"Aún así, hay momentos en que estoy desconcertado por cada milla que he viajado, cada comida que he comido, cada persona que he conocido, cada habitación en la que he dormido. Por ordinario que parezca, hay momentos en que está más allá de mi imaginación."

Jhumpa Lahiri
Intérprete de enfermedades


"Como escritora en cualquier lengua, he de tener en cuenta la existencia de grandísimos autores y aceptar la naturaleza de mi contribución con respecto a la de ellos. Escribo aunque sepa que nunca conseguiré hacerlo como Dante, Cervantes o Shakespeare, pero debo gestionar la ansiedad que esas cimas pueden producirme; de otro modo, no me atrevería.
Ahora que escribo en italiano, la observación de Fuentes me parece aún más pertinente: debo aceptar la imposibilidad de alcanzar la cima que me inspira y al mismo tiempo me quita espacio propio. Ahora, la cima no es la obra de otro escritor, más brillante que yo, sino el corazón de la lengua en sí. Aunque sepa que seguramente no conseguiré nunca habitar ese corazón, a través de la escritura intento alcanzarlo.
Me pregunto si estoy yendo a contracorriente. Vivo en una época en la que casi todo parece posible, en la que nadie quiere aceptar límite alguno: podemos enviar un mensaje en un instante, ir de un extremo al otro del mundo en un día, ver claramente a una persona que no está a nuestro lado. Gracias a la tecnología, no hay espera alguna, distancia alguna, por eso se puede afirmar tranquilamente que este mundo es más pequeño que el del pasado. Estamos siempre conectados, al alcance. Hoy más que nunca, la tecnología rechaza la lejanía.
Sin embargo, mi proyecto italiano me vuelve profundamente consciente de las enormes distancias que hay entre las lenguas. Una lengua extranjera puede significar una separación total; puede representar, aún hoy, la ferocidad de nuestra ignorancia. Para escribir en una nueva lengua, para penetrar su corazón, ninguna tecnología ayuda. No se puede acelerar el proceso, no es posible abreviarlo. La evolución es lenta, cojeante, sin atajos. Más entiendo la lengua, más se enreda; más me acerco, más se aleja. Aún hoy, la separación entre el italiano y yo permanece insuperable: he tardado casi la mitad de mi vida en dar unos pasos, en llegar apenas hasta aquí.
En este sentido, la metáfora del pequeño lago que quería cruzar, con la que he empezado esta serie de reflexiones, es errónea: una lengua no es un lago, sino un océano, un elemento tremendo y misterioso, una fuerza de la naturaleza ante la cual debo rendirme.
En italiano me falta una perspectiva completa, la distancia que me ayudaría; sólo dispongo de la distancia que me obstaculiza.
No logro ver el paisaje entero. Cuento con ciertos caminos, ciertas formas de ir de aquí para allá, algún recorrido en el que confío y del que probablemente dependo demasiado. Reconozco algunas palabras y construcciones como si fueran árboles familiares durante un paseo cotidiano, pero aun así escribo desde una trinchera.
Escribo en los márgenes, tal como he vivido desde siempre, en los márgenes de los países y las culturas. Una zona periférica donde no es posible que me sienta enraizada, pero donde ya me encuentro cómoda: la única zona a la que creo pertenecer de alguna forma.
Puedo bordear el italiano, pero se me escapa su interior: no veo las calles secretas, las capas ocultas; los niveles escondidos; la parte subterránea.
En Villa Adriana, Tívoli, hay una gigantesca red vial bajo tierra, un sistema tan impresionante como imponente. Este complejo de pasadizos fue excavado para transportar mercancías, sirvientes y esclavos, para separar al emperador del pueblo, para ocultar la vida verdadera y bulliciosa de la villa, así como la piel oculta las funciones feas pero esenciales del cuerpo.
En Tívoli comprendo la naturaleza de mi proyecto italiano: como quienes visitan la villa hoy en día, como Adriano hace casi dos milenios, camino por la superficie, por la parte accesible, pero como escritora sé que una lengua existe en los huesos, en la médula, que la verdadera vida de la lengua, la sustancia, está allí.
Volvamos a Fuentes. Estoy de acuerdo, creo que una conciencia de la imposibilidad es crucial para el impulso creativo. Me maravillo ante todo lo que me parece inalcanzable. Sin un sentimiento de asombro ante las cosas, sin estupor, no se puede crear nada.
Si todo fuera posible, ¿cuál sería el sentido de la vida, dónde radicaría su belleza?
Si fuera posible llenar la distancia entre el italiano y yo, dejaría de escribir en esta lengua."

