"[...] toda la zona de los Bancos de Bahamas durante la última glaciación se encontraba sobre el nivel del mar y quedó sumergida por el posterior derretimiento de los hielos […]. La calzada de piedra de Bimini no sigue la línea curva de la cercana escollera de la playa —que, a su vez, sigue la forma de la isla–, sino que discurre recta bajo el mar. Está constituida por enormes bloques lisos y escuadrados, sujetos en los ángulos por bloques de piedra más grandes y más largos, a modo de columnas de apoyo, que se parecen a los dólmenes de las costas occidentales de Europa. Todo esto no es obra de la naturaleza, como no lo son los rectángulos perfectos y regulares, los ángulos rectos, las configuraciones rectilíneas de otros complejos. Un extremo de la construcción titánica realiza una curva sumamente armoniosa antes de desaparecer bajo la arena […]. Estoy convencido de que se trata de una «calle ceremonial» que conduce a algún lugar especial. Después de la curva de la que te hablaba, las dos hileras de bloques que componen la calle parecen disponerse en tres órdenes. Una parte de la calle ceremonial maya, el sacbé, prosigue bajo el agua en Yucatán y continúa durante casi 400 m hacia alta mar antes de desaparecer. Como el sacbé era una calle elevada, creo que, excavando por debajo y a lo largo de la construcción de Bimini, saldrían a la luz otras estructuras […]. Estoy convencido de que el motivo por el que muchos científicos dudan (o incluso rechazan) en visitar estos y otros misteriosos y enigmáticos vestigios hay que buscarlo en el hecho de que temen tener que poner en cuestión sus teorías, sus explicaciones simplistas. Este prejuicio está muy enraizado y tiene que ver con una especie de movimiento «anticataclismo», que piensa que quien cree en la pasada existencia de la Atlántida es «filocatastrofista», en sentido etimológico, naturalmente. Por eso, estos estudiosos o pensadores no quieren descubrir nada que pueda confirmar un antiguo y repentino cataclismo. Prefieren seguir considerando muchas ruinas y estatuas como caprichos de la naturaleza."

J. Manson Valentine
Tomada del libro Atlántida de Roberto Pinotti, página 139

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