“Bajo cualquier circunstancia, es muy difícil para un nuevo presidente sentarse junto a su predecesor a la misma mesa.”

Frederik Willem de Klerk



"Creo que, cuando muera, y esperemos que no sea pronto, no habrá una crisis en Sudáfrica. Creo que revivirá su legado. Todos los sudafricanos se volverán a preguntar: '¿qué defendía este hombre?"

Frederik de Klerk



"Los nueve días que pasaron entre mi discurso y la excarcelación de Nelson Mandela, el 11 de febrero, cambiaron Suráfrica para siempre."

Frederik de Klerk



"Mandela tenía un gran encanto, un carisma, y la autoestima de quien ha nacido aristócrata. Poseía además una disciplina de acero y una determinación que había cultivado durante los largos y amargos años de encarcelamiento. Pero sobre todo, tenía un compromiso inconmovible con los objetivos del CNA y con el establecimiento de una Sudáfrica democrática y no racista.
Estas cualidades lo habilitaban para desempeñar un rol indispensable durante las negociaciones para una nueva Constitución. Mandela supo mantener a sus seguidores unidos a través de las numerosas crisis que asolaron al país en aquellos años tumultuosos. Además, cada vez que fue necesario, llegó conmigo a acuerdos sobre asuntos muy delicados.
Fueron esas características suyas las que lo ayudaron a llevar el proceso hasta su punto final, con las elecciones democráticas de 1994 y la adopción de nuestra Carta Magna definitiva en 1996."

Frederik de Klerk



“No éramos amigos tan cercanos como para vernos una vez a la semana, pero sí ha sido mi huésped en casa, y yo huésped en la suya. Cuando vaya a Johannesburgo, mi esposa y yo iremos a tomar el té con él y con Graça [Machel], su esposa. No hay animosidad entre nosotros.”

Frederik de Klerk


"Supe de Mandela a inicios de los años 60, cuando era visto como un peligroso revolucionario. Mandela había desempeñado un papel de liderazgo al llamar al CNA a la lucha armada. Fue entonces cuando salió a la luz que era miembro del Comité Central del Partido Comunista Sudafricano.
Así, tal como lo veían entonces la mayoría de los sudafricanos blancos  para mí era un individuo peligroso y radical, y sentí un gran alivio cuando lo capturaron. Desde ese momento, por supuesto, su actitud y la mía evolucionaron dramáticamente. En 1985, tras haber sido uno de los más notables partidarios de la lucha armada, se convirtió en el primer líder sudafricano en aceptar la necesidad de una solución negociada, e inició conversaciones secretas con el presidente Pieter Botha."

Frederik de Klerk



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