Jhumpa Lahiri
En otras palabras



"Creo que es imposible ir a Calcuta y no reaccionar ante lo que ves."

Jhumpa Lahiri


"Creo que siempre escribo sobre huidas. La desubicación y la metamorfosis están en mi trabajo desde el principio."

Jhumpa Lahiri


“Cualquier cambio requiere de una traición. Uno gana y pierde. Coge y suelta. Así nos alimentamos: tomamos y dejamos. Creo que la identidad es eso.”

Jhumpa Lahiri


“Dada la historia de los Estados Unidos, toda la ficción estadounidense podría ser calificada como ficción inmigrante.”

Jhumpa Lahiri


"Había empezado a trabajar de intérprete después de que su primer hijo contrajera fiebre tifoidea a los siete años; así había conocido al doctor. En aquella época, el señor Kapasi daba clases de inglés en una escuela de secundaria, así que había utilizado sus conocimientos de idiomas para pagar las facturas médicas, cada vez más astronómicas. Finalmente, el niño murió una noche en brazos de su madre, abrasado por la fiebre, pero entonces hubo que pagar el funeral, y, al poco tiempo, nacieron sus otros hijos y se mudaron a una casa más grande, y había que pagar el material escolar y a los profesores particulares, y los zapatos buenos y el televisor, y muchas cosas más con las que el señor Kapasi intentaba consolar a su mujer y evitar que llorara mientras dormía. De modo que, cuando el doctor se ofreció a pagarle el doble de lo que ganaba en la escuela, aceptó. El señor Kapasi sabía que su mujer no tenía en mucha consideración su trabajo de intérprete. Sabía que aquello le recordaba al hijo que había perdido, y que sentía celos de aquellas otras vidas que él, a su modesta manera, ayudaba a salvar. En las escasas ocasiones en que hablaba del empleo de su marido, solía describirlo como «ayudante del doctor», como si el proceso de la interpretación fuera igual que tomarle a alguien la temperatura o vaciar una cuña. Nunca le preguntaba por los pacientes que acudían a la consulta, y jamás habría dicho que su trabajo conllevara una gran responsabilidad.
Por ese motivo se sintió halagado cuando la señora Das mostró tanto interés por su trabajo. Al contrario que su mujer, había reconocido sus desafíos intelectuales. Además, había empleado la palabra «romántico». Ella no tenía una actitud romántica hacia su marido y, sin embargo, había utilizado ese adjetivo para describirlo a él. Se preguntó si el señor y la señora Das serían un matrimonio mal avenido, igual que su mujer y él. Tal vez ellos también tuvieran muy poco en común, aparte de los hijos y una década de sus vidas. Había detectado algunas de las señales asimismo presentes en su matrimonio: las discusiones, la indiferencia, los silencios prolongados. El interés repentino que la señora Das había mostrado por él, y que no sentía ni por su marido ni por sus hijos, le resultaba un tanto embriagador."

Jhumpa Lahiri
El intérprete del dolor



"Las postales eran las primeras misivas de su padre que Ruma recibía por correo. En sus treinta y ocho años de vida él no había tenido razón alguna para escribirle. Se trataba de una correspondencia unilateral; sus viajes eran lo bastante breves como para que Ruma no tuviese tiempo de responder y, además, él nunca estaba en situación de recibir correo allí donde se encontrase. La caligrafía de su padre era menuda, precisa, levemente femenina; la de su madre había sido un batiburrillo de mayúsculas y minúsculas, como si sólo hubiera aprendido a hacer una versión de cada letra. Las postales iban dirigidas a Ruma; su padre nunca incluía el nombre de Adam, ni mencionaba a Akash. Y sólo en la despedida reconocía algún vínculo personal entre ellos. “Sé feliz, con cariño, Baba”, las firmaba, como si alcanzar la felicidad fuera algo tan sencillo.
En agosto su padre se iría de nuevo, esta vez a Praga. Pero antes pasaría una semana en la casa que Ruma y Adam habían comprado en la zona este de Seattle, y que él aún no conocía. Se habían mudado de Brooklyn en primavera, por el trabajo de Adam. Fue su padre quien sugirió la visita, en una llamada a Ruma, a quien sorprendió preparando la cena en su nueva cocina. Tras la muerte de su madre Ruma había asumido la tarea de hablar con su padre todas las noches para preguntarle qué tal había pasado el día. Pero las llamadas eran ahora menos frecuentes; normalmente lo telefoneaba una vez a la semana, los domingos por la tarde. "Aquí siempre eres bien recibido, Baba-le había dicho a su padre por teléfono—. Ya sabes que no tienes que preguntarlo siquiera." Su madre no se lo habría preguntado. "Vamos a veros en julio", le habría informado, con los billetes de avión ya en la mano. Hubo una época de su vida en que semejante presuntuosidad habría enfurecido a Ruma. Ahora la echaba de menos."

