"Sin un solo adjetivo, en voz baja, con un tono cansado y triste, contó la historia como si hubiera sucedido cien años atrás. Fue terriblemente conmovedor y apenas puedo imaginar lo que los Benedictinos del monasterio, desperdigados por el mundo, debieron sentir al escuchar aquel tranquilo y sincero relato del final de aquella cuna de la civilización; tras catorce siglos de vida religiosa, había quedado enterrada para siempre".

Iris Origo
Sobre la locución del Abad Diamare de Monte Cassino

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