"... Pero para penetrar al Universo del Pensamiento en donde todo es lo mismo, tú debes abandonar tu ego y olvidar todos tus problemas. Tú no puedes alcanzar este nivel si te apegas a las cosas físicas y mundanas. Porque entonces, tú estás ligado a la división entre lo bueno y lo maligno, aquello que está incluido en los siete días de la creación. ¿Cómo entonces tú puedes aproximarte a un estado que se encuentra más allá del tiempo, en el cual reina la absoluta unidad? Más aún, si tú te consideras como "algo" y solicitas satisfacer tus propias necesidades, entonces Dios no puede vestirse a Si Mismo en ti. Dios es infinito y ningún recipiente lo puede contener de ninguna manera, excepto cuando una persona se hace a si mismo como Nada."

Dov Ber Ben Avraham  también conocido con el nombre de Maguid de Mezeritch
Citado por Aryeh Kaplan, en: Meditation and Kabbalah, Samuel Weiser (edit.), York Beach, Maine EUA, 1986
Tomada del libro Fluir en El sin yo de Jacobo Grinberg-Zylberbaum página 76


Rabí Mendel de Bar, uno de los célebres discípulos del Baal Shem Tov , llegó de visita al pueblo de Torchín donde se hospedó en la casa del parnás (el presidente de la comunidad). Rabí Dov Ber, luego conocido como el Maguid Predicador de Mezritch, vivía en una pequeña casa vecina. Mientras Rabí Mendel recorría el pasillo de la casa de su anfitrión, oyó al Maguid enseñando a uno de sus alumnos y quedó encantado con sus explicaciones. Cuando fue a encontrarse con el aparentemente interesante maestro y notó cuán enfermo estaba, le dijo:
“¿No has oído que existe un Baal Shem Tov ? ¡Ve a él y él te curará!”
Pero el Maguid contestó lacónicamente:
“¡Es mejor tomar refugio en Di s que confiar en el hombre! (Salmos 68:8).
De regreso en Medzibezh, donde vivía el Baal Shem Tov , Rabí Mendel alabó al Maguid ante su maestro, diciendo:
“He estado en Torchín y vi allí un hermoso recipiente”.
Rabí Israel Baal Shem Tov contestó:
“Sé de él hace varios años ya, y anhelo que venga a mí”.

Un par de años después, Rabí Dov Ber consideró seriamente encontrarse con el Baal Shem Tov . Lo había visitado Rabí Najman de Horodenka, un confidente y principal discípulo del Baal Shem Tov , quien le trajo una carta del maestro mismo.
El Maguid se sintió muy impresionado por la personalidad y el carácter de Rabí Najman y supuso que si el discípulo era una persona tan grande y santa, cuánto más lo sería el maestro. En una rápida respuesta Rabí Dov Ber confirmó su intención de encontrarse con el Baal Shem Tov lo antes posible, y posteriormente recibió otra carta:
“…noto de tu carta que has decidido venir. Aunque veo que te opones fuertemente a nuestra manera de servir a Di s, confío en que cuando vengas, si Di s quiere, `probarás el sabor del Arbol del Conocimiento y vivirás por siempre´. Sabe que hay cuestiones de lo más sublime entre nosotros, de modo que date prisa en venir preparado para quedarte aquí…”.
Ese verano u otoño Rabí Dov Ber se encontró con Rabí Israel Baal Shem Tov por primera vez.

En el libro Keter Shem Tov hay un recuento aparentemente autoritario acerca de esa primera reunión:
Rabí Dov Ber había oído del gran nombre del santo rabí, el Baal Shem Tov ; cómo toda la gente viajaba a él y cómo lograba enormes e imponentes efectos por medio de su plegaria.
Rabí Dov Ber, un hombre muy sagaz y profundamente versado en todo el Talmud y los códigos legales, así como también plenamente familiarizado con las enseñanzas de la Cabalá, se sentía escéptico acerco de los informes que recibía respecto de la grandeza del Baal Shem Tov . Un día, por fin, decidió visitarlo para ponerlo a prueba…

Rabí Dov Ber, siempre muy perseverante en sus estudios, notó después de un día o dos de camino que [su travesía] interfería con su acostumbrada manera de estudiar y lamentó haber dejado su hogar. Cuando finalmente llegó al Baal Shem Tov esperó escuchar de él profundas palabras de Torá. En cambio, el Baal Shem Tov comenzó a contarle una historia cómo cierta vez viajó varios días y se le acabó el alimento para su cochero gentil, hasta que encontró a un pobre hombre con una bolsa de pan que compró a fin de la alimentar a su cochero. Tras esta historia el Baal Shem Tov siguió con otras similares. El segundo día el Maguid fue una vez más al Baal Shem Tov , sólo para oír otra historia de cómo se le había acabado de forraje para sus caballos hasta que encontró a alguien, etc…

