"El desarrollo de la ley de evolución supone la existencia de progenitores. Por lo tanto, según este principio, nuestras razas actuales tuvieron antepasados menos evolucionados, y con rasgos muy claros de inferioridad física. Así, nuestro caballo es el descendiente evolucionado del prototipo, y la evolución se nota en el pie que poco a poco se ha modificado y ha perdido los dedos primitivos e inútiles para correr, y ha dejado subsistir un solo dedo cuya uña se ha convertido en pezuña. Es significativo que no se haya encontrado nunca en Europa, en Asia y en África un gran número de progenitores de nuestras especies actuales, que en cambio se han encontrado en estado fósil en las tierras americanas, aunque, sorprendentemente, los descendientes de estos progenitores no se hubieran encontrado en América en la época de su descubrimiento. Así, el progenitor del caballo, el prototipo, es un fósil americano. Tampoco se ha encontrado en Europa ni en África. Una de sus formas más evolucionadas es sin duda la encontrada en la región del Tíbet, pero la verdadera cuna del prototipo fue América. Ahora bien, el caballo, su descendiente, no existía en América en la época del descubrimiento, ni se ha encontrado en estado fósil, cuando en cambio ya pululaba en Europa, en Asia y en África. Necesariamente, pues, el caballo debió de migrar de América a Europa en una época muy lejana. Esta migración no pudo producirse a nado. Fue necesario, ciertamente, que hubiera un continente intermedio, en el que las formas prototípicas vivieron en vías de evolución, y del que se trasladaron, a través de este puente natural, a Europa y África. Pero, se dirá, ¿cómo explicar que el prototipo no haya evolucionado también en tierras americanas? Ello se deriva del hecho de que los terrenos donde se encontraron los fósiles del prototipo pertenecían a la Atlántida y fueron sumergidos varias veces. Los caballos se retiraron ante el agua invasora, y a través de la Atlántida ganaron las nuevas tierras que surgían del océano; después, cuando América a su vez resurgió de las aguas, no pudieron volver atrás, por la simple razón de que en aquel momento la Atlántida ya no existía o por lo menos solo existía en estado de isla. Así pues, América fue la cuna del caballo, del elefante, del camello, del rinoceronte, del alce irlandés, del gamo, del bisonte, del ciervo, del león. Todas estas especies se encuentran en estado fósil en tierras americanas y migraron poco a poco hacia Europa, África y Asia a través de este continente intermedio. Por consiguiente, hay que admitir forzosamente la Atlántida para explicar las migraciones de animales originarios de América, que no subsistían allí en la época de su descubrimiento."

Michel Manzi
Tomada del libro Atlántida de Roberto Pinotti, página 149




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