"Diablo más que menudo soy yo.
Yo soy las pulgas del infierno, la chisme, el enredo…
yo traje al mundo la zarabanda…
el guirigay, el avilipinte…
las jácaras, los volitines, los títeres…
y, al fin, yo me llamo el Diablo Cojuelo."

Luis Vélez de Guevara
Tomada del libro Duendes de Carlos Canales y Jesús Callejo, página 144



“El amor más perfecto, 
cuando es hijo del respeto, 
es menos ciego que mudo.” 

Luis Vélez de Guevara


“El vasallo está obligado 
a no pagar las ofensas 
a su Rey mal, que es traición
y fuera cosa mal hecha.” 

Luis Vélez de Guevara



“Es la ignorancia inventora y amiga de cosas nuevas.” 

Luis Vélez de Guevara



"La hora perfecta de comer es, para el rico cuando tiene ganas, y para el pobre, cuando tiene qué."

Luis Vélez de Guevara




“La víspera de la muerte 
es la fiesta de la vida;
su mayor bien es mudanza,
su mayor gloria mentira.” 

Luis Vélez de Guevara


Los atarantados

GARABÍS: Salve, guarde, ampare, anime,
conserve, prospere el cielo
al sacristán -rey de bastos-,
a la dama y a los viejos.
Tengan, escuchen, aguarden,
callen, oigan, vean, siendo
piedras, cantos, jaspe, mármol,
bronce, estaño, plomo, hierro.
Yo sé que hay en casa boda,
y para dalles contento,
ha de bailar quince días
esta moza hecha envolteto.
Es de las atarantadas,
que la picó en el celebro
una tarántula inorme,
y ansí baila sin remedio;
mas todos se han de apartar,
que si toca a alguno de ellos,
bailará toda su vida.

Luis Vélez de Guevara




“Mas, ¡ay de mí!, que en ocasión perdida,
la memoria del bien es mal doblado,
que engendra un bien perdido muchos males.”

Luis Vélez de Guevara


“Mi dama aquí es mi bandera.”

Luis Vélez de Guevara



"Primero lo debieron a la naturaleza -respondió el Cojuelo, y prosiguió diciendo-: Aquel gigante que viene sobre un dromedario, con un ojo, y ese ciego, solamente, en la mitad de la frente, con un árbol en las manos de suma magnitud, lleno de bastones, mitras, laureles, hábitos, capelos, coronas y tiaras, es Polifemo, que después que le cegó Ulises, le ha dado la Fortuna a cargo aquella escarpia de dignidades, para que las reparta a ciegas, y va siempre junto al carro triunfal de la Fortuna, que es aquel que le tiran cincuenta emperadores griegos y romanos, y ella viene cercada de faroles de cristal, con cirios pascuales encendidos dentro de ellos, sobre una rueda llena de arcaduces de plata, que siempre está llenándolos y vaciándolos de viento, y ese otro pie, en el elemento mismo, que está lleno de camaleones que le van dando memoriales, y ella rompiéndolos. Ahora vienen siguiéndola sus damas en elefantes, con sillones de oro sembrados de balajes, rubíes y crisólitos. La primera es la Necedad, camarera mayor suya, y aunque fea, muy favorecida. La Mudanza es esa otra, que va dando cédulas de casamiento, y no cumpliendo ninguna. Esa otra es la Lisonja, vestida a la francesa de tornasoles de aguas, y lleva en la cabeza un iris de colores por tocado, y en cada mano cien lenguas. Aquella que la sucede, vestida de negro, sin oro ni joya, de linda cara y talle, que viene llorosa, es la Hermosura: una dama muy noble y muy olvidada de los favores de su ama. La Envidia la sigue y la persigue, con un vestido pajizo, bordado de basiliscos y corazones."

Luis Vélez de Guevara
El diablo cojuelo



“(Que) no hay mayor desdicha en las desdichas
que haber sido dichoso un desdichado.”

Luis Vélez de Guevara








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