“El cerebro de un viejo, sobre todo el de un viejo que ha leído mucho, está tan lleno de vueltas y revueltas, tan atiborrado de palabras, frases, historias, dudas y convicciones que generalmente resulta difícil, si no imposible, encontrar el origen de un pensamiento.”

George Langelaan
Vuelta a empezar


"Interrogué a Harry. No comprendió inmediatamente y le sacudí hasta que empezó a llorar. Entonces tuve que armarme de paciencia. Sí, se acordaba. Había encontrado la mosca en el reborde de la ventana de la cocina, pero la había soltado, obedeciendo mis órdenes.
A pesar de encontrarnos en pleno verano, en nuestra casa apenas había moscas, porque vivíamos en lo alto de una colina  donde siempre hacía viento. De todos modos, atrapé varios centenares. Hice poner jícaras de leche, confituras y azúcar en los rebordes de las ventanas y en varios sitios del jardín. Ninguno de los insectos cazados, sin embargo, respondió a la descripción dada por Harry. Los examiné personalmente con una lupa y todos parecían iguales.
A la hora de comer, llevé al laboratorio leche y puré de patatas. Por si acaso, dejé también algunas moscas, cogidas al azar. Pero mi marido me dio a entender que no le servían para nada.
Si de aquí a la noche no aparece la mosca, estudiaremos el procedimiento a seguir. Mi idea es ésta: me instalaré en la habitación de al lado, con la puerta cerrada y te haré preguntas. Cuando no puedas contestar con un sí o un no, escribirás la contestación a máquina y me la echarás por debajo de la puerta... ¿Te parece bien?
"Sí", golpeó Bob con su mano útil.
Al ponerse el sol, seguíamos sin encontrar la mosca. Antes de llevarle la cena a Bob, titubeé un momento ante el teléfono. Sin duda alguna, todo aquello era una cuestión de vida o muerte para mi marido. ¿Tendría yo fuerza suficiente para oponerme a su voluntad e impedirle que pusiera fin a sus días? Seguramente jamás me perdonaría que faltara a mi promesa, pero pensé que su resentimiento era, a fin de cuentas, preferible a su desaparición y, febrilmente, me decidí a descolgar el aparato y a marcar el número del profesor Moore, su más íntimo amigo."

George Langelaan
La mosca



"La imagen de la muchacha tembló repentinamente. Un ruido de trompetas y un breve golpe de címbalos acompañaron la proyección sobre la pantalla del reloj del ayuntamiento de Ray Falls. Berny, sorprendido, echó un vistazo a su reloj y corrió a la ventana. Una franja de cielo rosado, que se reflejaba en las tranquilas aguas del lago, le confirmó que eran las seis y que un nuevo día acababa de empezar.
Berny decidió guardar silencio sobre su «visión», al menos por el momento. Y cuando llegó, un par de horas más tarde, al Instituto de Investigaciones Nucleares, se encaminó directamente a la biblioteca y se pasó la mayor parte de la mañana consultando obras que llevaba años sin abrir. En teoría, parecía casi imposible que los átomos componentes de un objeto, o incluso de un animal, pudieran transformarse en algo completamente distinto, conservando sin embargo su entidad.
Berny veló toda la noche, pero la luz temblorosa de su pantalla no compuso forma alguna. El altavoz ronroneó y tosió hasta la aparición del reloj, con su habitual acompañamiento musical, a las seis en punto de la mañana.
Durante toda una semana, Berny perdió sus noches ante el aparato, esperando vanamente el retorno de Mary. A pesar de las apariencias, no estaba absolutamente convencido de haber sido víctima de una broma. E incluso, aun suponiendo que fuera así, alguien había realizado un prodigioso descubrimiento científico. Dudaba, además, de que existiera una mujer capaz de representar con tanta veracidad el papel de Mary Seymour. Ésta había dado una versión de su drama llena de dulzura y sencillez. ¿Se había enamorado mi hermano de un rostro, de una fugitiva sombra apenas entrevista en la pantalla de televisión? ¿Existía o no existía Mary? Ella había dicho que no era un fantasma, pero al mismo tiempo había dado a entender que tampoco podía considerársela como una criatura humana.
Cuando, una semana después, Berny se sentó ante su desayuno, había tomado ya una decisión: comprobaría la historia de Mary Seymour. Para ello pidió un permiso en el Instituto y se dirigió a Hull.
Al regresar a Ray Falls, veinte días más tarde, Berny traía una certidumbre: Mary Seymour había existido realmente. La directora de la Royal Infirmary de Hull le confirmó que Mary Seymour había servido como enfermera en aquel establecimiento. Y, sin necesidad de consultar los archivos, le dijo que Miss Seymour había salido para Singapur al empezar la guerra, en compañía de un grupo de médicos y enfermeras, y nunca se había vuelto a saber nada de ella. También le enseñó la placa de mármol en donde se había inscrito el nombre de la muchacha desaparecida."

George Langelaan
La dama de ninguna parte



"Por mucho que se diga, nadie ha encontrado el eslabón que falta y que marcaría, en la evolución, el paso del animal al hombre... Pero, ¿será que no se encuentra en este mundo...? Lo cual no quiere decir que no existe en otra parte..., en otro planeta, tal vez en otros sistemas, en otra galaxia."

George Langelaan
Los hechos condenados
Tomada del libro de Michel Granger ¿Terrestres o extraterrestres?, página 23

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