Tenía una amiga llamada Chizuko. “Esa tarde, Chizuko fue la primera visitante de Sadako. Sonreía misteriosamente mientras sostenía algo detrás de su espalda.
- “Cierra los ojos” -le dijo. 
Mientras Sadako cerraba sus ojos, Chizuko le puso unas piezas de papel y tijeras en la cama. 
- “Ahora puedes abrirlos” -le dijo. 
- “¿Qué es?” -preguntó Sadako fijando su mirada en el papel.
Chizuko estaba contenta con ella misma.
- "He encontrado la manera de hacer que estés bien” -dijo con orgullo-. “¡Mira!”.
Cortó un pedazo de papel, haciendolo un cuadrado. En un corto tiempo, lo había doblado una y otra vez hasta hacer una hermosa grulla. Sadako no entendía:
- “¿Cómo es que esta ave de papel me va a curar?” 
- “¿No recuerdas la historia de la grulla?” -le preguntó Chizuko-. “Se supone que vive durante mil años. Si una persona enferma hace mil grullas de papel, los dioses le concederán su deseo y la aliviarán”.
Le entregó la grulla a Sadako. 
- “Aquí tienes tu primera grulla” -le dijo mientras se la ofrecía.
Las enfermeras comenzaron a colgar del techo cada grulla que Sadako hacía. Le conseguían papel para que pudiera continuar haciendo sus grullas, pero la enfermedad se lo impedía a ratos. Había días buenos, y días malos.
Estaba internada en un hospital que trataba a personas con cáncer, enfermedad que comenzó a presentarse con alarmante frecuencia entre las personas de su ciudad. Así que comenzó a pedir no solo por su salud, sino por la de todos los enfermos. 
Sadako murió en 1955, habiendo hecho solo 644 grullas. Sus compañeros de escuela hicieron las 356 que faltaban para llegar a las mil grullas y que Sadako fuera enterrada con ellas.

Eleanor Coerr
Sadako y las mil grullas de papel

No hay comentarios: