Contrato con el polvo

El tiempo hincha el silencio
y me asienta en el polvo como a una carta
Vivo con el polvo
Hasta firmamos
mutua pertenencia, especie de contrato
En la mañana el polvo y yo
detenidos en las fracciones del lunes
parece que ayunamos
a turno
Pero es completamente móvil
su eterna bandera
Piensas ¿quién fue
el que clasificó el polvo en las recámaras?
El polvo es persistente e infinito
De nada te vale esperar su desaparición
al fin del milenio
porque se multiplica
Todos los estados son suyos
a pesar de todo, su himno es inaudible

En la superficie de trabajo de la cocina
lo coleccionas como a la manzanilla regada
para el té

Lana Derkač


¡El enfoque!

Canosos son el euro y la playera y el silencio y la fantasía.
El monte es canoso, el heno y las rastrillas.
Las hoces han desheredado el campo.
El silencio dijo: Eh, al diablo, una mosca más
ha fallado mi rancho. 
Eh, maldición, y la mesa es del aire más pequeña que
una monedita y no se puede decir si cayó
en cara o en cruz.
Trato de sentir si el silencio es en verdad
buen tirador. ¿Cómo maneja la habilidad
de atinar, nos fallará en el momento cuando tomamos
nuestro café matutino, tan insólitamente pequeños
alrededor de esa mesa?
¿Tiene la posibilidad de enfoque
mirándonos del horizonte que otra vez parece
como si hubiera mordido un pastel de miel?

Lana Derkač


Tsunami

Dejo la taza del té justo en el momento cuando
a la televisión la inundan las grabaciones del tsunami.
Comentas: La muerte de nuevo es un laureado.
Esta vez en Asia ha aplicado una de sus artes luchadoras. 
No estoy segura si las olas de la pantalla compiten
por su premio o si en su forma homicida
sólo bañan el Apocalipsis.

Agrego: Las envía la muerte. 
Cada ola escapada es su carta
y en verdad no sé qué dirán los grafólogos
cuando reconozcan los recortes de su manuscrito.
Hay mil combinaciones.
A través de ellas se comunican las orillas.
O orden y desorden.
O las lengüetas de intranquilidad y el centro dela Tierra.
Me preguntas: ¿Puedes imaginar una sirena
como en uniforme anuncia la guerra al fuerte vocerío de las olas
con su todavía más ensordecedor canto?
Y Ulises la evita.
¿Puedes reconocer la arena que lleva
la ropa de camuflaje y sabes que se le escapó
el recuerdo de Hitler y las guerras mundiales?
Te aseguro:
Dios desde el espacio sigue a todos los asesinos,
también a las olas de hoy,
ordenadas en la espuma.
Y sin el telescopio esa espuma se divisa
como maldito albor.       

Lana Derkac












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