"¿A quién has visto que se contente con un solo crimen?"

Décimo Junio Juvenal


“Cada quien sabe lo que trae en su morral.”

Juvenal


"Confiar en todos es insensato; pero no confiar en nadie es neurótica torpeza."

Juvenal


"Cuando la virtud es alabada, se hiela."

Juvenal


"Debemos pedir un espíritu sano en un cuerpo sano."

Juvenal



"… desde hace tiempo —exactamente desde que no tenemos a quien vender el voto—, este pueblo ha perdido su interés por la política, y si antes concedía mandos, haces, legiones, en fin todo, ahora deja hacer y sólo desea con avidez dos cosas: pan y juegos de circo."

Juvenal


"El deseo de dinero crece cuanto el dinero mismo."

Juvenal



"El dinero huele bien venga de donde venga."

Juvenal


"El dinero se llora con un pesar más profundo que a parientes y amigos."

Juvenal


"El hombre feliz es más raro que un cuervo blanco."

Juvenal


“El hombre honesto es siempre un principiante.”

Juvenal


"El mayor crimen es preferir la vida al honor y, por vivir la vida, perder la razón de vivir."

Juvenal


"El niño es acreedor al máximo respeto."

Juvenal


"El primer castigo del culpable es que jamás será absuelto por su conciencia."

Juvenal


"El que posee el suelo posee hacia arriba hasta los cielos."

Juvenal



"El vicio que se representa bajo apariencia o máscara de virtud, con continente adusto y con rostro hábito severo, es muy engañador."

Juvenal


“En el amor hay más acíbar que miel.”

Juvenal



“Enhorabuena porque habéis dado un ciudadano a la patria; pero advierte que es con la precisa condición de que con vuestra educación le hagáis útil a la república, en la guerra y en la paz.”

Juvenal


“Es fácil condenar con una risa.”

Juvenal



"Es locura manifiesta vivir precariamente para poder morir rico."

Juvenal



"Este es el castigo más importante del culpable: nunca ser absuelto en el tribunal de su propia conciencia."

Juvenal


"Fortem posce animum, mortis terrore carentem"

Pedir un alma fuerte que carezca de miedo a la muerte

Juvenal
Sátira X



"Haz de manera que seas tú admirado y no lo que te pertenece."

Juvenal


"La censura perdona a los cuervos y se ensaña con las palomas."

Juvenal


“La chanza es como la sal: se debe usar con gran precaución.”

Juvenal



“La integridad del hombre se mide por su conducta, no por sus profesiones.”

Juvenal



“La naturaleza manifiesta haber dado a los seres humanos el corazón más sensible posible habiéndonos conferido la facultad de llorar. Esta es nuestra mejor capacidad.”

Juvenal



“La ternura del corazón es aquello que la naturaleza reconoce dar a los hombres otorgándoles las lágrimas.”

Juvenal



"Las bromas son como la sal: Se deben usar con gran precaución."

Juvenal


“Lo que da valor a un placer es usarlo raramente.”

Juvenal


“Los hombres que tienen los mismos vicios se sostienen mutuamente.”

Juvenal



"Mientras bebemos y nos coronamos de rosas, y reclamamos perfumes y mujeres, la vejez se desliza sin ser notada."

Juvenal


"Nadie se hace malvado de repente."

Juvenal


“Ni una palabra, ni una mirada obscena manchen la casa en donde haya un niño.”

Juvenal



"No debemos molestar a los dioses dirigiéndolos pretensiones insensatas, ya que ellos nos aman aun más que podamos amarnos nosotros mismos, y por ello, de pedirles algo, debemos sólo rezar porque nuestra mente sea pura y sano nuestro cuerpo."

Juvenal
Sátira X, v. 356




"Nunca es largo el camino que conduce a la casa de un amigo."

Juvenal



"Nunca la naturaleza dice una cosa y la sabiduría otra."

Juvenal



"Pan y circo"

Juvenal



"Pidamos una mente sana en un cuerpo sano."

Juvenal


"Pocos son capaces de apartar la niebla del error y distinguir entre los
bienes verdaderos y sus opuestos. Pues ¿qué tememos o deseamos
juiciosamente? ¿Qué concibes con tan buen pie que no te arrepientas
del intento o del deseo realizado? Los dioses han echado por tierra
casas enteras al atender las plegarias de sus propios dueños.
Pedimos lo que nos hará daño en la vida civil, lo que nos hará daño
en la militar; para muchos es mortal un copioso torrente de palabras
y su propia elocuencia; y hubo quien murió confiado en sus fuerzas y
en sus admirables músculos; pero a muchos más los ahoga el dinero
amontonado con excesivo celo. […] Y así, en tiempos funestos y
por orden de Nerón, una cohorte completa puso cerco a la casa de
Longino y a los extensos jardines del riquísimo Séneca y asedió la
excelsa mansión de los Lateranos […]. Aunque al ponerte en camino
de noche lleves solo unos pocos vasitos de plata pura, tendrás miedo
de la espada y la pértiga y te echarás a temblar cuando se mueva
la sombra de una caña a la luz de la luna […]. Las peticiones de
riqueza son casi siempre las primeras y las más conocidas en todos
los templos: que aumenten los caudales, que nuestra arca sea la más
grande de todo el foro. […]

