A oscuras

"En la mano un espejo con marco malaquita;
vestida de princesa oriental; otra viste
de oro con sombrero de plata; la marchita
cara bajo el reflejo de un cansancio muy triste...

De terciopelo verde Veronés, otra surge,
cenefa piel de lobo al ras de los tobillos;
apurando se aduerme capitoso menjurge
que de piedras preciosas tiene los verdes brillos...

De pronto cae una bomba y los violines callan
y luego cae otra bomba y horrísonas, sangrientas
en medio de la orgía delicuecente estallan;

a las risas histéricas sucede la congoja,
y se apagan las luces y París anda a tientas
guiado de su torre por la pupila roja..."

Emilio Bobadilla


¡Así es la vida!

"Truena el cañón; en lucha venatoria,
como espigas, inerme el hombre rueda
y a la luz de una luna sin memoria
todo en silencio legendario queda.

En la penumbra del hogar vacío
la vieja al viejo cuenta sus dolores
y amortiguado el odio, el caserío
lento se va poblando de rumores.

Ya el campanario roto da la hora,
vuelve el arado a socavar la tierra
que el sol de Mayo paternal decora;

vendrán las noches largas; con sentida
voz hablará el recuerdo de la guerra;
vendrá el olvido luego. ¡Así es la vida!"

Emilio Bobadilla



Ciencias mal aplicadas

"¡Vesánicos armados, perseguidos de orgullo,
de furia aniquilante, de afán de predominio;
que en compactas falanges, en infernal barullo,
sembráis con homicida fruición el exterminio!

¡A vuestro paso horrendo de llamas y de truenos,
desquícianse los templos y los bosques se incendian,
hordas que a los vencidos —ya en pedazos los frenos,—
en su inerme abandono, sin piedad vilipendian!

¡La química, la física, la náutica, los plomos,
los gases ahogativos... Segando en flor la vida,
han llenado los campos, los pueblos de eccehomos,

y los cielos azules, de siniestras auroras...!
¡Oh, ciencia prematura que has dado sin medida,
al hombre metafísico tus armas destructoras...!"

Emilio Bobadilla


El aviador

"Inventaste una máquina ligera
imitando del pájaro las alas;
con tu capricho sólo por frontera,
por el espacio a tu placer resbalas.

Admiro tu industriosa diligencia,
tu audacia y tu desprecio de la muerte.
Todo lo vence al cabo la paciencia
y el curso cambia de la misma suerte.

Minúsculo sin duda el universo
aparece a tus ojos cuando subes.
Eres del metafísico el reverso,

cuyo pensar por los espacios rueda:
tu cuerpo se remonta hasta las nubes,
pero en tierra tu espíritu se queda."

Emilio Bobadilla



"El borborigmo monótono del río alternaba con el terco ladrar del perro que seguía contando a la luna vaya usted a saber qué tristezas..."

Emilio Bobadilla y Lunar firmó artículos con el seudónimo de Fray Candil



El despertar de la trinchera

"Unos soldados hablan en voz muy queda;
se desperezan otros que dormitaban;
otros miran al cielo velado; tiemblan
de frío y se arrebujan luego en sus mantas.

Ladra al silencio un perro como alma en pena;
y agorero a lo lejos un gallo canta;
van corriendo las nubes y el sol empieza
a sonrojar los lindes de la distancia.

Un vapor tenue humea de la llanura
y en la bruma de un valle duerme un villorrio.
Lívidos los soldados, las caras sucias,

del alba a los plomizos, tristes reflejos,
sorprendidos se miran unos a otros:
¡no saben si están vivos o si están muertos!"


Horas fatídicas

"¡Ni un momento de paz! El sueño, inquieto,
y la vigilia, de temores llena:
todo, amenaza, furibundo reto
que el vivir por minutos envenena!

Batallas sin cuartel en que a pedazos
sucumbe el hombre y en el mar que brota
purpúreo de la riña, abiertos brazos,
—armisticio que pide la derrota! —

Horas cardiacas de violencia y odio:
el bravo, el pusilánime y el fuerte,
rodando van en tumultuoso brodio.

¡Instantes de estupor y horror supremos:
el aire huele a pólvora y a muerte
y sabe a sangre el agua que bebemos...!"

Emilio Bobadilla


"Sabemos de las costumbres de los persas por los escritores griegos Estrabón, Herodoto y Jenofonte. La organización política de aquella inmensa monarquía recuerda, por lo sólida y vasta, la de los antiguos romanos y la de los ingleses. Dejaban a cada país sus costumbres, su lengua, sus magistrados y cierta autonomía. Así proceden los anglosajones en la India. Hubiera sido imposible imponer la homogeneidad a dominios tan abigarrados en que se hablaba lo menos veinte lenguas distintas. Darío no exigía de sus súbditos sino impuestos regulares en proporción con los recursos de cada territorio. Dividió sus Estados en veinte satrapías, La provincia de Persia, que comprendía a Persépolis y Pasagarda, estaba exenta de todo tributo. Estas contribuciones se pagaban en numerario o en caballos y carneros. Babilonia, por ejemplo, pagaba en jóvenes eunucos. El sátrapa era espiado por un secretario regio y un general que ejercía la autoridad militar.
El imperio fue desmembrado en diferentes épocas. Bajo los Sasánidas quedó reducido al Asia Menor. A partir de la conquista de los árabes, Persia cambió su nombre por el de Irán. Devorada por un sol tórrido, pobremente regada por ríos que se pierden en los arenales, es hoy casi un yermo. Contiene, sin embargo, algunos valles fértiles y bosques de pinos, álamos y robles verdean en las faldas de sus montes, en cuyas entrañas abundan el cobre, el plomo, el mármol y las piedras preciosas. Perales, olivares, cerezos y melocotoneros pueblan sus jardines. Sus caballos, dromedarios y camellos eran famosos; rebaños de búfalos y cabras pacían en sus llanuras, y el oso, el león y el leopardo llenaban sus selvas. Sólo dos razas, de origen ario, los medas y los
persas, dominaban en el Irán. La Media, el país de las llanuras, ocupaba la región que se alarga desde la frontera de Asiria hasta la Ecbátana. Persia ocupaba la parte montañosa."

Emilio Bobadilla
A fuego lento
















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