A menudo comparo a mi señor
con el cielo. Es el sol su bello rostro;
las estrellas, sus ojos; y cuando habla
suena la música del dios de Delos. 

La tempestad, la lluvia, el trueno, el hielo
son su cólera, cuando se enfurece;
el tiempo calmo y claro es cuando quiere
rasgar, amable, el velo de su furia. 

La primavera, el retoñar de flores,
es cuando hace aflorar mis esperanzas,
prometiendo que así serán mis días. 

Llega el horrible invierno cuando cambia
y amenaza con irse y olvidarme,
privarme de mis bienes más preciados.

Gaspara Stampa



"Amor, cubre los ojos que me ataron
para que nunca vean la belleza,
la buena educación, la cortesía
de las mujeres bellas que hay en Francia;

que mi vida, que ahora es dulce y grata,
no se llene de llanto y aspereza
porque desprecio todo en este mundo,
excepto por su luz clara y serena.

Y si él encuentra, por azar, alguna
que sea digna de su amor y encienda
su corazón con fuerza y con constancia,

hiérelo con el plomo de tu flecha,
o dame muerte con tu flecha de oro,
que no quiero vivir de esa manera."

Gaspara Stampa



Amor, de veras es tu condición

Amor, de veras es tu condición
cual una rueda que por siempre gira,
y el que está encima o bien suspira o canta,
y baja o sube sin pararse nunca.

Ahora te llama fiel, traidor ahora;
ya hace la paz contigo, ya se irrita;
tan pronto se retira o se da en prenda;
ya en el bien teme, ya en el mal aguarda.

Cae al infierno, al cielo se remonta;
de la playa se aleja, al puerto llega;
suda en invierno y tiembla en el verano.

Triste de mí que en mi mayor sosiego
me asalta una sospecha que me tiene
siempre entre vivo y muerto el corazón.

Gaspara Stampa



Cuando la dulce primavera vuelve

Cuando la dulce primavera vuelve
a todo el mundo, sólo a mí me deja;
y a ese país se marcha al alejarse,
que el sol menos calienta con su esfera.

Y esas flores que siembra con su mano
Amor, rojas y blancas, en el rostro
de mi señor, del gran hijo de Marte,
a mis ojos darán la última noche,

floreciendo a personas que no viven
ni respiran tan sólo con su aroma,
cual le sucede a mi penosa vida.

¡Oh cuán injusto, Amor, o cuán inicuo,
que toleras que estén de los amantes
el corazón y el cuerpo tan lejanos.

Gaspara Stampa



"Damas, quien quiera ver a mi señor
busque un hombre de aspecto hermoso y dulce,
en años joven y en sapiencia viejo,
la imagen de la gloria y el valor: 

con el cabello rubio y tez lozana,
de estatura alta y con espaldas anchas,
y, en conclusión, perfecto en cada acto,
salvo un poco (¡ay!) cruel en el amor.

Y que busque después quien quiera verme
una mujer que muestra en su semblante
la imagen de la muerte y el martirio, 

hogar de la lealtad firme y constante,
una mujer que llora, arde y suspira,
sin lograr que su amado cruel se apiade."

Gaspara Stampa



"El Amor me ha hecho tal que en fuego vivo,
cual nueva salamandra al mundo, y como
aquel otro animal no menos raro,
que en un mismo lugar nace y espira.

Mis delicias son todas y mi gozo
vivir ardiendo y no sentir los males,
sin preocuparme de si quien me empuja
tenga de mí piedad mucha ni poca.

Era extinto el primer ardor apenas
y otro encendió el Amor, que es aún más vivo
y más grande que cuantos he probado.

No me arrepiento de mi arder amando,
si quien de nuevo el corazón me roba
de mi ardor pleno y satisfecho queda."

Gaspara Stampa



Olas que con frecuencia el mar turbáis

Olas que con frecuencia el mar turbáis
cual me turban a mí también los celos,
venid a hacerme un rato compañía,
pues tan caras me sois y tan cercanas.

Así el fiero Aquilón y el Austro fiero
os sean menos crudos e importunos,
así os conceda Eolo alguna tregua,
ya que el amor a mí no me lo otorga.

Y tanto y tanto he de llorar, ay triste,
que el humor que derramo por los ojos
si fuese como el mar, es poco o nada;

vosotras me daréis de vuestro humor
lo que precise a desfogar el llanto
que a tan alto dolor se corresponde.

Gaspara Stampa



Triste y contrita por mis graves faltas
y por mi desvarío largo y leve,
y por haber gastado el tiempo breve
de la vida fugaz en amor vano, 

a ti, Señor, que ablandas corazones,
y vuelves cálida la nieve helada,
y alivias la pesada y dura carga
de quien se enciende en tu ardor sagrado, 

recurro; y ruego que me des tu mano
y me saques del mar, del cual yo sola
no podría salir si lo intentase. 

Tú quisiste, Señor, morir por todos,
tú salvaste a la humanidad entera;
dulce Señor, ¡no dejes que me muera!

Gaspara Stampa



Yo te lo juro, Amor, por tus saetas
y por tu antorcha poderosa y santa:
aunque arda el corazón y se deshaga,
y me hieran las flechas, no me importa. 

Busca por el pasado y el futuro,
y elige la mujer que tú prefieras,
no hubo ni habrá amante que sintiera
llamas tan vivas, dardos tan agudos; 

porque nace una fuerza de esta pena,
que supera al dolor y que lo engaña,
al punto que no duele, o no se siente. 

Lo que me mortifica en cuerpo y alma,
el miedo que me empuja hacia la muerte
es que mi fuego sea llamarada.

Gaspara Stampa











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