"Las estatuas no me han decepcionado, ennoblecen con una misteriosa grandeza el paisaje desolado donde reinan, fuera del tiempo; antiguas como el mundo, parecen personificar las formas elementales de la creación de la Tierra. Frente a sus rostros secretos y despectivos se explican todos los excesos literarios o seudocientíficos de que han sido objeto. Casi se desea que Lemuria no sea un sueño, hasta tal punto despiertan ese anhelo por lo desconocido y por lo misterioso que todos llevamos en el secreto del corazón. El final de la civilización antigua se precipitó con la llegada de los europeos. Esto dio a los pascuenses la conciencia de un mundo distinto del suyo. Desde entonces perdieron espontáneamente la tranquilidad y la alegría de vivir. Su espíritu insatisfecho los abocó a las guerras más crueles, donde se destruyeron recíprocamente, arruinando su cultura y sus monumentos. Los trabajos artísticos se abandonaron, las tradiciones se perdieron completamente, hasta que su mismo recuerdo desapareció. Los hombres de los balleneros y los negreros dieron el golpe de gracia a una destrucción ya avanzada. Cristianizados, los pascuenses se avergonzaron de toda una parte de su pasado y se esforzaron, no sin éxito, en borrarla de un espíritu ya de por sí olvidadizo."

Enrico Lavachery
Tomada del libro Atlántida de Roberto Pinotti, página 382

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