"Así que ahora tenía otra cosa de que preocuparse. ¿Qué había estado haciendo Bradshaw en el cementerio con su ropa de trabajo en plena noche? Y había tenido demasiada prisa para preguntarle siquiera a Jack por qué estaba durmiendo en una sepultura con un ramo de flores marchitas sobre el pecho. Más gente pasaba la noche en el cementerio, pero las flores habrían provocado cierta cautela, en circunstancias normales. La autoparodia puede resultar difícil de explicar. Pero no buscó nada de charla, sólo aquellas pataditas con la punta de la bota. Y la apresurada entrega del dinero, para acallar la posible reticencia, pensó Jack. Y después la apurada desaparición hacia el día que todavía era casi noche. Aquel hombre había convertido a Bradshaw en anónimo, por sus buenos motivos, sin duda, y había dejado a otro Bradshaw en su lugar para cuando llegara la policía.
Aparte de eso, si el hombre había hecho algo detestable y reprobable según el código de la hermandad de jardineros del cementerio y sancionable sólo con su desdén y ostracismo eso le vendría bien a los propósitos de Jack, tal como estaban las cosas. Al principio había creído que el hombre del sendero se había fijado en la disparidad entre el nombre del bolsillo y la cara macilenta bajo la gorra, y le tranquilizó pensar que, aunque el nombre tuviera mala fama localmente, el hombre al que pertenecía era de algún modo un desconocido, un furtivo con éxito. Algo notable para un gigantón, es verdad. Más valía que lo imitara, lo que para Jack resultaría más fácil tras la estela de repugnancia que Bradshaw había dejado a su paso.
Jesús bendito, la cabeza de Jack repasó la muy larga lista de posibles infracciones, se vio a sí mismo acusado y condenado, prefiriendo antes ahogarse, como algo menos judicial que lo colgaran, menos probable que lo consideraran una confesión implícita, y se preguntó por enésima vez cómo se había quedado atrapado en una vida tan ridícula. La inocuidad no es para los débiles de corazón.
Si había optado por ahogarse, más valía hacerlo ya, antes de verse enredado en l’affaire Bradshaw. Pero si las infracciones de Bradshaw fueran verdaderamente graves, tal vez debería esperar ahí para defenderse, con todo lo fútil que sería, en lugar de parecer que confesaba y permitir que se proyectase la sombra que fuese sobre aquel riguroso púlpito, aquella honesta casa, aquella ciudad inobjetable, aquel estado serio…, en ese momento ya estaba sudando y temblando por un delito sin identificar que puede que ni hubiera existido y con el que, en todo caso, él no tenía nada que ver. Ni siquiera podía pensar en Della."

Marilynne Robinson
Jack



"Con toda su fragilidad, la vida cotidiana posee una especie de autoridad ontológica."

Marilynne Robinson


"Creo que se ha utilizado muy mal la palabra “laico”. Para mí, el mundo laico es el gran espacio neutral y compartido que garantiza la libertad religiosa a cualquiera que forme parte de ese espacio. No creo que sea enemigo de la religión, creo que la protege. Hay que estar verdaderamente entregado a la idea de la autoridad de un culto dominante para ver un enemigo en el laicismo. No deberíamos haber cedido el uso de esa palabra. En mi opinión, “laicismo”, en sentido negativo, no es un fenómeno importante. Francamente, ha habido tanta gente que ha cometido actos tan perversos en nombre de la religión que es impresionante que a pesar de ello siga teniendo tanta capacidad de resistencia."

