Ajenos a la noche...

Ajenos a la noche, los dos, solos. Una oda
al caballo de chocolate, hermosamente ovalado
y a las estrellas. Su trote ligero
noches y días resuena aquí dentro, caballito
de raso, fiel como la noche.
Nosotros, de piel de arcilla, eternamente fieles
pero así de solos, nunca. Dormid,
ay, estrellas,
nos protege el pianista Noche.

Sirkka Tulkka
Versión de Juana Ruiz y Jarkko Sirén



Alzas en el aire una seta magnífica...

"Alzas en el aire una seta magnífica
...igual que un ramo de flores
......y te ríes como alguna vez en primavera.
Mientras, está lloviendo,
...entonces yo te llamo a través
......de este otoño inmenso;
.........otoño, donde se han perdido los perros.
Miro tus pies
...cómo caminan por la lluvia, por el sendero,
......recorren toda la orilla.
De aquel tiempo sólo recuerdo
...la luz del agua, la sonrisa sobre tu rostro,
......como allí en primavera. Una vez
......fue primavera."

Sirkka Tulkka
Versión de Juana Ruiz y Jarkko Sirén



Cuando los árboles se cansan, las hojas,
            el parque se mete en sí mismo, sin luz,
la oscuridad se acerca
                        como el hambre.
            Me apoyo en el tronco
pienso en un fragmento de poema en mis dudas
            en ti
cómo podría yo darte
            mi ternura en una caja
      y además qué significa eso.
Pero tú estás detrás de las cortinas
                                   en otra ciudad,
                        parten los trenes el viento reúne las hojas
                                   y yo aquí
                        comienzo a mezclarme en la nevada,
                                   a ser impresionista

Sirkka Turkka



Cuando los pensamientos son lencería,
apilados en los estantes, ordenados, alineados
como las copas de champán y ponche,
la grabada plata deslustrada y el viejo oro liso.
Y llega el invierno, comandante en jefe Ulysses
Simpson Grant,
el rey Lear, su barba blanca.
El lago se vislumbra entre los árboles, en el lago
una perca rayada, tigre ártico.
Entre el bosque se vislumbra la tierra, cuya cuna
es de alto pino tambaleante.
Del cual no podemos soltar los ojos,
del cual nos levantamos,
al cual nos abismamos, cuando los pensamientos
están apilados, ordenados,
apinados, cuando son de puro
pino, de su raíz.
Cuando duerme el pez.
Entra en otro mundo y cierra los ojos.
Aquí no florece el liquen, así es su color de advertencia.
Y cuando matan a la hembra de un tiro, quedan las crías.
Aquí la sangre está parada, encantada,
con un truco de magia meten el corazón bajo la piedra
y lo sacan.
Aquí empujan el corazón hasta al pecho de la perca.
Oh qué alegría, cuando a la pena sigue la pena.
Cuando el invierno siempre está llegando y yendo
como la marcha de Rákóczy,
como el Lear, su barba blanca,
una tragedia verdadera, el otoño es su materia.
Uno lo sabe con los ojos cerrados: el invierno llega
tras  el invierno, como la pena llega tras la pena,
el verano allí en el medio
como un tumor maligno, que rompe la arquitectura
del bosque:
tantas hojas y no se ven los árboles.
Y no llega el verano, la enfermedad, sin el invierno,       
el rey agujereado, el comandante en jefe de la aurora
boreal, no sin la barba congelada.
Donde nosotros, la tribu de gallinetas de agua,
estamos condenados a vagar,
donde nosotros, las estrellas, estamos condenadas a
centellear.
Donde la perca se hunde hasta el fondo,
cierra los ojos y se queda mirando

Sirkka Turkka


"Encontré la blanca pata de una liebre en el patio
pálida y muda
como las flores del sepulcro.
En el camino hallé un cuerno de alca,
recién arrancado de su brote;
en el bosque una ardilla coja.
Antes de golpearla al vacío
cruzó sus pequeñas patas traseras para rezar.
Encontré bajo las ramas de un arbusto de ceniza
el cuerpo hueco de un halcón descompuesto,
con las alas extendidas.
llevaba en mis bolsillos la ova de las piedras,
sobre los hombros la muerte de tantos animales.
sabía que pronto llegaría la nieve callada
como la azucena, pronto se nos iba a conceder la paz.
Y caerá el primer escalón del invierno
como señal de amor esa cruz quebrada
de una negra rama."

Sirkka Turkka
Traducción: Juana Ruiz/ Jarkko Sirén



Entra conmigo en esta fábula, hace tanto frío...

"Entra conmigo en esta fábula, hace tanto frío;
por las calles hasta el viento camina encorvado.
Ven, entra en la fábula, este gran libro florido.
Primero la tapa,
después mira entre las tapas.
Construimos un nido para todas las lágrimas del mundo.
Tú eres Limpio y yo soy Claro,
tú eres Consuelo y Aliento de toda la tierra.
El cuchillo de la luna se hunde ya en el pecho
jadeante de la nube
y el dolor desviste a la estrella 
aquí, abajo.
La casita verde del cuento en el bosque tan verde,
bajo la verde mano de Dios.
Y las noches diáfanas y sagradas
sobre nuestros días fatigados."

