Hola,

esta carta debía haberla escrito hace dos años,

así que por esta vez permitirme hablar en primera persona

y os prometo que ya acabo.

Mamá, me encanta escribir a ordenador,

aunque detesto todo lo que trae el Word 2016 como predeterminado.

Sonará extraño, pero es como si la existencia me hubiese concedido la habilidad de leer entre opciones de interlineado

y la verdad es que detesto el cuerpo del Calibri, los once puntos y el 1,0 de espaciado.

Mamá, me enseñaste que la vida se resumía en pedir disculpas, dar las gracias y decir por favor.

Y también en guardar cada cinco minutos los archivos de Word, porque en cualquier momento podía producirse un apagón y nos quedábamos días sin luz.

Mamá, gracias por tu gratitud, por todo lo bueno, de preocuparte del cuándo, del cómo, del dónde y con quién salía.

Yo y mi juventud.

A veces contestándote con mala actitud hasta que tú y tus collejas me recordabas que, pa mala, tú.

Mamá, lo siento por entender demasiado tarde que por más veloz que sea el amor a primera vista siempre quedará segundo si se enfrenta al amor de madre.

Por enseñarme que padre no sólo es aquel que tiene un hijo, padres son todos aquellos a los que los sueños les quedan pequeños, a lo poco que duermen para cumplirlos y aparte.

Lo siento por buscar lo extraordinario en otros planetas, por contestarte con mensajes cuando ya había encontrado vida en llamarte.

Mamá, ahora, ahora el mundo se detiene cuando hablo mamá, porque tú te casaste con la felicidad y no firmaste la separación de bienes.

Y ahora... jamás volverá a pasar por mi cabeza la idea de quitarme la vida, porque la felicidad me debe la mitad de todo lo que tiene.

Mamá, tal vez yo solo sea un instante,

como una de esas faltas de ortografía que en el Word 2016 se corrigen solas,

o se borra.

Mamá, tal vez yo sea eso.

Pero yo te quiero recta, a doble espacio y en Times New Roman.

Gracias.

César Brandon
A su madre



La tierra y la luna

Se acercaba el día de su decimoctavo cumpleaños. y la tierra se encontraba acostada hacia algún lugar del espacio, porque desde que vio a la luna no dejó de provocarse efectos mariposa en el estómago. A ver si así podía poner en práctica la teoría del caos y conocerla.
Pero la luna era ordenada. Meticulosa y apasionada de las cifras, al principio no se fiaba de alguien que había tardado sólo cinco billones de años en pedirlo salir a una chica. Que tal vez su interés era superficial y sólo le interesaban las vistas, porque se comentaban que con ella, los polvos estelares se veían de maravilla. 
Pero el día de la cita se esmeró buscando dentro del armario una fase... Preguntándose si no era muy atrevido vestirse con ese escotado cuarto menguante, si maquillarse o dejarse ver los cráteres. Si darle una oportunidad a una chica después de haber saltado para la humanidad y dado pasitos en falso para los hombres. 
Mientras, la tierra no paraba de preguntarse qué iba a contarle. Tal vez que después de lo de los dinosaurios, de mayor quería ser controladora área de estrellas fugaces. Que en la tierra todos  eramos ciudadanos de un lugar llamado primer mundo, porque el segundo nos sabía a poco y el tercero todavía estaba en vías de desarrollo. Que en la tierra eramos unos extremistas religiosos un poco absurdos y que nos llenábamos la boca de orgullo gritando: ¡Mi Dios besa mejor que el tuyo! 
Que en la tierra no importa el color de la piel. Que nadie te detiene para que justifiques tu existencia con un trozo de papel. Que es más fácil ser mujer. Que dos sí se pelean aunque uno no quiere. Y al revés. Que uno no tiene suficiente con dos y busca a tres para inventarse que son felices los cuatro. Hasta que se multiplica el problema y cuatro acaba llamando al 016.
Que los refugiados no están hechos de opiniones en internet. Que en la tierra no nos rompemos el corazón al recordar el pasado. Que no somos tan simples que después de una relación 'fuimos' no se conjuga en el pretérito perfecto complicado. 
Cómo iba a impresionar a la lunática que afectaba a su gravedad. A la que le dijeron que era imposible tapar el sol con un solo eclipse y demostró que no era verdad. Cuando lo único genuino era que en la tierra somos unos rebeldes a la hora de amar. Que toda la vía láctea ya puede declararse en huelga que ese día iremos a trabajar, que no somos más que un instante en este lugar. 
Pero vivimos como si la eternidad no fuese más que una hora que todavía no ha cumplido su mayoría de edad. 
La tierra podía contarle todo eso a la luna, con algún que otro engaño, o simplemente empezar la cita diciéndole que era su cumpleaños. 

César Brandon



“Le faltamos muchísimo al respeto a la vida. La indignación nace, crece y muere en ti. Todo da un poco igual. Con que tengas dos minutos de exposición en Twitter, ya vale; luego nos olvidamos. Nada importa ya tanto.”

César Brandon



“No es poesía”, protesta. Es narrativa con rima y a veces no tiene ni que tenerla. Escribo historias con un principio, una mitad y un fin.”

César Brandon


"Uno no quería contar con nadie, y Uno no entendía por qué era impar si antes de él había alguien.

Uno no quería contar con nadie, y Uno sentía que después de él estaba el infinito.

Y a Uno lo sempiterno le daba miedo, así que Uno, muerto de pavor, se fijó en Cero.

Y cuando Uno vio a Cero, pensó que cero era el número más bonito que había visto y que, aun viniendo antes que él, era entero.

Uno pensó que en Cero había encontrado el amor verdadero, que en Cero había encontrado a su par,

así que decidió ser sincero con Cero y decirle que aunque era un cero a la izquierda, sería el cero que le daría valor y sentido a su vida.

Eso de ser el primero ya no le iba, asi que debió hacer una gran bienvenida.

Juntos eran pura alegría y se completaban. Uno tenía cero tolerancia al alcohol, pero con Cero se podía tomar una cerveza cero por su aniversario, aunque para eso tuviesen que inventarse una fecha cero en el calendario.

Cero era algo cerrado y le costaba representar textos pero, junto a Uno, hacían el perfecto código binario.

Eran los dígitos del barrio y procesaban el amor a diario, pero uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde, así que Uno perdió a Cero.

Y para cuando Uno se dio cuenta, Cero ya contaba de la mano con Menos Uno, que a pesar de ser algo negativo le trataba como una reina.

A Cero le gustaba que Menos Uno fuera original, tener un hueco en Menos Uno, un guion con el que podían jugar.

Cero le gustaba que Menos Uno no fuese uno más, que Menos Uno no fuese ordinal.

Que fuese justamente competitivo y que cuando jugasen al UNO, Menos Uno no le dejase ganar.

Cero sentía que a diferencia de Uno, Menos Uno sí le trataba como un número de verdad.

Y Menos Uno no ponía peros, ni pretendía darle valor a cero poniendo comas entre ellos.

Menos Uno no tenía complejos, y cuando hacían el amor, a menos uno le encantaba estar bajo cero.

Y Uno, una vez más se volvió a quedar solo, separado como una unidad.

Sin Cero, su vida se consumía como una vela. Sin Cero, el tiempo en él hacía mella...

Y Uno empezó a contar pero sin Cero, se olvidó de los besos de Cero, del sexo con Cero, de los celos de Cero...

Y uno empezó a contar, pero sin Cero.

Uno se olvidó de Cero y le dijo adiós. Uno se olvidó de Cero y tal vez hasta del amor, y empezó a contar hasta lo que más miedo le daba: hasta el infinito.

... O tal vez solo hasta dos."

César Brandon




“Yo era ese chaval que en clase no prestaba atención. No era tonto, estaba creando historias. Creaba las historias en mi cabeza y ahí morían. Ojalá hubiese apuntado más historias en aquel momento.”

César Brandon


“Yo hablo de lo que yo soy como ser humano y de lo que me gustaría ser.”

César Brandon













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