Marilynne Robinson


"El anciano salió al porche delantero y le sonrió con la cabeza ladeada, como hacía cuando había algo que no iba a preguntarle, así que ella dijo: –Hemos ido al cementerio, a cuidarlo un poco. –Ella dijo «hemos» y él no preguntó, así que ella añadió–: Yo y la criatura. Parece que somos dos, ahora se está moviendo un poco.
–Sois dos –dijo él–, así que somos tres, me parece. Pues los tres podríamos cenar algo. –Y mantuvo la puerta abierta para que pasara.
A Doll le habría encantado la cocina. Toda pintada de blanco, hasta las cortinas eran blancas. Por la mañana entraba el sol. Lila la limpiaba a fondo cada día, como Doll hacía en aquella cocina de Tammany. Era raro, pero las cosas le resultaban más fáciles si imaginaba que estaba allí sólo para encargarse de la limpieza. Sabía limpiar y podía dejar de pensar en todo lo demás que seguramente se esperaba de ella. Como que cocinara. Cortó esquejes de unos geranios rojos que vio en el cementerio. «La helada va a matarlos de todas formas. No tienen por qué desperdiciarse. No hay que desperdiciar nada», le dijo a la criatura. Los puso en vasos sobre el alféizar para que echaran raíces, y quedaron tan bien que bajó su Biblia y su libreta para trabajar en la mesa de la cocina.
El anciano siempre preparaba sándwiches de queso tostados y sopa de lata, y luego se preocupaba por si ella comía lo que debería. Las señoras de la iglesia traían la cena de vez en cuando, así que seguramente les había contado sus preocupaciones. Alguien había dejado un libro de cocina sobre el mármol; seguramente había sido la señora Graham, que era la única que tenía la suficiente confianza con Lila para ayudarla de formas que la habrían ofendido de venir de otra. Bueno, la señora Graham sabía que en realidad no era amiga de Lila, pero alguien tenía que ayudarla a veces y ella se había prestado, lo cual fue muy amable por su parte. Más vale que no te muerdas las uñas, querida. Esto es una lima de uñas, no es más que un trozo de papel de lija. Evita que las uñas se te enganchen en las cosas.
Bien, ¿quién lo habría imaginado? Y unas tijeras diminutas. Una de las chicas de San Luis le había cortado y pintado las uñas, o lo que quedaba de ellas, mientras otra le envolvía el pelo en trapos para rizárselo. Le depilaron las cejas hasta dejárselas casi en nada, y luego se las dibujaron con un lápiz. Se les ocurrió perforarle las orejas con una aguja para lona en ese mismo momento, sin pensárselo dos veces. No paraban de reír. Le empolvaron la cara para ocultar las pecas, la pintaron con lápiz de labios morado y le espolvorearon colorete rosa. Ella se quedó allí sentada y les dejó hacer lo que quisieran porque era muy joven y muy boba. Y porque habían puesto la Victrola. Les encantaba el gramófono. Más valía olvidar todo aquello."

Marilynne Robinson
Lila



"El bosque nos inquietaba. Nos gustaban los pequeños claros, los espacios despejados donde crecían fresas silvestres. Los ranúnculos son la materialización de la luz amarilla y húmeda que ilumina esos rincones. (En esas montañas, los ranúnculos son raros y delicados, de flores brillantes, satinadas e inmensas en tallos cortos. La gente los arranca con las raíces, con la tierra y todo, y se los lleva a casa como trofeos. Los periódicos dan premios a los más tempranos. En los jardines, perecen.) Pero las profundidades del bosque son tan oscuras y severas, y están tan saturadas de sus propios aromas, como el salón de una casa antigua. Caminábamos entre aquellas inmensas piernas, oyendo subyugadas los murmullos incesantes muy por encima de nuestras cabezas, como niños en un funeral.
Nosotras —al recordarlo no me cuesta hablar de Lucille y de mí misma casi como si fuéramos una única conciencia a lo largo de aquel verano, por más que muy a menudo ella estuviera nerviosa y taciturna—, nosotras siempre nos quedábamos en el bosque hasta el anochecer, y cuando no hacía un frío gélido nos demorábamos en la orilla arrojando piedras al agua hasta que oscurecía del todo. A veces nos marchábamos cuando olíamos la cena de los vagabundos —que hedía un poco a pescado, otro poco a goma y otro poco a óxido—, pero no eran los placeres de la cena hogareña los que nos llevaban de regreso a la casa de Sylvie. Digamos que era más bien el frío lo que me empujaba a volver y que la oscuridad permitía que Lucille pasara por la periferia de casas dispersas de Fingerbone sin ser vista. Porque la verdad es que Lucille iba al bosque conmigo para evitar que la vieran. Yo misma percibía la mirada del mundo como un espejo deformante que a ella la aplastaba, engordándola, y a mí me alargaba, estrechándome. También yo creía que era mejor alejarse de unos chistes tantas veces y tan groseramente repetidos. Pero yo iba al bosque por el bosque mismo, mientras, cada vez más, Lucille parecía tomárselo como quien soportaba un destierro."