Jhumpa Lahiri
Tierra desacostumbrada



"Las religiones y los mitos comparten historias parecidas."

Jhumpa Lahiri


"Lo que había visto desde la terraza la noche en que la policía fue a buscar a Udayan formaba ahora un agujero en su visión. El espacio la protegía más eficazmente que el tiempo: la enorme distancia entre Rhode Island y Tollygunge. Como si, para ver, su mirada tuviera que abarcar un océano, continentes. El espacio había hecho que aquellos momentos retrocedieran, fueran siendo cada vez menos visibles hasta volverse invisibles. Pero ella sabía que estaban allí. Lo que estaba almacenado en la memoria era distinto de lo que se rememoraba deliberadamente, decía san Agustín.
Por otra parte, el nacimiento de Bela seguía siendo para Gauri su propio ayer. Aquella noche de verano formaba un cuadro vivo que parecía muy reciente. Recordaba la lluvia camino del hospital, la cara de la enfermera que había permanecido a su lado, las vistas del puerto deportivo desde la ventana. Podía sentir el roce del camisón del hospital contra su piel, una aguja clavada en el dorso de su mano. Parecía ayer cuando había cogido a Bela en brazos y la había mirado por primera vez. Recordaba el peso del embarazo, que de pronto había desaparecido. Y recordaba su asombro al ver salir a aquel ser que, con un aspecto tan específico, y contenido durante tanto tiempo en su cuerpo, por fin había emergido.
A mediodía fue a la guardería a recoger a Bela, algo que hacía siempre ella, nunca Subhash. Este estaba haciendo un posdoctorado en New Bedford, a casi ochenta kilómetros. Se daba por hecho que él se marchaba de casa a cierta hora y volvía a tal otra, y que Gauri era responsable de Bela durante todas esas horas de en medio.
Encontraba a su hija sentada en su cubículo, un recinto que a Gauri le recordaba un pequeño ataúd puesto de pie. Con la chaqueta puesta, esperando junto a sus compañeros de clase. Bela no corría a los brazos de su madre, como hacían algunos niños, buscando elogios para los arrugados dibujos que habían hecho, o para las hojas que habían recogido y habían pegado en un papel. Se le acercaba pausadamente y le preguntaba qué le prepararía de comer, y a veces le preguntaba por qué no había ido Subhash. La explicación de lo que había hecho ese día en la guardería, los detalles que salían a borbotones de las bocas de sus compañeros de clase nada más ver a sus padres, Bela se los guardaba para ella."

Jhumpa Lahiri
La hondonada


"Los teléfonos inteligentes nos hacen estúpidos. Han acaparado nuestra atención."

Jhumpa Lahiri



"Me volví loca de amor por la persona con la que supe que tenía que estar. Eso da fuerza. Mi vida parecía hecha, iba directa hacia una carrera académica. Pero tenía un secreto, escribía. Sentirme amada abrió ese secreto cerrado con llave."

Jhumpa Lahiri



“No volver a usar el inglés me ha supuesto un sacrificio económico. Pero no escribo para complacer a nadie. Para eso preferiría convertirme en jardinera.”

Jhumpa Lahiri



"Si pudiera escribir todo en forma de relatos, lo haría. No me gusta desperdiciar palabras y creo que muchas novelas están llenas de aire."

Jhumpa Lahiri



"Tenemos ideas heredadas de lo que es una mujer realizada. Una mujer deber tener derecho a elegir."

Jhumpa Lahiri


"Todos mis personajes navegan en la tensión entre pertenecer y no pertenecer. Eso conforma, diluye o complica la propia identidad."

Jhumpa Lahiri



"Yo escribo a menudo sobre familias que han emigrado, pero hablo de sentirse solo en el mundo y eso no es específico al hecho de emigrar. Hablo de lo que nos puede suceder a todos: la alienación, las tensiones familiares..."

Jhumpa Lahiri

























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