"Estos sapos vestidos son demonios con figura de sapo, que acompañan y asisten a los brujos para inducir y ayudar a que cometan siempre mayores maldades; están vestidos de paño o de terciopelo de diferentes colores, ajustando al cuerpo con una sola abertura, que se cierra por 10 bajo de la barriga, con un capirote como á manera de cepillo, y nunca se les rompe, y siempre permanece en un mesmo ser; y los sapos tienen la cabeza levantada, y la cara del demonio, del mesmo talle y figura que la tiene el que es señor del aquelarre y al cuello traen cascabeles y otros dijes. Hanlos de sustentar, y les dan de comer y beber, pan, vino y de las demás cosas que tenen para su sustento, se lo comen llevándolo con sus manos á la boca, y si no se lo dan, se lo piden diciendo: «nuestro amo, poco me regaláis dadme de comer». Y muchas y diversas veces hablan y comunican con ellos sus cosas, y el demonio les toma estrecha cuenta del cuidado que tienen en regalados, y los castiga y reprende gravemente cuando se han descuidado en regalados y dades de comer. Y Beltrana Fargue refiere que daba el pecho á su sapo, y que algunas veces dende el suelo se alargaba y estendía hasta buscar y tomada el pecho, y otras veces en figura de muchacho se la ponía en los brazos para que ella se lo diese. Y los sapos tienen cuidado de despertar á sus amos, y avisades cuando es tiempo de ir al aquelarre; y el demonio se los da como por ángeles de guarda, para que los sirvan y acompañen, animen y soliciten á cometer todo género de maldades, y saquen dellos el agua con que se untan para ir al aquelarre, y á destruir los campos y frutos, y á matar y á hacer mal á las personas y ganados, y para hacer a polvos y ponzoñas con que hacen los dichos daños. Esta agua la sacan en esta manera: después que han dado de comer al sapo, con unas varillas le azotan, y él se va encontrando e hinchando, y el demonio que se halla presente, les va diciendo: «dadle mas», y les dice que cesen cuando le han dado cuanto es menester, y luego se aprietan con el pié contra el suelo, o con las manos, y después el sapo se va acomodando, levantándose sobre las manos o sobre los pies, y vomita por la boca o por las partes traseras una agua verdinegra muy hedionda en una barreña que para ello le ponen, la cual recogen y guardan en una olla. Y siempre que han de ir á los aquelarres (que son tres días de todas las semanas, lunes, miércoles y viernes, después de las nueve de la noche) se untan con la dicha agua la cara, manos, pechos, partes vergonzosas y plantas de los pies, diciendo: «señor en tu nombre me unto; de aquí adelante yo he de ser una mesma contigo, yo ye de ser demonio, y no quiero tener nada con Dios». Y María de Zozaya añade que decía ciertas palabras en vascuence, que quiere decir aquí y allí. Y su sapo vestido (que está presente cuando se untan, y tiene cuidado de los avisar cuando es hora para que vayan) los va guiando y saca de las casas por las puertas o ventanas, o resquicios de las puertas, o por otros agujeros muy pequeños que el demonio les abre para que puedan salir, aunque los Orujos piensen y les parece que se hacen muy pequeños. Y así María de Yurreteguia se quejaba y decía á María Chipia, su tía, que para qué la achicaba y ponía tan chiquita, y le respondía que qué se le daba á ella por eso, pues después la alargaba y volvía á poner en su estatura. Y lo más ordinario, se van por el aire, llevando á su lado izquierdo sus sapos vestidos, aunque otras veces se van por su pié, y los sapos Van delante saltando, y muy breve llegan al aquelarre, donde está el demonio con horrenda y muy espantosa figura."

Juan de Mongastón
Auto de fe contra los reconciliados y condenados
Tomada del libro Duendes de Carlos Canales y Jesús Callejo, página 156





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