"Cuando hemos encontrado lo poco que podíamos encontrar, se acabó. Ya no hay nada que nos diga algo. Seguimos embriagándonos con el vino, pero ya no buscamos nada en él, y ya el vino no nos dice nada. Nada ya nos dice nada. El aire que respiramos no nos dice nada ya. Debemos pensar que hemos muerto. De otro modo, estaríamos muertos y habríamos perdido la cordura a la vez."

Elio Vittorini
El simplón guiña el ojo al fréjus


"Esto era lo terrible: la quietud en la no esperanza. Creer perdido al género humano y no tener fiebre de hacer cualquier cosa en contra, ganas de perderme, por ejemplo, con él. Estaba agitado por abstractos furores, no en la sangre, y estaba quieto, no tenía ganas de nada. No me importaba que mi compañera me esperase, reunirme con ella o no u hojear un diccionario era para mí lo mismo; y salir a ver a los amigos, a los demás, o quedarme en casa era para mí lo mismo. Estaba quieto, era como si jamás hubiese tenido un día de vida, ni jamás hubiese sabido qué significa ser feliz, como si no tuviese nada que decir, que afirmar, negar, nada mío que poner en juego, y nada que escuchar, que dar y ninguna disposición para recibir, y como si jamás en todos mis años de existencia hubiese comido pan, hubiese bebido vino, o bebido café, jamás hubiese ido a la cama con una muchacha, jamás hubiese tenido hijos, jamás me hubiese caído a golpes con cualquiera, o no creyese todo eso posible, como si jamás hubiese tenido una infancia en Sicilia entre las tunas y el azufre, en las montañas; pero me agitaba dentro de mí por abstractos furores, y pensaba en el género humano perdido, inclinaba la cabeza, y llovía, no decía una palabra a mis amigos, y el agua me entraba en los zapatos."

Elio Vittorini
Conversación en Sicilia


"Nuestro miedo a lo peor es más fuerte que nuestro deseo de lo mejor."

Elio Vittorini


“Uno persigue, el otro es perseguido: el género humano no es pues todo el género humano, sino sólo el del perseguido. Si matas a un hombre, será más hombre, hazle pasar hambre, será más hombre.”

 Elio Vittorini


"Yo creo que ser escritor es una muestra de gran humildad. Lo veo como lo fue en el caso de mi padre, que era herrador y escribía tragedias y no consideraba que su escritura de tragedias fuera superior a su herrado de caballos. Es más, cuando estaba herrando caballos, nunca aceptaba que le dijeran “Así, no, sino así. Te has equivocado”. Miraba con sus azules ojos y sonreía o reía y meneaba la cabeza, pero, cuando escribía, daba razón a cualquiera a propósito de cualquier cosa.
Escuchaba lo que cualquiera le dijese y no meneaba la cabeza, daba la razón. Era muy humilde en su escritura; decía que la tomaba de todo el mundo y, por amor a ella, procuraba ser humilde en todo: tomar de todo el mundo en todo. Mi abuela se reía de lo que él escribía. “¡Qué tonterías!”
Y mi madre, igual. Se reía de él por lo que escribía.
Sólo mis hermanos y yo no nos reíamos. Yo lo veía ponerse colorado, cómo agachaba, humilde, la cabeza y así aprendía yo. Una vez, para aprender, me escapé de casa con él.
De vez en cuando mi padre lo hacía: escapaba de casa a escribir en la soledad. Yo lo seguí una vez: caminamos ocho días por el campo de alcaparras, entre las flores blancas de las soledades, y nos detuvimos bajo una roca para estar un poco a la sombra, él, con sus azules ojos, que escribía, yo, que aprendía, y al regreso mi madre me apaleó por mí y por él.
Entonces mi padre me pidió perdón por los golpes recibidos en su lugar.
Recuerdo cómo fue. Yo no le respondí. Y él me dijo con una voz terrible: “¡Responde!” ¿Me perdonas?” Parecía el espectro del padre de Hamlet cuando quiere venganza. No es que quisiera perdón. Pero de ese modo aprendí lo que es escribir."

Elio Vittorini
Diario en público













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