"El Homo Sapiens vive inmerso en su vida diaria al grado que se olvida de sí mismo y olvida hacia dónde se dirige; aun así, sin sentirlo, sabe que la muerte lo corta todo."

Boris Mouravieff
Gnosis: Study and Commentaries on the Esoteric Tradition of Eastern Orthodoxy. Book I, Exoteric Cycle



"En la civilización occidental la vida interior del individuo - con toda su riqueza - se encuentra relegada al último plano de la existencia. El hombre está tan atrapado en el engranaje de la vida mecanizada que no le queda tiempo para hacer alto ni el poder de atención necesario para dirigir hacia sí mismo su mirada mental. El hombre pasa sus días absorbido por las circunstancias. La inmensa máquina que lo arrastra gira sin cesar y le impide detenerse, a riesgo de ser destrozado. Hoy como ayer y mañana como hoy, se agota el hombre en esa carrera desenfrenada, lanzado en una dirección que, en definitiva, no lo conduce a ninguna parte. La vida pasa casi desapercibida, rápida como un trazo de luz; después, siempre ausente de sí mismo, cae, devorado."

Boris Mouravieff
Gnosis I


"¿Felicidad? Pero se nos ha enseñado que la felicidad dura sólo tanto como dura la ilusión… ¿y qué es la ilusión? Nadie sabe. Pero nos sumerge.
Si tan sólo supiéramos qué es la ilusión, entonces sabríamos lo opuesto: qué es la Verdad. Esta Verdad nos liberaría de la esclavitud."

Boris Mouravieff
Gnosis: Study and Commentaries on the Esoteric Tradition of Eastern Orthodoxy. Book I, Exoteric Cycle



"La Tradición esotérica cristiana se basa en el Canon, en el Rito, en el Menologio y, finalmente, en la Doctrina. Esta última es un conjunto de reglas, de tratados y de comentarios debidos a los doctores de la Iglesia ecuménica. Estos textos han sido reunidos en gran parte en una compilación titulado Philocalia. A esto es necesario añadir los escritos aislados de autores antiguos y modernos, religiosos y laicos.
La mayor parte de los textos de la Philocalia son extractos escritos por personas que poseían ya cierta cultura esotérica. Otro tanto se puede decir de algunos aspectos de los textos del Canon, incluidos los Evangelios. Es necesario notar que, al dirigirse a todos, estos textos no pueden tener en cuenta la capacidad de nadie en particular. Por esto, el obispo Teofanio el Eremita insiste -en el prefacio a la Philocalia, - en el hecho de que nadie7 puede, sin ayuda, llegar a penetrar la Doctrina. Y es por esto que la ciencia esotérica conserva y cultiva, además de las fuentes escritas, una Tradición oral que vivifica la Letra. La ortodoxia oriental supo conservar intacta esta Tradición, en particular aplicando la regla absoluta del hermetismo. De generación en generación, desde la época de los Apóstoles, ha conducido a sus discípulos hacia la experiencia mística."

Boris Muraviov o Muravyov, Muraviev o Mouravieff
Gnosis I


"Según la Tradición, la evolución humana, después de una largo período prehistórico, prosigue una sucesión de tres ciclos: Ciclo del Padre, que la historia sólo conoce parcialmente; Ciclo del Hijo, que está llegando a su fin; y, por último, el Ciclo del Espíritu Santo, al que actualmente estamos llegando.

La antropología establece la aparición del homo sapiens fossilis hace unos cuarenta mil años. La vida se caracterizaba entonces por el matriarcado derivado del sistema de matrimonio colectivo. Hace aproximadamente catorce mil años, con la aparición del homo sapiens recens, el régimen de la gens matriarcale cedette gradualmente il posto a quello della gens patriarcal, cede gradualmente su puesto a la gens patriarcal, caracterizada por la poligamia. A pesar de que fue un avance, este sistema ahora es señalado por su bestialidad, pues la mujer quedó reducida a la condición de mercancía viviente. Esto no obstante a la antigua tendencia que prevaleció por más tiempo. Aristóteles lo testimonia cuando describe la actitud de la clase rica de su tiempo respecto del problema de la mujer. Se mantuvo -nos dice- a la esposa legítima para producir ciudadanos de acuerdo con la ley, a la cortesana para el placer y, finalmente, a la concubina para el uso cotidiano. Tal concepción reducía el amor a una posición mínima.

Jesús introduce en las relaciones humanas algo que era prácticamente desconocido antes de él. Sustituye la ley de la jungla: ojo por ojo, diente por diente, por un nuevo mandamiento: amaos los unos a los otros.

Esto produjo una revolución en las relaciones entre el hombre y la mujer: se introdujo el amor a la vida social. La "mercancía" de otros tiempos obtuvo derecho de ciudadanía. Cierto: no de manera inmediata ni integral. El principio del amor fue establecido todavía como una elección recíproca. Fue la revelación del romance.

El romance, mediante el cual la sociedad cristiana vivía el principio de la elección recíproca, alcanzó su apogeo en el Medioevo. A pesar de la declinación que ha sufrido desde entonces, y a pesar de la tendencia actual de retorno a la forma regresiva de las relaciones entre los sexos, el romance permanece como el ideal declarado de nuestra sociedad. De esta forma, no resulta apropiado hablar de la muerte del romance. Porque en silencio se prepara una revolución para sustituir el libre enamoramiento de la era cristiana por el romance único, privilegio de la era del Espíritu Santo. Liberado de la servidumbre de la procreación, el romance del mañana está llamado a cimentar la unión indisoluble de dos seres estrechamente polares, unión que asegurará su integración en el seno de lo Absoluto. A propósito de esto, al apóstol San Pablo dice: en el Señor, la mujer no puede ser sin el hombre, ni el hombre sin la mujer.

La visión de tal romance obsesiona a los más grandes espíritus del milenio. Allí se reencuentra el amor platónico, fundamento del romance único, el de los mitos del Andrógino, de Orfeo y Eurídice, de Pigmalión y Galatea... y la aspiración del corazón humano que, en secreto, clama desde su profunda soledad. Este romance constituye el propósito esencial del trabajo esotérico. De eso se trata el amor que unirá al hombre con ese ser único para él, la Mujer-Hermana13, gloria del hombre, así como él mismo será gloria de Dios14. Iluminados por la luz del Tabor, que hace de los dos algo único, veremos entonces fluir el Amor verdadero, transfigurante, vencedor de la Muerte.

El Amor es el Alfa y Omega de la vida. El resto sólo tiene un significado secundario. El hombre nace con el Alfa. El propósito del presente trabajo es indicar el camino que conduce hacia el Omega.

Estos significados y otros deben salir a la luz. La Tradición esotérica, como un río subterráneo, contiene esta sabiduría a través de los siglos, mientras en la superficie impera la anarquía del hombre. Es tiempo de que esta sabiduría antigua abandone las celdas de los monjes y sea enseñada en la universidad, con la finalidad de que la nueva élite pueda formarse lo más rápido posible, para realizar la segunda alternativa de la profecía de San Pedro: "Esperamos, según su promesa, los cielos nuevos y la tierra nueva, en la cual habitará la verdad"."

Boris Mouravieff
Gnosis I












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