Cae, corazón

"Cae del árbol del tiempo, corazón,
caed, hojas, de las ramas heladas
que el verano una vez abrazó,
¡caed como las lágrimas del ojo dilatado!

Aún ondea el rizo al viento
en la frente bronceada
del dios de la tierra, día tras día;
bajo la camisa el puño
aprieta ya la herida abierta.

Y por ello sé firme
si las nubes inclinan

su delicada espalda otra vez a tu paso,
que no te importe nada
si acaso los panales del Himeto
una vez más se llenan para ti.

Pues de poco le sirve al labrador un tallo en la aridez,
poco un verano de nuestra gran raza.

¿Y qué testimonia ya tu corazón?
Entre ayer y mañana oscila,
extraño y silencioso,
y lo que late es ya
su caída del tiempo."

Ingeborg Bachmann


El tiempo postergado

"Vienen días más duros.
El tiempo postergado hasta nuevo aviso
asoma por el horizonte.
Pronto tendrás que atarte los zapatos
y correr los perros de vuelta a las granjas marismeñas.
Pues las vísceras de los peces
se han enfriado al viento.
Arde pobre la luz de los altramuces.
Tu mirada rastrea la niebla:
el tiempo postergado hasta nuevo aviso
asoma por el horizonte.

Allí se te hunde la amada en la arena,
sube por su cabello ondeante,
le quita la palabra,
le ordena callarse,
le parece mortal
y dispuesta a la despedida
tras cada abrazo.

No mires hacia atrás.
Átate los zapatos.
Corre los perros de vuelta.
Tira los peces al mar.
¡Apaga los altramuces!

Vienen días más duros."

Ingeborg Bachmann
Traducción de Arturo Parada


En la penumbra

"De nuevo metemos los dos las manos en el fuego,
tú, para el vino de la noche largamente embodegada,
yo, para la fuente de la mañana, que desconoce los lagares.
Aguarda el fuelle del maestro, en quien confiamos.

Al sentir el calor de la preocupación, el soplador se acerca.
Se va antes de que amanezca, viene antes de que llames, es viejo
como la penumbra en nuestras tenues cejas.

De nuevo, él prepara el plomo en caldera de lágrimas,
a ti, para un vaso -se trata de celebrar lo desaprovechado-,
a mí, para el pedazo lleno de humo -este se vacía sobre el fuego.
Así avanzo hasta ti y hago sonar las sombras.

Descubierto está quien ahora vacile,
descubierto, quien haya olvidado el dicho.
¡Tú no puedes ni quieres saberlo,
tú bebes del borde, donde está fresco,
y como antaño, bebes y permaneces sobrio,
a ti aún te crecen cejas, a ti aún te contemplan!

Pero yo ya aguardo el momento
en amor, a mí se me cae el pedazo
en el fuego, a mí se me convierte en el plomo
que era. Y detrás de la bala
estoy yo, tuerta, segura del blanco, delgada,
enviándola al encuentro de la mañana."

Ingeborg Bachmann
Traducción de Arturo Parada


Mensaje

Del umbral, caliente de cadáveres, del Cielo sale el sol.

Allí, nos damos cuenta, no están los inmortales,
tan sólo los caídos.

Y el brillo nada quiere saber
de la putrefacción. Nuestra divinidad,
la Historia, nos ha preparado una tumba
de la que no se resucita.

Ingeborg Bachmann



Nueva

"Sale del atrio celestial templado de cadáveres el sol.
No están allí los inmortales,
sino los caídos en batalla, oímos.

Y el esplendor no repara en la putrefacción. Nuestra deidad,
la Historia, nos ha dispuesto una sepultura
de la que no hay resurrección."

Ingeborg Bachmann
Traducción de Arturo Parada



Sólo cosas sombrías

"Como Orfeo, toco 
en las cuerdas de la vida la muerte, 
y ante la belleza de la tierra 
y de tus ojos, que administran el cielo, 
sólo sé decir cosas sombrías. 

No olvides que también tú, de pronto, 
aquella mañana, cuando tu lecho 
todavía estaba húmedo de rocío y el clavel 
dormía junto a tu corazón, 
viste el río oscuro 
pasar a tu lado. 

La cuerda del silencio, 
tensada sobre la ola de sangre, 
puso manos en tu corazón sonante. 
Transformado quedó tu rizo 
en la cabellera de sombras de la noche, 
los copos negros de las tinieblas 
nevaron tu semblante. 

Y mi lugar no está a tu lado. 
Ahora nos lamentamos los dos. 

Pero como Orfeo, sé 
junto a las cuerdas de la muerte la vida, 
y en mí reverbera el azulado 
de tu ojo por siempre cerrado."

Ingeborg Bachmann
De "El tiempo postergado" Ediciones Cátedra S. A. 1991
Versión de Arturo Parada



Sombra rosas sombra

"Bajo un cielo extraño
sombra rosas
sombra
sobre una tierra extraña
entre rosas y sombra
dentro de un agua extraña
mi sombra."

Ingeborg Bachmann
Traducción de Cacilia Dreymüller y Concha García


Temprano mediodía

"Silencioso verde a el tilo en el verano inaugurado,
muy apartada de las ciudades tiembla
el brillo opaco de la luna diurna. Ya es mediodía,
ya se agita en la fuente el chorro,
ya se alza bajo el destrozo
el ala maltratada del pájaro de fábula,
y la mano, desfigurada por tirar la piedra,
cae en el despertar del trigo.

Donde el cielo de Alemania ennegrece la tierra,
busca su ángel decapitado una tumba para el odio
y te entrega el cuenco del corazón.

Un puñado de dolor se pierde sobre la colina.

Siete años más tarde
te acuerdas nuevamente,
junto a la fuente, ante la puerta,
no mires demasiado profundamente,
se te saltarán los ojos.

Siete años más tarde,
en casa de amortajado,
apuran los ayer verdugos
el vaso dorado.
Se te hundirían los ojos.

Ya es mediodía, en las cenizas
dobla el hierro, sobre el mandril
está izada la bandera, y sobre la roca

del sueño ancestral, queda de aquí en adelante
forjada el águila.

Solo la esperanza, aquejada de ceguera, está acurrucada bajo la luz.
¡Rompe sus cadenas, guíala
ladera abajo, ponle
la mano sobre los ojos, que no la
abrase ninguna sombra!

Donde la tierra de Alemania ennegrece el cielo,
busca la nube palabras y llena el cráter de silencio
antes de que el verano las perciba bajo la llovizna.
Lo inexplicable recorre, en voz baja, el país:
ya es mediodía."

Ingeborg Bachmann
Traducción de Arturo Parada






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