"¡Bien conocía los bueyes con que araba, bien sabía a qué atenerse, el papel que desempeñaba, cómo era recibido él por la familia, que no hacían más que tolerarlo los viejos, que lo admitían como de lástima, que lo miraban como a bicho inofensivo, como a una especie de cuzco de la casa, que lo tenían en cuenta de zonzo!"

Eugenio Modesto de las Mercedes Cambaceres Alais
En la sangre


"Cuando se ha conquistado un nombre, se teme comprometerlo."

Eugenio Cambaceres
Sin rumbo


"¡Cuánto más fácil es hacerse de una mujer que deshacerse de ella!"

Eugenio Cambaceres
Sin rumbo



"Desnuda, se adivinaba en ella la garra de una leona y el cuerpo de una culebra."

Eugenio Cambaceres
Sin rumbo



"Dios no es nadie; la ciencia un cáncer para el alma."

Eugenio Cambaceres
Sin rumbo



"El amor -un torpe llamado de los sentidos."

Eugenio Cambaceres
Sin rumbo



"El destino es sufrir, pero se hace y se deja sufriendo y se goza dejando."

Eugenio Cambaceres
Sin rumbo


"El patriotismo -un oficio o un rezago de barbarie."

Eugenio Cambaceres
Sin rumbo



"El sacrificio -una quimera o un desamor monstruoso de sí mismo."

Eugenio Cambaceres
Sin rumbo


"Eran, al amanecer, las idas a los mercados, las largas estadías en las esquinas, las changas, la canasta llevada a domicilio, la estrecha intimidad con los puesteros, el peso de fruta o de fatura ganado en el encierro de la trastienda. El zaguán, más tarde, los patios de las imprentas, el vicio fomentado, prohijado por el ocio, el cigarro, el hoyo, la rayuela y los montones de cobre, el naipe roñoso, el truco en los rincones. Era, en las afueras de los teatros, de noche, el comercio de contra-señas y de puchos. Toda una cuadrilla organizada, disciplinada, estacionaba a las puertas del Colón, con sus leyes, sus reglas, su jefe; un mulatillo de trece años, reflexivo y maduro como un hombre, cínico y depravado como un viejo. Bravo y leal, por otra parte, dispuesto siempre a ser el primero en afrontar el peligro, a dar la cara por uno de los suyos, a no cejar ni aun ante el machete del agente policial, el pardo Andinas ejercía sobre los otros toda la omnipotente influencia de un caudillo, todo el dominio absoluto y ciego de un amo.
(…)
Como murciélagos que ganan el refugio de sus nichos, a dormir, a jugar, antes que acabara el sueño por rendirlos, tirábanse en fin acá y allá, por los rincones. Jugaban a los hombres y las mujeres; hacían de ellos los más grandes, de ellas los más pequeños, y, como en un manto de vergüenza, envueltos entre tinieblas, contagiados por el veneno del vicio hasta lo íntimo del alma, de a dos por el suelo, revolcándose se ensayaban en imitar el ejemplo de sus padres, parodiaban las escenas de los cuartos redondos de conventillo con todos los secretos refinamientos de una precoz y ya profunda corrupción."

Eugenio Cambaceres
En la sangre



"Esa guerra sorda y sin cuartel de las mujeres que acaba por convertir el hogar en un infierno."

Eugenio Cambaceres
Sin rumbo


"La amistad -una ruin explotación.2

Eugenio Cambaceres
Sin rumbo

"La pasión solía ser un pésimo consejero."

Eugenio Cambaceres
Sin rumbo


"Los hombres pobres necesitamos de los ricos."

Eugenio Cambaceres
Sin rumbo


"¡Vida perra puta, yo te he de arrancar de cuajo!"

Eugenio Cambaceres
Sin rumbo













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