 Entonces, ¿es superfluo o dañino lo que pedimos? […]

 A algunos los precipita a la ruina el poder sujeto a gran
envidia, los hunde una larga y distinguida hoja de servicios. Sus
estatuas bajan del pedestal y van tras la cuerda, luego, hasta a las
ruedas de los carros las golpea y rompe el hacha y a los caballos
que no tienen ninguna culpa les quiebran las patas. Ya crepitan las
llamas, ya al soplo de los fuelles arde en el horno la cabeza venerada
por el pueblo y cruje un Sejano enorme, luego, del rostro que fue
el segundo en el mundo entero se hacen ollas, fuentes, sartenes,
orinales. […] A Sejano lo arrastran con un garfio para que lo vea todo
el mundo, todos se alegran. «¡Qué hocicos, qué cara tenía! Si quieres
creerme, nunca me gustó este individuo. Pero, ¿bajo qué acusación
ha caído? ¿Quién ha sido el delator? […]». Pero ¿qué hace la chusma
de Remo? Le sigue la corriente a la Fortuna, como siempre, y odia a
los condenados. […] Hace ya tiempo, desde que no le vendemos los
votos a nadie, el pueblo se ha deshecho de preocupaciones; pues el
que en otro tiempo otorgaba el mando, las fasces, las legiones, todo,
ahora se aguanta y solo desea con ansia dos cosas, pan y juegos de
circo. […] Seguro que quieres lanzas, cohortes, jinetes distinguidos y
un cuartel en casa; ¿por qué no desear todo esto? Incluso quienes no
quieren matar a nadie quieren poder hacerlo, pero ¿qué distinciones y
prosperidad valen tanto cuando la medida de las desgracias iguala a
las alegrías? ¿Qué preferirías? ¿Tomar la praetexta de este que van
arrastrando o ser una autoridad de Fidenas y Gabios y dictar justicia
sobre las medidas, romper unos jarros más pequeños de lo justo
como edil zarraspastroso en la despoblada Ulubras? Reconoces,
entonces, que Sejano no supo qué era lo que había que codiciar;
pues quien codiciaba honores excesivos y pedía excesivas riquezas
estaba levantando las numerosas plantas de una elevada torre,
desde donde más grande sería la caída y enorme el batacazo del
vertiginoso hundimiento. ¿Qué fue lo que derribó a los Crasos, a los
Pompeyos y a aquel que puso bajo su látigo a los quirites domados? Sin
duda su elevada posición, buscada con todo tipo de medios, y sus grandes
ambiciones escuchadas por dioses malignos. […]

 […] Es mucho más grande la sed de fama que la de virtud. Pues
¿quién abraza la virtud en sí si le quitan los premios? Sin embargo, alguna
vez la gloria de unos pocos ha aplastado a la patria, y el afán de elogios y
de honores que graba en las lápidas guardianas de sus cenizas […] puesto
que también a los propios sepulcros les ha sido asignado un fatal destino.
[…] Solo la muerte pone de manifiesto qué poca cosa son los cuerpecitos de
los hombres. […]

 «Dame larga vida, Júpiter, dame muchos años». Esto pides con
semblante saludable, solo esto pides también con el macilento pero ¡de
cuántos y cuán persistentes males está llena una larga vejez! Contempla,
ante todo, el rostro deformado y horrible, tan diferente del que fue, un pellejo
deforme y las mejillas fláccidas donde antes hubo piel […]. Muchas son las
diferencias entre los jóvenes, aquel es más guapo que este y de rasgos
diferentes, este es mucho más fuerte que aquel. Uno solo es el aspecto de
los viejos: les tiemblan la voz y los miembros y tienen la cabeza ya calva y
las narices mojadas como las de los niños. […]. Aquel anda delicado de la
espalda; este, de los riñones; este otro, de la rabadilla; aquel otro ha perdido
los dos ojos y envidia a los tuertos; los labios pálidos de este otro reciben
la comida de dedos ajenos y por su parte él, que solía sonreír a la vista de
la comida, solo la abre como un polluelo de golondrina, hacia el que vuela
con el pico lleno su madre en ayunas. Pero peor que cualquier pérdida
de facultades físicas es la demencia, que ni recuerda los nombres de los
esclavos ni reconoce la cara del amigo con el que cenó la noche anterior ni
a los hijos que ha engendrado, a los que ha educado.

