A Don Antonio Manrique, de Egloga I

Mi Musa exercitada en las montañas,
entre riscos i árboles umbrosos,
oída de las fieras alimañas,
agradable a los Faunos amorosos,
quiere salir dexando las cabañas,
las dehesas i sotos deleytosos,
a los prados de Amor donde reparte
el fuego abrasador del fiero Marte,

i assí mostrar el amoroso afeto,
la poderosa fuerça que commueve
al más altivo pecho i más quieto
que cosas no esperadas tiente i prueve;
en cuanto el ocio i el temor secreto
en que me tiene el Hado, que remueve
tantas causas de daño en daño mío,
sin dar jamás a su crueldad desvío,

quiere que aora deste tiempo duro
reduzga un breve término a la pluma,
¡ó claro Don Antonio!, i qu'el seguro
temor espela i sossegar presuma,
porqu'el desseo i ánimo tan puro
que mueve a mi desseo no consuma
el voraz tiempo con oscuro olvido
siendo en Letheo a fuerça sumergido.

Por esso, gran señor, quitad d'en medio
un solo punto el velador cuydado,
solicitando a bueltas el remedio
qu'el Cielo tanto tiempo m'á negado,
i del govierno qu'es a tantos medio
os mostrad (a me oír) desocupado:
no porqu'el baxo acento lo meresca,
mas porque yendo a vos jamás peresca.

I el Cielo dando a mis trabajos buelta,
venido el tiempo que desseo tanto
en que mi opressa libertad sea suelta,
por vuestra mano dando fin al llanto,
dexada la fatiga en que rebuelta
vive mi alma, en numeroso canto
celebraré vuestro glorioso nombre,
qu'en toda parte toda gente nombre.

Mas ya qu'el tiempo aora me lo impide
i el horrible temor me corta el hilo,
pues él me lleva i él mis passos mide
dando al sugeto acomodado estilo:
recebid los suspiros que despide
Alción, oíd su llanto, ved que un Nilo
se buelve en su amorosa fantasía
siguiendo en soledad mi compañía.

Juan de la Cueva



"Don Fernando. ¿Soy del bando cristiano diferente?
Morón. No digo tal, mas eres inhumano, pues quieres que el lugar que le fue dado por Cristo a Pedro sea de ti asolado.
Don Fernando. ¿Qué podemos hacer? Pon tú en sosiego el ejército todo al arma puesto.
Morón. Amata tú hoy, Borbón, aqueste fuego.
Borbón. El modo me da tú, que siga en esto, y será obedecido de mí luego.
Morón. Modo pides, estando ya dispuesto el ejército fiero a la batalla, que la espada se oye, y ve la malla.
Don Fernando. ¿Es que la gente española tan modesta que así se aplaque de seguir su intento? Estando resoluta, y toda puesta al arma, que es su vida y su contento.
Morón. ¿A nuestro invicto César no molesta tal desiño?
Borbón. Qué importa si el violento furor, se va esparciendo por las venas, que están de ira y de coraje llenas.
Morón. Supliquemos a Dios que el dé el remedio así como también dará el castigo."

Juan de la Cueva
El saco de Roma



El verso advierta el escritor prudente

"El verso advierta el escritor prudente
que ha de ser claro, fácil, numeroso
de sonido, y espíritu excelente.

Ha de ser figurado, y copioso
de sentencias, y libre de dicciones
que lo hagan humilde u escabroso.

La elevación de voces y oraciones
sublimes, muchas veces son viciosas
y enflaquecen la fuerza a las razones.

Vanse tras las palabras sonorosas
la hinchazón del verso, y la dulzura,
tras las sílabas llenas, y pomposas.

Entienden que está en esto la segura
felicidad y luz de la poesía
y que sin esto es lo demás horrura,

Si el verso consta sólo de armonía
sonora, de razones levantadas,
ni fuerza a más, bien siguen esa vía.

Mas si las cosas han de ser tratadas
con puntual decoro del sujeto
faltaran, de ese modo gobernadas.

No explica bien el alma de un conceto
el que se va tras el galano estilo
a la dulzura del hablar sujeto.

Ni el que del vulgo sigue el común hilo
en término, y razones ordinarias
cual en su ditirámbica Grecilo.

Entrambas a dos cosas son contrarias
a la buena poesía, en careciendo
del medio, con las partes necesarias."

Juan de la Cueva








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