De noche solía aparecerse en los caminos bajo el pelo de un chivo negro con ascuas en los cuernos. Un día daría la señal del gran levantamiento, y los Señores de Allá, encabezados por Damballah, por el Amo de los Caminos y por Ogun de los Hierros, traerían el rayo y el trueno, para desencadenar el ciclón que completaría la obra de los hombres.

Alejo Carpentier
El Reino de Este Mundo, pág. 25


En aquellos días comenzaba a cobrar la certeza de que tenía una misión que cumplir, aunque ninguna advertencia, ningún signo, le hubiera revelado la índole de esa misión.

Alejo Carpentier
El Reino de Este Mundo, pág. 87


Se sintió viejo de siglos incontables.

Alejo Carpentier
El Reino de Este Mundo, pág. 92


El hombre ansía siempre una felicidad situada más allá de la porción que le es otorgada.

Alejo Carpentier
El Reino de Este Mundo, pág. 93


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