Brazos abiertos

"¿Qué han hecho mis manos acumulando tiempos distantes,
bostezos que titilan en el aire en busca de la confortable somnolencia?
Y heme aquí con los brazos abiertos al encuentro que no llega,
no abre la puerta, no interrumpe el monólogo del silencio,
una plática inconclusa con el espejo del pasado.


Sólo se escucha el tintineo continuo y monótono del péndulo
suspendido en medio de la soledad del reloj
y la siesta se toma la tarde como si fuera lo único existente.


Hoy seguiré esperando el ruido de la llave en la cerradura,
el accionar de cortinas al viento, gorjeos de aves,
pasos de lluvia subiendo las escaleras del tejado
y la voz quebrada del silencio anunciando tu llegada.
Sólo entonces,
podré cerrar los brazos al esperado encuentro,
al beso que sellará mis labios y devolverá la sonrisa
a un solitario corazón.
Sólo entonces,
dejaré escapar el lamento que mantenía encerrado
entre las páginas de mi libro,
lo dejaré partir y supliré esas páginas de mi vida
con la dulce melodía de tu presencia.


La noche cae, ciega mi ventana, apaga el neón de la calle.
Todo yace oscurecido dando tumbos de un lado a otro,
no hay pasos que se aproximen, no hay un llamado.
Y yo, cierro los ojos a la inmensidad del llanto,
y me digo, 
una y otra vez, como una forma de enredar los hilos
de la nostalgia en el carrete del tiempo,
mañana, mañana nacerá de nuevo
la esperada flor de la certidumbre."

Marianela Puebla



Encadenada

"A un espacio infinito que tácitamente muestra sus barreras.
Encadenada a brazos legendarios que aprietan con gélidos comandos.
A un paso aventurero y al rumor de adioses que se quedan
impregnados  a las paredes del alma.


Vivir sintiendo el peso de cadenas que no  dan libertad
y te obligan a seguir el mismo deber día a día,
cargando dolores milenarios escondidos en la impunidad del tiempo.
De madre a hija, de madre a hija,
pecados impuestos por un mundo que te fuerza a inclinar la cabeza,
sin derecho a rebelarte,
pendiendo sobre ti el peso de la condena, la tortura o la muerte,
como si los siglos no hubieran pasado y todo fuera una cruel pesadilla.


Sin embargo, bajo  el telón del progreso
estás ahí, desvalida, viviendo el ayer, la esclavitud del sexo,
encadenada a una privación injusta en el avance de la tecnología,
sufriendo la miseria que reglas masculinas han elaborado para ti.

Sin  futuro, 
como alimaña de carga, entregas a tus hijos
que se desparraman por  un mundo desagradecido
y traspasas tus dolores a las hijas que seguirán los caminos del hombre,
imposición que  se destaca en el Medio Oriente, África,
en las comunidades indígenas,
bajo las tiranías.


Encadenada a una existencia primitiva y  aberrante
sin ver la luz, sin horizonte.
Un laberinto deshabitado de rincones para el descanso.
Una cárcel construida para ti
sin tu consentimiento, 
ajena y desprovista  de lo más elemental para subsistir 
el rigor del suplicio.


Encadenada, 
atada,
humillada.
Sin protección, sin voz ni lugar, siempre al paso del amo,
del hombre que te compró, 
del que te cambia por un saco de trigo.
Del que se queda con tu inocencia.
Vas por un camino de ciegos, sordos y mudos
masticando tu desdicha,
lapidada públicamente por atreverte a amar.
Sometida a la circuncisión de tu clítoris a temprana edad.


¿Quién eres,
que recibes tantos vejámenes año tras año?
¿Cuándo acabarás por  rebelarte en masa 1, protestar hasta el infinito,
dar vuelta a la moneda 2, tomar las riendas de tu vida?
¿Cuántas más de ti tendrán que morir sacrificadas,
en manos de un carcelero, 
verdugo,
asesino?
¿Cuántos días de las madres faltan para que  recibas
el trato afable, el respeto que mereces? ¿Las llaves de tu libertad?"