Sirkka Tulkka
Versión de Juana Ruiz y Jarkko Sirén




Erase una vez un hombre que amaba tanto a su mujer
que no le quedaba energía para otra cosa.
Se le reventaron los zapatos, su abrigo se gastó hasta convertirse en gasa,
y los botones de la camisa volaban hacia el alto cielo
por el mero embate de se apasionado corazón.
Su mujer se vio demasiado apurada cuan la necesidad apremió,
la pobreza se salía por las ventanas, no funcionaba nada,
y el hombre no hacía otra cosa que amar.
Todo esto ocurrió en Rusia, a la luz de un quinqué,
en los días en que las gentes eran todavía ricas en nieve,
el vodka brillaba como un diamante en su copita mellada,
una rodaja de pepino era el centelleo de sueño,
y en la esquina del granero junto a la casa parroquial
un cascabel en la correa del perro sonaba como campanillas de
   un trineo onírico.
Una noche de helada, caí en la cuenta:
los perros son las tartas del corazón, cálidos, alimenticios,
y en alguna parta en el fondo de mi pecho, como un canto rodado,
hay un fragmento de la Vieja Rusia, unas migajas de amor crucificado.
Los brillantes lazos giran serenos,
la esquina de la casa se está resquebrajando,
algo se está rompiendo aquí en el silencio.
Por alguna parte en la nieve un viejo árbol se está muriendo:
su corazón de madera no puede soportar semejante frío.
En la centelleante noche Dios está durmiendo: es una vieja historia,
y a la luna se le puso ese aspecto de fin de mundo

Sirkka Turkka


Es la mañana...

"Es la mañana y el viento peina
la hierba. Como un trago en ayunas
el olor de las flores pequeñas."

Sirkka Turkka





"He adelgazado, por lo que veo. Pero cómo.
            Llevo en el pulgar adecuado
los signos del perro y del caballo.
            Uno hecho con un cuchillo de herrar, el otro,
con un colmillo.
            De las cicatrices nace la vida
y el corazón es una fosa común todavía abierta
            llena de la tela gris del llanto,
ruido metálico de medallas de identidad al viento.
            Siempre en otoño, tiempo de matanza de los pavos,
ando en un trineo con cuatro perros, el quinto
salta al lado atado como caballo de reserva
cuando un viento frío envuelve los bosques
            y en los campos arden hogueras bien vigiladas
así de fogosos son los caballos de batalla de la muerte
            pequeños e iracundo, y el viento del otoño
rojo como la sangre, como los serbales."

Sirkka Turkka



Las estrellas

"Las estrellas vuelven a ser como una quejumbrosa balada y por las tardes
los perros afinan sus agrietados violines.
Yo no dejo que se me acerque la pena,
no la dejo acercarse a mí.
Mil metros de nieve encima del corazón.
Murmuro mucho para mis adentros, por la calle
canto en voz alta.
A veces me veo pasar, con sombrero en la cabeza,
por el viento, y con alguna idea torcida.
Hablo de muerte cuando quiero decir vida. Ando con los papeles
desordenados, no tengo ni una sola teoría, solo un perro que blasfema.
Cuando pido aguardiente, me sirven helado,
a pesar de todo claro que soy español, con el nacimiento del pelo bajo
de esta manera, de verdad:
no parezco ser de aquí.
Sudo y trato de hablar, entretanto
tiemblo.
Casi más que la muerte lamento mi nacimiento.
Y todo lo que pido
son mil metros de nieve encima de mi corazón."

Sirkka Turkka
Traducción: Francisco J.Uriz



"Porque el amor es sólo un forastero.
Y envuelvo mi vacío
alrededor de ti como una segunda piel, mi propia oscuridad,
esa carga que late.
Viene el invierno y mira cómo Valentino
acaricia suavemente con su pequeña garra
de león de Rousseau, aquel agente de aduanas.
Y desde aquí, el país sombra de la muerte,
del país sombra de la nieve te grito,
no como se grita a Dios
sino a mi única, privada vida
a este cuerpo, campo de huesos, que esconde
en sus oquedades los órganos sombríos dormitando,
un corazón como una rosa atrapada.
Mira: la rosa se deshace,
se deshace
y su básico color rojo
ha soltado uno a uno sus pétalos.
Llegado el invierno
y llegada la muerte."

Sirkka Turkka



"Sólo el alboroto de la lluvia que acompaña a la tormenta
y encima de la tormenta de tus ojos: la de tus cabellos.
Nunca he encontrado unos pies más tristes
que los tuyos.
Todo es infinitamente penoso: los mechones de tu cabello,
las hojas amarillas, este otoño.
Es todo lo que poseemos.
Porque tú te vas de mí,
y yo de ti
Y no logro entender
qué es estar abatida por la pena
o qué ocurre cuando tus cabellos
se entremezclan con la lluvia
la lluvia de tus ojos."

Sirkka Turkka


V

El tiempo del vino y de las rosas
se acaba para ti
en el instante que la persona hermosa que tenías
a tu lado te deja.
Cuando te deja,
la rosa queda tan sola,
el vino queda en el vaso como una escultura

Sirkka Turkka


Vuelve, mi Sheba

"Vuelve, mi Sheba.
Siempre pienso en ti.
Mis ojos observan fijamente la lejanía
...mi rostro se ensombrece como la tarde
......y anochece.
Eres un alarce entre los árboles del parque.
...Tu figura sosegada
......una luz invisible lleva dentro
.........como la tristeza invisible de mi corazón.
Llega la noche. La sombra de la luna besa la tierra,
...los árboles se bruñen de plata
......y yo escribo estas líneas prisionera
.........entre los muros de mi corazón.
Tus orejas apuntadas
...son las de un animal de los bosques,
......con ellas seguro que lo oyes.
Sheba, mi corazón repite
...en cada latido sin desfallecer:
......Vuelve, mi Sheba."

Sirkka Tulkka
Versión de Juana Ruiz y Jarkko Sirén



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