Ahora bien, todas estas historias del Baal Shem Tov eran alusiones a cuestiones muy profundas e incomprensibles al no iniciado, pero a Rabí Dov Ber le parecieron extrañas y sin sentido. Así, al volver a su posada [el Maguid] dijo a su cochero:
“Quisiera regresar a casa inmediatamente, pero como está demasiado oscuro ahora esperaremos hasta que aparezca la luna para ofrecernos suficiente luz, y entonces partiremos”.
Cerca de la medianoche, justo cuando el Maguid se disponía a partir, el Baal Shem Tov envió un sirviente suyo para llamarlo. Cuando compareció ante el Baal Shem Tov , el maestro le preguntó:
“¿Eres bien versado en la Torá?”
Al recibir una respuesta afirmativa, el Baal Shem Tov continuó:
“Sí, desde luego, ya oí que eres un erudito. ¿También te son familiares las enseñanzas de la Cabalá?”
El Maguid contestó:
“Sí”.
El Baal Shem Tov pidió entonces a su asistente que le alcanzara una copia del Etz Jaím y mostró al Maguid un difícil pasaje. Rabí Dov Ber miró el pasaje y explicó su significado. Pero el Baal Shem Tov le dijo:
“¡No lo sabes en absoluto!”
El Maguid revisó el pasaje una vez más y replicó:
“La interpretación que di es correcta. Si crees tener una explicación mejor, dímela y veremos quién tiene razón”.
Entonces el Baal Shem Tov dijo:
“¡Levántate y quédate de pie!” y le dio su interpretación.

Ahora bien, ese pasaje particular hace referencia a los nombres de diversos ángeles, y el Maguid evocó luego que mientras el Baal Shem Tov hablaba “la casa entera se llenó de la luz, un fuego ardía alrededor de nosotros, y realmente vimos a los ángeles de los que se estaba hablando!”
Después el maestro comentó a Rabí Dov Ber:
“El significado del pasaje es ciertamente como tú habías dicho. Pero no había alma en tu estudio”.
El Maguid ordenó inmediatamente a su cochero que volviera a casa mientras él se quedó con el Baal Shem Tov para absorber sus enseñanzas.
Uno de los principales discípulos del Maguid fue Rabí Shneur Zalman, el primer Rebe del movimiento Jabad Lubavitch. También él tuvo preguntas y dudas acerca de la validez del incipiente movimiento jasídico hasta que se encontró con el Maguid. El siguiente es un relato de las instrucciones del Maguid a Rabí Shneur Zalman antes de su deceso.

El domingo 17 de Kislev, el Maguid contó a Rabí Shneur Zalman que durante los tres últimos días antes de que uno restituya el `depósito´ (es decir, el alma encomendada a cargo del hombre), uno ve sólo la palabra creativa de Di s inherente en cada cosa física, o sea, uno ve que la palabra del Creador es la esencia misma y realidad de la materia.

Esa noche instruyó a Rabí Shneur Zalman acerca del procedimiento para la celebración a conducirse en la noche del Shabat que precede a una circuncisión, y el procedimiento para la ceremonia de la noche que precede a una circuncisión así como también para el día de la circuncisión misma. Y agregó:

“Jazón Ovadiá el sirviente de Di-s ve. Te nacerá un hijo y lo llamarás con mi nombre, y en la noche que precede a la circuncisión recuerda lo que te dije esta noche”.
De hecho, un año después, el 9 de Kislev de 5534 (1773), catorce años después de su casamiento, Rabí Shneur Zalman y su esposa fueron bendecidos con su primer hijo a quien llamaron Dov Ber por el Maguid, quien, después de suceder a su padre en 1813, llegó a ser famoso como Rabí Dov Ber de Lubavitch, segundo Rebe de Jabad.

Al día siguiente, después de hablar palabras de despedida a sus discípulos más cercanos, exclamó hacia Rabí Shneur Zalman:
“Zálmene, Zálmene”, y dijo lo siguiente: “Tú quedarás sólo. Sin embargo, yo veré de sacarte de todos tus problemas porque a ti verdaderamente extrañaré.
“Y tú, Avrómeniu (el hijo del Maguid, un conocido asceta), guarda silencio y continúa conduciéndote como lo has hecho hasta ahora. Escucha a Zálmeniu y el bien estará contigo. Sobre todo, no te causes aflicción, pues un pequeño defecto en el cuerpo ocasiona una gran falla en el alma y tu alma es algo enteramente único”.

El martes, tercer día de la semana en que se lee de la Torá la sección de Vaieshev Iaacov, decimonoveno día de Kislev de 5533 (1772), Rabí Dov Ber, Maguid de Mezritch, Koretz y Rovno, sucesor del Baal Shem Tov y líder del movimiento jasídico, devolvía su alma a su Hacedor, y sus restos mortales eran sepultados en Annopol (Anípoli).

Poco tiempo antes de su defunción, el Maguid había dicho a Rabí Shneur Zalman de Liadí:
“Iud Tet Kislev (el 19 de Kislev) es nuestro Iom Tov (día festivo)”, (aparentemente en alusión a la futura liberación de Rabí Shneur Zalman el 19 de Kislev de 1798 de la cárcel zarista).
Pues para los justos el día en que pueden devolver sus almas con pureza y santidad no es una partida triste de un mundo, sino un alegremente anhelado retorno a casa, al otro. Tal como Rabí Shimón bar Iojái antaño, quien falleció en Lag BaOmer, Rabí Dov Ber, también, observó el día de su desaparición como un Iom Tov para sí y deseó que sus discípulos y seguidores se regocijaran con él.

Por el Rabí Immanuel Schochet








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