Marianela Puebla


Exilio

"Y el recuerdo se deshizo en lágrimas salobres venidas del océano Pacífico,
ya no sabíamos si eran de color gris, verde o trasparentes,
había pasado tanto tiempo en tinieblas, ilusionando.


Podíamos, imaginar la cordillera vestida de luto con azares marchitos
y zopilotes sobrevolando la capital del temor.
Podíamos ver una casita pestañear a lo lejos, 
blancas volutas de sueños rotos, en una noche que se hizo eterna.


Todo lo podíamos vivir en nuestra mente y en el corazón,
divisar el cielo entristecer ausencias, en agónicos lamentos confundidos.
Ríos serpenteando pañuelos de despedidas 
y un revolotear de adioses sin besos que los consuelen.


Tiempo en el exilio sin voces familiares para la calma.
Una espera que se alargó en días, meses y años, sin reflejo, 
una fotografía en sepia que deja huellas profundas en la cartulina.


Ahora, encendimos la luz para los que ya se fueron sin retorno 
y quedaron hollando arenas de otras playas.
Les damos nuestro adiós, un abrazo de continente,
y al volver al camino, nadie nos reconoce, somos algo que no encaja en esta nueva fisonomía, inaudita confusión, las generaciones pasan
y la nuestra, yace en un tiempo fenecido.


Nos quedamos allí, encerrados en un sempiterno exilio 
masticando memorias que no encuentran lugar
en el rompecabezas de la vida."

Marianela Puebla


Habitada

"Estoy habitada por pájaros y golondrinas
que vienen y van llevando memorias.
Roces de alas vagan mis lugares
produciendo ráfagas celestes que asoman por mis pupilas.

Estoy habitada de nombres conocidos y extraños
que exigen ser nombrados aún en mis sueños.
Pasos de niños me circundan cuando las sombras
se deslizan furtivas bajo mi puerta
dejan sus huellas, profunda caricia de nostalgias.

Estoy habitada me lo dice el silencio interrumpido,
cada anochecer voces del pasado se lamentan
y caminan mis emociones con pesadumbre.
Gaviotas hacen su hogar y rumorean tertulias en mis oídos
ellas bulliciosamente se apropian de mis alegrías.

Estoy habitada, la casa de mis sentimientos
ha sido tomada cuando dormía, cuando los sueños
invaden mi almohada, ellos penetraron mis paredes,
abrieron las ventanas y ocuparon mis espacios y silencios.
Nadie ha pedido permiso, soy mujer sin dueño,
perdida bajo la palidez de la luna menguante,
y me han tomado por asalto.

Hay pisadas que despiertan mis sueños,
desordenan mi casa, trajinan mis cosas,
abren viejos baúles y sacuden sus memorias
que cubren el presente con su polvo cósmico.
No puedo detener tanto bullicio, tanto ir y venir
mientras yo, impávida, trémula de inquietud
Abro los ojos, despierto a la vida, y los desalojo
hasta llegar la noche.

Ahora les he tomado cariño, no pueden abandonarme
sería un barco sin tripulantes, abrazado por gélidas olas.
Manos de luz me habitan y me dan apoyo
tienden su transparencia y abrazan mis temores y lamentos.
Consciente de sus presencias, estoy habitada.
Sí, soy un aleph, habitado infinitamente por recuerdos.

¿Cómo podría deshacerme de ellos si forman parte de mi existencia?"

Marianela Puebla


Mujer, resiste

"Estás en medio de una gran batalla,
has dado el paso decidido,
la primera mirada combativa, el grito
que dormía la placidez de los siglos,
la llamarada en la antorcha de la vida.


Contra las vicisitudes odiosas, resiste, llevas en ti
la voz ahogada que te impulsa a seguir caminos tortuosos,
llenos de pesares y dolores.
Pero tú estás hecha de coraje, junto a ti 
corre un río caudaloso de fuerza que recorre
tu cuerpo, hecho de fibra extraordinaria
para resistir los embates de la incertidumbre.


Tú eres luz, fuego, la fuerza motora que impulsa
a tus hijos a seguir hacia delante,
a no desfallecer ante situaciones adversas
que les empujan con una carga a cuestas
difícil de sobrellevar.


