Al hombre sin nombre la mujer eterna

"Me llegaré al altar del hombre 
en ofrenda de huida y rebeldía. 

Hombre de ahora y de siempre, 
abre tu mano a recibirme 
y levántame al cielo como una hostia 
aunque soy sólo pétalo de lágrima. 

Hombre nuevo y eterno, 
escúchame. 
Sobre tu pecho roto 
llamo y clamo. 

Mi palabra golpea 
-obsesionante ala obsesionada- 
contra las sienes. 

Mi palabra del grito 
te taladra la frente, 
sangre de luz de la herida 
bautizará por un instante, 
hombre frágil, 
a la mujer eterna. 

Eterna como el sueño fugaz. 

Yo te miro sin ojos desde siempre. 
tú me llevas en ti desde que existes. 
Si antes no lo sabías, 
ahora 
ya no lo puedes olvidar. 

Yo he crecido en el mar 
sobre una ola que se alargó 
para volverse tallo. 
En ese tallo de agua limpia 
he subido a mirar a los ojos de Dios. 

Ahora me inclina un hálito a tu mano, 
y estoy en ti como la mujer muerta 
por la que todos los hombres han llorado. 

Tú también has llorado 
por tu hija, por tu madre, 
por la mujer eterna de cuya muerte vives. 

Ya no lo puedes olvidar. 

Cuando tus ojos caminen en la sombra, 
sentirás todavía por el cuerpo 
una dulzura amarga y tibia: 
beso en las palmas juntas 
y una paloma que huye de tus dedos. 

Con mi cara de piedra 
yo estoy en la otra orilla. 

Existo para ti en este momento; 
y para mí no existo 
porque soy más que eterna en cinco letras. 

En el altar de Hombre fuerte como la vida, 
hombre de hierro y hielo, 
metal, sangre y espíritu, 
cae la ofrenda íntegra 
de la mujer lejana. 

Mujer de canto y llanto 
eterna como el sueño."

Yolanda Bedregal



Canción de la esperanza

Canción de la esperanza 
en el camino inútil 
de mi vida, tus manos 
cruzan como dos alas 
cargadas de ternura

Yolanda Bedregal



Holocausto

"Oh Cristo, yo quisiera de tu augusta cabeza 
desclavar los espinos; endulzar tu martirio; 
darte mi adolescencia como incienso en delirio; 
alabandose en salmos, restañar tu tristeza.

Te volcaría en mi alma con la dulce certeza
de corporal expolio a cabezal de lirio.
Me inmolaría entera como ala sobre cirio.

El humo, en holocausto de mi cuerpo ofrendado
empapada en perfume la esponja de la hiel
y, unida entre llaga, mi vida en tu costado.

La culpa redimida y el mundo sin pecado
a la ultima palabra de Dios crucificado,
urgiría con rosa de amor tu humana piel."

Yolanda Bedregal de Cónitzer



Resaca

"Cuando ya la resaca deje mi alma en la playa,
y del arco agobiado de mi espalda se vaya
el ala cercenada, cual vela desafiante,
en cicatriz y estela prolongará el instante.

Quedarán vigilando, símbolo intrascendente,
dos pobres ojos pródigos y una mendiga frente.
¡Catacumba de agua, amor! ¡No me conoces!
Ni nadie nos conoce. Sólo hay fugaces roces,
desencuentros, en la prieta mudez de encrucijadas.

Expían su demora presencias nunca halladas.
No son cruz ya los brazos ni altar para holocausto
de salvajes ternuras. Con su claror exhausto,
un sol desalentado ahonda los abismos.

Somos polvo y lucero, todo en nosotros mismos.
Para esta elemental ceniza taciturna
sea la inmensa lágrima del Mar celeste urna."

Yolanda Bedregal



"Yo estaría madura de la sombra, de la nada, 
del amor: madura de la carne en que crecía."

Yolanda Bedregal











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