Cuando ve un templo de Venus, una madre ansiosa pide belleza
para sus hijos con plegaria a media voz, en voz más alta la pide para sus
hijas hasta llegar a las más refinadas peticiones. […]. Por otra parte, un hijo
de cuerpo distinguido tiene siempre a sus padres atormentados e inquietos:
hasta tal punto es rara la alianza de la belleza y el pudor. […]

 «Entonces, ¿no van a pedir nada los hombres?». Si quieres un
consejo, deja a los propios dioses ponderar qué nos conviene y es útil a
nuestros intereses; pues, en vez de las cosas más agradables, los dioses
nos darán las más apropiadas. Más quieren ellos al hombre que este a sí
mismo. Nosotros, llevados por el impulso de nuestros espíritus y por un ciego
y desmedido deseo, les pedimos el matrimonio y el parto de nuestra esposa,
pero ellos saben cómo van a ser los hijos y la esposa. De todas formas,
en caso de que les pidas algo y les ofrendes en un pequeño santuario las
vísceras y los divinos sesos de un blanco lechoncillo, debes rogar que te
concedan una mente sana en un cuerpo sano. Pide un espíritu fuerte libre
del miedo a la muerte, que ponga el último estadio de la vida entre los
regalos de la naturaleza, que pueda soportar cualquier tipo de fatigas, que
no sepa encolerizarse, que nada anhele y que considere las penas y los
crueles trabajos de Hércules mejores que el placer del amor, los banquetes
y las plumas de Sardanapalo. Te indico lo que tú puedes darte a ti mismo;
ciertamente la única senda a una vida tranquila se abre a través de la virtud.
Si la sensatez existiera, tú no tienes ningún poder divino: nosotros, Fortuna,
nosotros te hacemos diosa y te colocamos en el cielo."

Juvenal
Sátira X

“¿Qué hombre de bien contempla las desdichas como algo que no le concierne?”

Juvenal



"Que ni una palabra ni una mirada obscena manchen la casa en donde haya un niño."

Juvenal



"¿Quién guardará a los guardianes?"

Juvenal


Sátiras

"Si, marido inocente, está entregada tu alma
a una sola, somete la cabeza, preparada la cerviz
para el yugo. Ninguna encontrarás que respete a quien la ama:
aunque ella arda de amor, se goza en los tormentos del amado
y sus despojos; por lo tanto mucho menos útil le será
la esposa a todo aquel que sea bueno y envidiable.
Nada jamás regalarás si no consiente, nada
venderás si se opone, si no quiere nada habrá de ser comprado.
...
¿Acaso esperas que la madre le transmita
hábitos honestos y distintos de los suyos?...
...
Casi no hay juicio en el que una mujer no haya causado
el pleito...
...
Siempre hay pleitos y disputas en el lecho
donde se acuesta una casada; muy poco allí se duerme.
Es pesada a su marido, peor que tigra privada de su cría,
cuando simula gemidos a sabiendas de sus hechos ocultos;
o bien odia a sus hijos o llora porque inventa alguna amante
siempre con lágrimas copiosas, siempre
preparadas en su puesto y esperando
que les ordene el modo de manar; tú lo crees amor,
tú entonces, oruga, te complaces y el llanto con tus labios
sorbes, ¡qué cartas y cuántos recados leerías
si se te abrieran los cofres de esta adúltera celosa!
...
Escucho lo que, viejos amigos, hace tiempo aconsejáis:
“Pon cerradura, enciérrala”. Pero ¿quién custodiará
a los custodios? Es astuta la esposa y por ellos comienza.
...
Ante el marido vive igual que una vecina,
sólo más propia porque odia a los amigos del cónyuge
y a sus esclavos y es gravosa para su presupuesto...
...
Tan grandes artes, tantas medicinas poseen,
esas que hacen estériles y por matar humanos en el vientre
cobran. Alégrate, infeliz, y tú mismo la poción
ofrécele, cualquiera que ésta sea; pues si quisiera dilatar
y molestarse el útero con los saltos de los niños, serías
quizá padre de un etíope... "

Juvenal



“Si sientes verdadera devoción por una mujer, inclina la cabeza y sométete al yugo.”

Juvenal


summum crede nefas animam praeferre pudori
et propter vitam vivendi perdere causas
ten por infamia suprema preferir la vida al honor
y para salvar la vida perder la razón de vivir.



Juvenal
Sátiras


"Toda ganancia gusta y complace, sea cual sea su origen."

Juvenal


"Todos quieren poseer conocimientos; pero pocos están dispuestos a pagar su precio."

Juvenal

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