Resiste, tu corazón está hecho de granito
endurecido por los azotes del destino,
aunque flaqueen tus piernas a punto de derribarte,
sacas arrojo más allá del dolor
y continúas en la batalla.


Te declaras adicta a la lucha,
a combatir la nebulosa del temor, el miedo ancestral
que circula en tu sangre.


Resiste, resiste, 
eres mujer, eres más que un ser humano
convertido en lágrimas.
Llevas en ti la marca de los tiempos
que te han heredado el coraje, 
como símbolo de tu karma.
Sostienen tus brazos el peso de la historia,
derramada en miles de hijos 
que salen de tu fecundo y amoroso vientre.


Sensible y protectora madre,
lo das todo sin importar la estatura.
Debes seguir resistiendo con fuerza de gigante,
pues la grandeza que posees, no sólo cobija a tus hijos, 
también abarca la ilusión del planeta."

Marianela Puebla



Obsesionada contigo

"Soy como el mar 
que te asedia desde lejos, 
siguiendo tus pasos por cada 
cintura de todos los cerros. 
Me miras y te sumerges 
en mi abismo cual un barco 
a la deriva, a mi entera merced. 
Te dejas acariciar 
y te consumo poco a poco. 
No te dejo, te agoto, 
te sigo noche y día. 
Tengo una obsesión y cuando no estás conmigo, mi tormenta 
se deja caer precipitada y loca. 
Caen mis dedos de agua por 
toda la ciudad, como una lengua 
voraz voy devorando tus pisadas, 
la huella de tus pasos, 
y te sigo más allá, 
tempestuosamente, furiosamente, 
te busco, te encuentro, te escondes 
y estimulas mi apetito con más ansiedad. 
No temes y sales a mi encuentro, 
abres tu pecho al viento 
para que lama la fiebre de mi asedio. 
Te envuelvo en mis brazos como remolino 
de algas y viento 
y te llevo conmigo 
hasta la profundidad de mi ser, 
hasta el centro de mi locura 
y ya eres mío, mío, como nunca lo has sido. 
Te consumo en el torbellino de mi amor 
y al llegar la madrugada 
te quedas dormido, dormido 
sobre la arena tibia de mi vientre..."

Marianela Puebla


Padre de Latino-América

"Si hay un nombre que con respeto 
mis labios pronuncien, es padre. 
padre latinoamericano, 
hombre olvidado en los pasos de 
la historia. 
Aquel que labró la América con sus 
manos de hombre bravo. 
Padre de las selvas, arrinconado 
por el avance de la industria. 
Padre de las montañas, del altiplano, 
de los llanos y de los valles, 
luchando por el pan de cada día. 
Padre latinoamericano, para ti no hay descanso, 
Hombre de un futuro casi vedado, explotado y 
envejecido por la máquina del capital. 
Padre, de manos callosas, trabajadas 
de Sol a Sol.

Traes en tus ojos tristes los surcos 
de tus antepasados, apagados por el 
pie del poderoso que por siglos 
ha saqueado las venas de tus ríos. 
Padre que mueres joven con tanto 
peso sobre tus hombros rudos. 
Padre torturado, escondido 
en cárceles inhóspitas, 
viejo luchador de tus derechos. 
Padre del silencio, de hijos 
morenos y trigueños, 
tú mereces que este sea tu día, 
el día del reconocimiento 
de tu raza latinoamericana. 
Porque tú, hombre sencillo, 
eres padre, por sobre todas las cosas."

Marianela Puebla


Viajera


"Mujer emigrante 

viajera de sueños, 
mochilita al hombro 
cruzando fronteras.

En tus ojos llevas 
un mundo de estrellas, 
dulces esperanzas 
inocente viajera.

¡Ay mujer provinciana! 
¿En qué calles quedaste? 
Tu inocencia violada, 
sin lágrimas, sin nada.

¿Por qué calles deambulan 
tus sueños y anhelos? 
La ilusión que traías 
apagada en tu carne.

¡Ay mujer inmigrante! 
Abandonaste tu pueblo, 
por el país más grande, 
y en sus calles quedaste 
sin alma y sin consuelo.

Eres la lágrima olvidada 
entre las ruinas del avance."

Marianela Puebla









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