“Es necesario educar desde la sabiduría del corazón.”

José María Toro



"Escuela y familia están condenadas a entenderse y unir sus fuerzas por el bien del alumnado."

José María Toro


"Hasta ahora la escuela ha estado centrada en la parte intelectual y poco a poco se han ido incorporado las emociones. En mi época de formación como maestro no oí ni una sola vez la palabra emoción ni se explicó cómo atender esta dimensión en el alumno. A mí me enseñaron Didáctica de las Matemáticas y del Lenguaje, contenidos… pero no cómo funciona el cerebro para que pueda facilitar el aprendizaje de los estudiantes. Por supuesto, tampoco me hablaron de la importancia del ámbito emocional.
Ahora, el reto es que las emociones pasen a ser un modo y que los maestros se vean y se sientan a sí mismos y a sus alumnos de otra manera. ¿Al final qué sucede? La escuela tiene un hábito pernicioso: que todo lo que entra por la vía curricular acaba ‘muerto’ en un libro de texto o programa. Para mí, la dimensión emocional más que un contenido que viene a asfixiar al docente (que está sobrepasado por temas curriculares) es una presencia, un latido.
Por ejemplo, el Día de la Paz (30 de enero) se podría abordar de tal manera que el alumnado conectara con su paz y fuera consciente de cómo puede apaciguar un momento de su vida en el que está alterado. Eso es lo que la escuela debería hacer. Más que una actividad, en un momento concreto: sería el ambiente de paz que se respira en ella y evitar el riesgo de que las emociones sean un contenido más; se estaría corriendo el riesgo de que los niños acaben haciendo fichas en lugar de aprender a gestionar su mundo emocional, a conectar con sus emociones y a redescubrir su identidad."

José María Toro


"Las emociones esenciales son los sentimientos, actitudes y valores que nos definen y que forman parte de la identidad de cada persona."

José María Toro



"Me gusta sentir que los brazos y las manos no son sino una prolongación del corazón. Por eso abrazar y dejarse abrazar es uno de los gestos que más humanos nos muestra y, sobre todo, que mejor revela lo mejor que podemos llevar dentro. Un abrazo es siempre expresión de un pulso, el pulso de la amistad, vínculo del espíritu. Un abrazo es siempre manifestación de un latido, el latido del amor, reclamo de la sangre. El abrazo es puente que me acerca a la orilla del otro, es camino que me adentra en lo mejor de mí mismo, es sendero colmado de afecto, mar de emociones, río por el que circulan silenciosas las palabras que no pueden decirse. Todo aquello que no podemos decir y expresar cuando la boca se obstruye, cuando la emoción nos ahoga, se encauza y se libera a través de los meandros de nuestros abrazos. Cuando las palabras faltan, y también cuando las palabras sobran, aparece el abrazo como susurro del alma. Un abrazo es siempre palabra vertida en silencio, frase concreta y exacta, expresión precisa, verbo hecho carne.
El abrazo aproxima corazones, aúna latidos, acerca presencias, es pañuelo que enjuaga lágrimas y bandera que ondea al viento nuestra más honda alegría. El abrazo es salud que se contagia. El abrazo es alivio, calma, espacio sin tiempo, tiempo vivido en el espacio sagrado de lo circular donde lo tuyo es mío y lo mío tuyo porque mientras estamos abrazados, estamos en lo mismo, vivimos lo mismo.
El abrazo, en su circularidad, es pura geometría del amor, sello de comunión. El abrazo es el pincel que mejor traza la línea curva de la sonrisa, es lumbre que enciende nuestros ojos y luz que ilumina nuestro rostro.
En su belleza, el abrazo rehace nuestra hermosura y nos devuelve al mundo como regalo."

José María Toro










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