"En la lengua de los sonidos, el silencio corresponde a la oscuridad."

Rudolf Otto


"Estamos tratando con algo para lo cual hay una sola expresión apropiada, mysterium tremendum..."

Rudolf Otto


 "La doctrina evolucionista se justifica por cuanto quiere explicar el hecho llamado «religión». Este es, en realidad, el problema propio de la ciencia de la religión. Pero para poder explicar algo es preciso que haya sido dado antes aquello que sirve para explicarlo. Con nada no se explica nada. La naturaleza sólo puede ser explicada partiendo de fuerzas fundamentales dadas anteriormente, y cuyas leyes son las que debemos buscar. No tendría sentido que se intentase explicar a su vez esas fuerzas primeras. Pero en el espíritu, eso que es dado primeramente y que ha de servirnos para la explicación, es el mismo espíritu racional con sus disposiciones, fuerzas y leyes, que tengo que dar por supuestas, pero que no puedo explicar a su vez. De qué manera «ha sido hecho» el espíritu, nadie puede decirlo. Esto, empero, es lo que en el fondo intenta la doctrina de la epigénesis. La historia de la humanidad comienza con el hombre mismo; es preciso suponer al hombre para entender algo de la historia humana, partiendo del hombre. Y se le supone desde el principio como un ser que se nos semeja bastante por sus disposiciones y fuerzas, pues sumergirse en la vida anímica del pitekanthropos es cosa imposible. Asimismo no podemos explicarnos los movimientos del espíritu animal más que por pálidas analogías y por una retrogradación del espíritu desarrollado. Pero querer entender y deducir éste partiendo de aquel, es lo mismo que convertir la cerradura en llave, aclarar lo claro por lo oscuro. Ya el primer vislumbre de la vida consciente en la materia muerta es un sencillo dato inexplicable. Lo que aquí se vislumbra ya es una multiplicidad cualificada, que hemos de explicar como un germen de ciertas disposiciones de las que salen potencias y facultades cada vez más maduras en una organización corporal cada vez más elevada. El territorio del espíritu infrahumano no se puede explicar si no lo interpretamos a su vez como una predisposición a las predisposiciones del espíritu evolucionado, que en él se comportan como en un embrión. Pero lo que significa esta predisposición no es para nosotros completamente oscuro. Pues en nuestro propio despertar y en el crecimiento y maduración espiritual seguimos en nosotros mismos, en alguna manera, el desarrollo por virtud del cual la predisposición llega a madurez, el germen a árbol. Y esto no es ni metamorfosis ni mera agregación de nuevos componentes. A esta fuente, nosotros la llamamos disposición latente del espíritu humano, que se despierta y mueve por estímulos. Nadie que haya penetrado con serio propósito en la psicología religiosa puede negar que en algunos individuos se dan semejantes disposiciones naturales, y con ellas predisposiciones y propensiones a la religión, las cuales espontáneamente pueden convertirse en tentativas y presentimientos instintivos, en inquietos tanteos, en deseos vehementes, en un instinto religioso que sólo halla sosiego cuando se ha hecho claro a sí mismo y ha encontrado su meta. De aquí surgen los llamados estados de «gracia anticipada». Seuse los describe magistralmente de esta manera: «¡Maestro, lleno de amor! Desde mi infancia busco a alguien; una sed me devora y yo no sé, Dios mío, de qué tengo sed. Hace muchos años que ya persigo ardientemente algo sin alcanzarlo jamás. No sé bien lo que es; pero, sin embargo, siento a mi corazón que se lanza tras ese desconocido, sin el cual jamás podrá sosegar. En los primeros días de mi infancia he querido, maestro, hacer como los demás hombres y buscar este bien entre tus criaturas. Pero cuanto más buscaba menos encontraba, cuanto más avanzaba, otro tanto se alejaba el objeto de mis deseos... Pero he aquí, señor, que mi corazón estalla por la vehemencia del deseo. ¡Oh dolor! ¿Qué es esto? ¿No me nombrarás, no me describirás aquel que, secretamente, tañe en mi corazón?» Y San Agustín decía en Confesiones, X, 20: «¿Dónde le han conocido (los hombres) para desearlo así? ¿Lo han visto, acaso, para amarlo? Lo tenemos, no se sabe cómo.» (Véase, en general, todo el libro X de las Confesiones.) Todas éstas son manifestaciones de una predisposición que se convierte en intento, en impulso. Y si la ley fundamental biogenética, según la cual las fases y momentos de la formación del individuo repiten los de la especie, tiene algún valor real en alguna esfera, es en ésta. Las disposiciones naturales que trae consigo la razón humana al aparecer la especie hombre en la historia, se convirtieron un día en instinto, parte por obra de los estímulos exteriores, parte por la propia urgencia interior. Este instinto es el religioso, que quiere hacerse claro a sí mismo por medio de movimientos tacteantes, por la formación de representaciones, por la producción de ideas cada vez más adelantadas, y al fin lo consigue merced a la evolución acabada de las oscuras ideas a priori de donde se engendró y esta agitación, este buscar, este producir y evolucionar, constituye la evolución de la religión en la historia, cuya trama hemos de explicar después."

Rudolf Otto


"Lo numinoso elude la formulación precisa en palabras, igual que la belleza de una composición musical no racional elude el análisis conceptual completo, de ahí que deba ser discutido en términos simbólicos."

Rudolf Otto







No hay comentarios: