Amante que escapa

"He oído los cascos de un caballo
temblar en la colina.
No he hecho nada.

He comido raíces y el fruto de las bayas
que crecen sin provecho
entre las calaveras.
No me ha ocurrido nada.

He tocado la estela de tu cuerpo.
He visto nuestras cartas húmedas y arrugadas.
He pasado la lengua por los labios
que sólo a mí me cierras.
No he sentido nada."

Vicente Molina Foix


"El arte siempre corre peligro, pero -además- periódica y ritualmente se procede a su asesinato. La matanza está repartida, aunque hay artes más morituri que otras. La novela, cada día más pingüe y con mejor color, lleva muriendo décadas. Al cine se le declaró cadáver como espectáculo de masas hace por lo menos veinte años, y ahí sigue incorrupto, mientras su verdugo, la televisión, huele que apesta. El teatro, sin embargo, es la víctima favorita de los agoreros. Qué ganas de matarlo a toda costa. Como en los ciclos de la naturaleza, parece que un arte debe morir para que otro viva. Así de estrecho les parece a algunos el mundo imaginario."

Vicente Molina Foix
Con cine, no hay teatro



"En la literatura siempre hay nuevos nombres. También creo, aunque de esto no estoy al 100% seguro porque la realidad te lo puede desmentir, que los Novísimos fue el últimos “ismo” que ha tenido la literatura española. Se trataba de un grupo compacto ya que su literatura estaba alejada de lo que hacían sus contemporáneos. Se podía diferenciar. Los Novísimos crearon una estética, tenían unos maestros. Ahora no creo que haya surgido en la literatura española ningún grupo que haya formado su propia voz. Hay escritores interesantísimos como puede ser Marta Sanz, por decir un nombre. Se publican obras muy buenas, pero no hay un intento por asentar las bases de una nueva voz que dé la elocución de un tiempo concreto. Los cambios y los aciertos que uno puede leer a día de hoy fluctúan. Dentro de los “ismos” hay un cauce y ahora hay diferentes canales que se van uniendo para producir la riqueza de la literatura. Se ha perdido la ilusión por crear dentro de un cauce, cosa que nosotros considerábamos mucho más nutritiva. No es ni bueno ni malo, simplemente un cambio. Los Novísimos ha quedado como algo histórico."

Vicente Molina Foix


Juego de disfraces

Desmadejado, desaparecido mi control sobre una cabellera
          en alboroto que opta a menudo por resoluciones
          distintas a las del sistema motriz,

penetro en la desértica extensión de los telares y en el
          depósito de las almas muertas, que sostienen resignadamente 
          colores de lapislázuli y cartonajes con memoria particular, 
          mas desechada, raídos, túmido, ominosamente numeradas, 
          delicadamente  sustraídos de tono, agrietados, por ajena 
          voluntad borrada.

En los pasadizos de la trastienda no únicamente duele
          el hallazgo de frondas que treparon vertiginosas escalones
          de mármol despintado o la arboleda que poseía poseía 
          articulaciones mecánicas para asustar y hacer caer de su caballo 
          a la Joven Furtiva que eligió las incertidumbres de un Caballero 
          sólo recientemente armado,

pues tal vez con semejante desafección encontráramos el mascarón 
          de proa que puso en pie a toda una generación y los nimbos 
          algodonosos que por primera vez llevaron a muchos a pensar 
          que quizá no todo consista en arribar al propio domicilio una vez 
          la obra terminada y revolverse entonces pesarosos entre las 
          engañosamente mullidas plumas del jergón.

Vuelta la espalda a un creciente clamor de asentimiento que invade 
          la platea, navego con vacilación un estrecho cuarto de luces y el 
          camarín de la estrella, dejado intacto en su crepúsculo de noche 
          resonante y con la misma argolla aún, sujetando los muslos que 
          trastornan y aquella máscara de labios curvados hacia abajo, 
          poseedora del secreto que desencadenó guerras.

Decretada mi extinción por ocupantes de los palcos más celebrados, 
          dudo acerca de enfrentarme a la conjuración mortal de luces 
          que convergen en el proscenio,

o practicar (sea por una sola vez!) la compuerta de hierro que conduce 
          al callejón de la Mala Conducta y hace evitar la probablemente 
          desmerecida dialéctica de la palestra.

Vicente Molina Foix


"La época de las vanguardias era dogmática, ahora los creadores van más por libre."

Vicente Molina Foix


"Tomé la carta de sus manos con aprensión: la reconocible tinta verde de Ramón, que además en un lateral y no en la parte posterior del sobre ponía su nombre de pila y la dirección de la calle Joaquín Costa.
Esa nueva carta me desconcertó, porque Ramón introducía a un tercer personaje con voz en el relato. Que la voz convocada fuera la de Pedro, amigo y abogado de nuestra relación, no disipaba mi desasosiego.
Pedro. Su lástima por ti y no por mí se basa en tu vulnerabilidad. Pero también yo soy peligrosamente vulnerable. En cualquier caso él cree que puedo hacerte mucho daño cuando esto acabe. Yo digo: esto no acabará, y él se hace Frédéric Moreau y dice que un día u otro ha de acabar. ¡Narices! Yo le digo que estoy completamente seguro de mí mismo, y entonces él dice que eso demuestra mi madurez frente al asunto y tu inestabilidad básica. (Ya dice Sartre, en cualquier caso, que el amor es pura dialéctica.) Por otra parte, cree él que esto nuestro puede hacernos mucho bien a los dos, estabilizar nuestras vidas, reorganizarme a mí (lo cual está sucediendo ya) y levantarte a ti. En lo que empiezo a escribir ahora encuentra él una seguridad que me faltaba. Está convencido de que también en tu literatura sucederá así.
Era de nuevo una carta-baúl, aunque el relleno no contenía fruslerías: en el reverso de una postal del Palacio de Maricel de Sitges iba copiado en perfecto francés el fragmento de La educación sentimental de Flaubert en el que Frédéric Moreau se pregunta ante Madame Arnoux si un joven de su inteligencia y sus hábitos, «después de haber deseado lo más bello, lo más sensible, lo más encantador, una especie de paraíso en forma humana, cuando he encontrado, por fin, ese ideal», va a «enterrarse en provincias para jugar a naipes en el café y pasear con zuecos por los campos», añadiendo Ramón en un ladillo de la postal, con la tinta verde exhausta: ¿Puedo yo, que no soy Moreau, dejar mi ideal?"

Vicente Molina Foix
El joven sin alma


Tren fantasma

"Al final de la barra apareciste
como un tren fantasma
que mueve campanillas.

Tu cara aún tenía
el susto del viajero
que, en vagón de madera,
siente los escobazos, el hilo de
la muerte, la calabaza hueca.

Querías compañía para entrar en el túnel.

No te la di, no puedo.
He de ocupar mi sitio
detrás de las cortinas,
para seguir aullando
y mordiendo a los niños."

Vicente Molina Foix



"Un día vino Manuela de visita y mientras un buen compañero de prisión, Juan Manuel Caneja, el pintor, la dibujaba a lápiz en la tapadera de una caja de magdalenas, me entró un gran picor; me aparté para que ella no me viera rascándome la cabeza como un poseso, pero creo que desde entonces he sentido intrínsecamente la amenaza de las chinches y los piojos. El miedo a pegárselos si teníamos un poco de vida en común allí en Cuelgamuros no se me fue nunca de la cabeza, y perdona el chascarrillo. La idea de una Manuela, con su hermoso pelo negro, pelado al rape por mi culpa, por culpa de mis piojos... No quería ni pensarlo.
Ahora mismo, mientras te escribo, me he llevado los dedos a la frente una vez más. ¿Me seguirán rondando los muy cochinos?
Por último. Tuve una juventud («mis universidades», que decía Gorki) muy combativa dialécticamente, en la guerra serví primero a la Buena Causa del arte y después peleé de veras, a finales del año 40 pude volver a dar clases, pero no universitarias sino de enseñanza secundaria, y continué investigando la pintura del genial sordo de Fuendetodos, quien por cierto también sabía mucho de picores fuera y dentro de su cabeza. El brutal cambio de vida del 47 no sólo me quitó por unos cuantos años a Goya, y a Manuela para siempre, sino que marcó, creo, el porvenir de mis desilusiones."

Vicente Molina Foix
El abrecartas



"...Una naturaleza pequeña le conviene
a nuestro repentino y algo escuálido amor."

Vicente Molina Foix














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