Marilynne Robinson
Housekeeping



"Ésta es la más agradable de las habitaciones. Según la señora Blank. Señaló las ventanas. Ventilación cruzada. No sé. Todas las habitaciones me parecen agradables. Rió. Bueno, es una buena casa. La casa encarnaba para él la bendición general de su vida, la cual era manifiesta e indiscutible. Lo cual nunca dejó de reconocer, especialmente en los momentos más tristes. Incluso con más frecuencia después de la muerte de su madre hablaba de la casa como si fuera una vieja esposa, bonita por todas las comodidades y la gracia que se desprendía de ella a lo largo de los años. Era una belleza que no todas las miradas sabrían captar. Era demasiado alta para el barrio, con un rostro liso, una terraza plana y cejas puntiagudas sobre las ventanas. Italianizada, había dicho su padre, pero esa más bien una suposición o una racionalización. En cualquier caso, se las arregló para mirar ambas austeramente, a pesar del pretencioso porche que su padre había edificado con vistas a las calurosas veladas del estío, el cual había sido tapado por una inmensa zarza. Era una buena casa, había dicho su padre, refiriéndose a la gracia de su alma, a pesar de su torpe apariencia. Y ahora los jardines y los arbustos estaban desaliñados, con respecto a cómo lo había conocido, aunque rara vez se aventuraba por la zona del porche."

Marilynne Robinson
Home 


"La gente no conoce su historia. Los británicos no dan muchas vueltas a su pasado esclavista. EE UU sí se plantea estas dudas."

Marilynne Robinson



"La idea de que la ciencia va en contra de la religión es una especie de argumento mezquino."

Marilynne Robinson


"Lo que más me ha interesado siempre es el interior de las personas, por supuesto. Me llama la atención la especie de lógica estética que crea cada mente a partir de la experiencia, en las historias que relata para dar coherencia a lo que ha vivido. Esa lógica no pertenece a la escala de la verdad y la mentira. Mi intención no es nunca condenar a un personaje por no saber comprender algo. Lo que me interesa es ver cómo la gente construye y amplía los términos en los que entiende su vida."

Marilynne Robinson


“Nunca condeno a un personaje por no comprender.”

Marilynne Robinson


"Puedo escucharte hablando con tu madre, cómo tú le preguntas y cómo ella responde. No son las palabras lo que yo escucho, sino los sonidos de vuestras voces. A ti no te gusta ir a dormir, y cada noche ella tiene que tratar de convencerte de nuevo. Nunca la escucho cantar, excepto por la noche, desde la habitación de al lado, cuando ella está persuadiéndote para que duermas. Tampoco puedo darme cuenta de qué canción entona. Su voz es muy baja. Suena bonita, pero ella se ríe cuando lo menciono.
Realmente no podré hablar más acerca de la belleza. El otro día vi pasar a dos jóvenes por la calle. Sé quiénes son, trabajan en un garaje. No van a la iglesia, ninguno de ellos, simplemente son buenos compañeros que bromean todo el tiempo y allí estaban ellos, apoyados contra la pared del garaje bajo la luz del sol, fumando unos pitillos. Están siempre tan embadurnados de grasa y gasolina que no sé cómo no arden ellos mismos. Estaban observando a los viandantes que iban y venían mientras se reían estruendosamente. Me pareció bonito. Es fantástico ver personas que ríen. Algunas veces luchan contra esa hilaridad. Lo veo a menudo en la iglesia. Así que me pregunto qué es y de dónde viene y por qué te obliga a actuar de esa manera, como gritando, supongo, aunque la risa es más natural.
Cuando ellos me vieron, dejaron de bromear, pero pude ver que aún se sonreían, pensando que el viejo predicador quizás les había escuchado.
Sentí como si les hablara. Yo aprecio mucho una broma. Hubo muchas ocasiones en mi vida cuando quise decir una, pero no es algo que la gente esté dispuesta a aceptar sin más. Quieren que te quedes al margen. Yo sentí como si dijera que soy un moribundo y que no tendré muchas más ocasiones para sonreír, al menos en este mundo. Pero eso haría que se mostraran serios y formales, supongo.
Mantengo mi condición en secreto tanto como puedo. Para ser un moribundo me siento bien, y eso es una bendición. Desde luego tu madre sabe acerca de ello. Ella dijo que si me siento bien, tal vez el doctor se equivoque. Pero a mi edad hay un límite."

Marilynne Robinson
Gilead


"Se han cometido actos tan perversos en nombre de la religión que es impresionante que siga teniendo tanta resistencia."

Marilynne Summers Robinson









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