"He creído y creo aun, en la posibilidad de la Democracia Cristiana; más aún, no creo en otra cosa, tratándose de política". Aunque se afiliaba a la Iglesia Católica, también llegó a cuestionar las doctrinas católicas que no compartía, pero trató de armonizar la actividad universitaria, con la religión cristiana en general, confesó: "ante un público de todas las creencias y todas las partes, simplemente me he dedicado a profesar ciencia cristiana."

Frédéric Antoine Ozanam 


"Al tratar de los orígenes del socialismo, reunimos bajo ese nombre las diversas escuelas que lo asumen, y que no desearíamos distinguir para abrir polémica particular con cada una de ellas. Muchos de los socialistas no son sino los discípulos tardíos de los más culpables errores del paganismo, existen otros que asumen en más de un punto las tradiciones cristianas, y en quienes el error principal estriba en dar nuevos nombres a las antiguas virtudes, cambiar los consejos evangélicos en preceptos y querer realizar sobre la tierra el ideal del cielo. No desconocemos la generosidad de esas ilusiones, pero sí vemos el peligro que entrañan. Como todas las doctrinas que han turbado el reposo del mundo, el socialismo no tiene otra fuerza sino la de muchas verdades mezcladas con muchos errores. Esta confusión le aporta una apariencia de novedad que deslumbre a los espíritus débiles: sólo habremos descartado todo el peligro de estas enseñanzas cuando hayamos mostrado, por una parte, las verdades antiguas (cristianas) que no han esperado para realizarse el sol del siglo diecinueve, y por la otra, los errores seculares tantas veces juzgados por la conciencia de los hombres y condenados por la experiencia de los pueblos. Es tiempo de realizar la separación y retomar nuestro bien, me refiero a las antiguas y populares ideas de justicia, de caridad, de fraternidad. Es tiempo de demostrar que se puede defender la causa del proletariado, consagrándose al alivio de las clases sufrientes, buscar la abolición de la pobreza, sin hacerse solidario de las prédicas que han desencadenado la tempestad de junio y que aún mantienen sobre nosotros nubarrones."

Frédéric Ozanam


“Aprendamos a defender nuestras convicciones, sin odiar a nuestros adversarios; a amar a quienes piensan de un modo diferente del nuestro (…).  Quejémonos menos de nuestro tiempo y más de nosotros mismos.” 

Frédéric Ozanam


"La caridad no puede existir en el corazón de muchos sin expandirse a los de fuera. Es un fuego que se apaga si le falta manutención, y las buenas obras son el alimento de la caridad... pero la caridad debe ser un medio, no el fin de nuestra asociación [3] que es más bien el de difundir en la juventud el espíritu del cristianismo, que es espíritu de amor. La verdad evangélica debe ser difundida entre los jóvenes, que son víctimas de varias y funestas doctrinas..."

Frédéric Ozanam


“La cuestión que divide a los hombres de nuestro tiempo no es una cuestión de formas políticas, es una cuestión social: saber quién le arrancará del espíritu de egoísmo o del espíritu de sacrificio; si la sociedad no será más que una gran explotación en provecho de los más fuertes o la entrega de cada uno para el bien de todos y particularmente para la protección de los débiles.”

Frédéric Ozanam


"Las ideas religiosas no tendrán ningún valor si no tienen un valor práctico y positivo. La religión sirve más para la acción que para el pensamiento."

Frédéric Ozanam


“No reneguemos del siglo en el que nos ha tocado vivir. La misión de un joven hoy en la sociedad es bien grave e importante… Me alegro de haber nacido en una época en la que quizá tenga que hacer mucho bien.”

Frédéric Ozanam



"No sé si Dios permitirá que pueda aplicarme el final. Sé que cumplo hoy mis cuarenta años, más de la mitad del camino de la vida. Sé que tengo una mujer joven y muy querida, una hija encantadora, hermanos excelentes, una segunda madre, muchos amigos, una honrosa carrera, trabajos llevados con precisión hasta el punto de que podrían servir de fundamento a una obra largo tiempo soñada. Pero en este momento he sido víctima de un mal grave, pertinaz y tanto más peligroso cuanto entraña probablemente un agotamiento completo. ¿Es preciso, pues, dejar todos estos bienes, que tú mismo me habías dado? ¿No quieres, Señor, contentarte con una parte del sacrificio? (…). Aquí estoy, Señor. Aquí estoy, si me llamas, y no tengo derecho a quejarme. Me has regalado cuarenta años de vida… Si repaso delante de ti mis años con amargura, es a causa de los pecados con que los he manchado; pero considero las gracias con que tú los has enriquecido, repaso mis años ante ti, Señor, con reconocimiento. Aunque me encadenes a un lecho por los días que me queden de vida, no serán suficientes para agradecerte los días que he vivido. ¡Ah!, ¡si éstas son las últimas páginas que escribo, que sean ellas un himno a tu bondad!"

Frédéric Ozanam


“Pido que nos ocupemos del pueblo que tiene tantísimas necesidades y no tantos derechos, que reclama con razón una parte más cumplida en los asuntos públicos, garantías para el trabajo y contra la miseria.”

