señora, que anunciaba que por mientras, Eulalio podría instalarse en la alcoba de la que ya era su mujer...
Con la visión neta de su futuro despedazado, de su vida mancada, pero queriendo a Pilar entrañablemente, Eulalio se dejó convencer, y aunque reconocía que cediendo a las concesiones que le solicitaban, aun ante sí mismo se rebajaba, fue accediendo a todo lo que Pilar le pedía, colgada de su cuello.
­-¡Volvería a la noche!"

Federico Gamboa
La llaga










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