“Fructuós Canonge untaba una tostada con betún y se la comía ante la atónita mirada de los transeúntes de la plaza Real, truco que le servía para captar nuevos clientes y para adentrarse en el mundo de la prestidigitación. Empezó a trabajar de limpiabotas en esa plaza (…) llegaron en 1831, huyendo de una vida miserable en Montbrió del Camp. Entonces él tenía 7 años y no sabía que sería un mago prestigioso condecorado por la monarquía y que luciría con orgullo esas medallas. De ahí la frase: ‘Tens més medalles que el Canonge’ (Tienes más medallas que Canonge)” (…)

Los juegos de Canonge entusiasmaban: freír un huevo en la chistera, convertir un vaso de agua en licor (…) Se paseaba por la Rambla vestido de capitán general con todas sus medallas en el pecho. Consagrado como El Gran Canonge y conocido entre el público como El Merlín Español, actuó ante Isabel II y se permitió llegar 3 horas tarde. Cuando apareció, todos los relojes del palacio marcaron la hora prevista para el inicio del espectáculo, así que la reina no pudo reprocharle el retraso.

Fructuoso Canonge murió en 1890 y su funeral, en la catedral, fue multitudinario. En cambio, ahora solo quedan 2 vestigios que lo recuerdan. Uno es el cartel anunciador de su puesto de limpiabotas en la plaza Real. El otro está en la calle del Paso de la Enseñanza y es un anuncio de una tienda de prestidigitación.”

Fructuoso Canonge Francesch
Anecdotario de Barcelona, de Roser Messa

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