Frédéric Ozanam



"¡Qué triste y deplorable es la condición de estas desdichadas víctimas de la barbarie europea!; siempre será motivo de indignación y de lágrimas para el auténtico filósofo y para el verdadero cristiano, la horrible crueldad de estos hombres que se llaman civilizados y que, en nombre de una religión santa, se presentan en tierras extranjeras como bandidos raptores para quitar el hijo a su madre, el padre a sus hijos.
¡Lloremos la vergüenza de nuestros hermanos opresores! ¡Lloremos los males de nuestros hermanos oprimidos! Pero, vosotros que los deploráis conmigo, volved vuestros ojos de estas calamidades para remontarnos a su causa. Escuchad y admirad el efecto de la maldición de un padre, la venganza del Dios todopoderoso, de quien procede toda paternidad, y que castiga la osadía del hijo culpable hasta la última generación.
La Sagrada Escritura nos revela el origen de todos estos horrores: lo dictó el espíritu de luz al historiador sagrado para instrucción de las razas futuras."

Frédéric Ozanam


“‘Repasaré ante ti todos mis años en el dolor de mi corazón’. Es el comienzo del cántico de Ezequías: no sé si Dios permitirá que pueda aplicarme el final. Sé que cumplo hoy mis cuarenta años, más de la mitad del camino de la vida. Sé que tengo una mujer joven y muy querida, una hija encantadora, hermanos excelentes, una segunda madre, muchos amigos, una honrosa carrera, trabajos llevados con precisión hasta el punto que podrían servir de fundamento a una obra largo tiempo soñada. Pero en este momento he sido presa de un mal grave, pertinaz y tanto más peligroso cuanto esconde probablemente un agotamiento completo. ¿Es preciso, pues, dejar todos estos bienes, que tú mismo, Dios mío, tú mismo me habías dado? ¿No quieres, Señor, contentarte con una parte del sacrificio? ¿Qué parte de mis afectos desordenados hace falta que te inmole? ¿No aceptarás el holocausto de mi amor propio literario, de mis ambiciones académicas, de mis proyectos de estudio donde tal vez se mezclaba más el orgullo que el celo por la verdad? Si vendiera la mitad de mis libros para entregar el importe a los pobres y limitándome a cumplir los deberes de mi estado consagrara el resto de mi vida a visitar a los necesitados, a instruir a los aprendices y a los soldados, Señor, ¿estarías satisfecho y me concederías la dulzura de envejecer junto a mi esposa y concluir la educación de mi hija? ¿Puede ser, Dios mío, lo quieres? Tú no aceptas estas ofrendas interesadas; rechazas mis holocaustos y mis sacrificios. Me pides a mí mismo. Está escrito al comienzo del libro que debo hacer tu voluntad y yo digo: Aquí estoy, Señor. Aquí estoy si me llamas, y no tengo derecho a quejarme. Me has regalado cuarenta años de vida… Si repaso delante de ti mis años con amargura, es a causa de los pecados con que los he manchado; pero cuando considero las gracias con que tú los has enriquecido, repaso mis años ante ti, Señor, con reconocimiento. Aunque me encadenes a un lecho por los días que me queden de vida, no serán suficientes para agradecerte los días que he vivido. ¡Ah!, ¡si éstas son las últimas páginas que escribo, que sean ellas un himno a tu bondad!”

Frédéric Ozanam


“Señores, se reprocha a nuestro siglo ser un siglo de egoísmo y se asegura que los profesores participan de la epidemia general. Sin embargo, es aquí donde alteramos nuestra salud. Es aquí donde empleamos nuestras fuerzas. A mí no me sobran. Nuestra vida, mi vida, os pertenece, os la debemos hasta el último suspiro y la tenéis. En cuanto a mí, señores, si muero será a vuestro servicio.”

Frédéric Ozanam


"Si alguna cosa me consuela al dejar la tierra sin haber hecho lo que hubiera deseado, es que no he trabajado jamás para las alabanzas de los hombres, sino al servicio de la verdad."

Frédéric Ozanam


“Si Dios ha querido concederme ardor en el trabajo, no he asumido jamás esta gracia con arrogancia de genio. Desde la clase inferior de donde procedo, he querido consagrar mi vida al servicio de la fe, pero considerándome como un siervo inútil, como un obrero de la última hora a quien el dueño de la viña ha recibido sólo por caridad. Me parece que mis días se verán colmados si, a pesar de mi poco mérito, consiguiera retener en torno a mi cátedra una juventud numerosa y restablecer ante mis oyentes los principios de la ciencia cristiana, haciéndoles respetar todo lo que desprecian: la Iglesia, el Papado, los monjes. Hubiera deseado recoger estos mismos pensamientos en libros, más duraderos que mis clases, y todos mis deseos se habrían visto colmados si algunas almas equivocadas hubieran encontrado en esta enseñanza una razón para abjurar de sus prejuicios, esclarecer sus dudas y volver, con la ayuda de Dios, a la verdad católica. Eso es lo que he querido hacer desde hace diez años sin ambicionar un destino más grande, pero también sin que haya tenido la desdicha de desertar en el combate.”

Frédéric Ozanam



"Vencer sin riesgos es triunfar sin gloria, pero cuanto más difícil es la obra tanto más bello es realizarla."

Frédéric Ozanam


"Yo he prometido a Dios dedicar mis días al servicio de la Verdad que me ha concedido la paz."

Frédéric Ozanam













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